Huelga feminista: “Todas desean
que me meta entre sus muslos”
Cuando parecía que estaban convencidas de todo el negociado sexista
supuestamente femenino va y resulta que se pirran por la novela erótica
machista calentorra. Miles de señoras manifestándose por cosas como
"las violencias machistas" y todas con el librito del macho alfa de
Megan Mari bajo el brazo.
Aviso para feministas del siglo XXI, desecho ideológico de una tradición que in illo tempore fue
tan digna como necesaria, soy un macho alfa y todas se mueren por ser las elegidas esta noche,
porque nos gusta el sexo caliente. Así que pasen y lean.
“Rubias… Morenas… Pelirrojas… Altas… Bajas… Delgadas… Rellenitas… Todas… Me
gustan todas las mujeres activas en el plano sexual. Adoro sus cuerpos, sus curvas y su
manera de disfrutar del sexo, y enloquezco cuando se entregan por completo a mis deseos.
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¡Soy un macho alfa! Todas quieren que las desnude. Todas desean que me meta entre sus muslos.
Todas se mueren por ser las elegidas esta noche. Nos gusta el sexo caliente, exaltado y morboso,
y deseamos disfrutarlo de mil maneras”.
Así empieza la novela más exitosa de la escritora española más de moda. De moda secreta, casi
clandestina, porque la cultura oficial nunca la considerará novelista, ni a sus obras, literatura.
Pero de este tipo de moda que llena los bolsillos de las editoriales.
Así empieza la novela más emblemática de Megan Maxwell, pseudónimo con el que escribe una
señora de Madrid que se ha convertido en el mayor best seller de la fábrica de vender libros, la Editorial Planeta.
Pornografía. O erotismo, que es como llaman a la pornografía los cursis. ¿Pero dónde quedan los
derechos de las mujeres, tratadas de nuevo como ganado al servicio del opresivo sexo masculino?
Megan María del Carmen escribe novelas que la editorial califica de eróticas pero nadie dudaría ni un solo minuto en añadir que son lo que las manifestantas del 8-M califican de “profundamente machistas”
Me imagino otro 8-M con todas las feministas y asimiladas abarrotando las calles, lloriqueando
porque no pueden comprar el mismo modelo de coche que el vecino de arriba. ¿O acaso no es eso
el feminismo de nuestros días?
Megan Maxwell, cuyo verdadero nombre es María del Carmen Rodríguez del Álamo, ha vendido
solo en España 1.700.000 libros, es la autora más vendida en Planeta, además arrasa en todo
el mundo y sus obras se traducen y venden en veinticinco países.
Megan María del Carmen escribe novelas que la editorial califica de eróticas pero nadie dudaría
ni un solo minuto en añadir que son lo que las manifestantas del 8-M califican de “profundamente
machistas”.
Y hete aquí el disgusto, mi querida feminista: cuando parecía que más chicas estaban convencidas
de la cháchara de la igualdad y de la equiparación y de todo el negociado sexista supuestamente
femenino que con tanta eficacia manejas (incluido el merchandising), va y resulta que las mujeres
de este país se pirran por la novela erótica machista calentorra, donde el prota dice que “todas se
mueren por ser las elegidas esta noche”.
Hay que ver lo que engañan las apariencias. Miles de señoras manifestándose por cosas como
“las violencias machistas, cotidianas e invisibilizadas”, “capital y patriarcado, alianza criminal” o
“la despatologización de nuestras vidas”… y todas con el librito del macho alfa de Megan Mari
bajo el brazo.
Imagino la de chicas que, mientras gritan contra “la opresión por nuestras orientaciones e
identidades sexuales”, pasan a su compañera de pancarta la web donde se puede descargar
gratis la última novela de Megan Mari.
¿Por qué, queridas feministas, lo que leen las mujeres es exactamente lo contrario de lo que proponéis?
– Oye, mira, que cuando terminemos de gritar lo de “hay otro maltrato en medios y despachos”,
a ver si me dices cómo termina “Pídeme lo que quieras y yo te lo daré”.
Y el caso es que no es la primera vez. Recuerdo cuando me ganaba la vida como corrector de
las novelas de Corín Tellado. La moda del feminismo no era muy distinta a la de hoy, aunque
entonces era un artículo de consumo relativamente minoritario y un tanto elitista: las chicas
de los suburbios (hoy “área metropolitana”) todavía no lo consumían.
El caso es que las novelas de Corín Tellado eran tan malas como las novelas de Megan Mari.
Compartían con ella el abuso inhumano de los puntos suspensivos, los puntos y aparte tras cada
frase (unos y otros permiten llenar más páginas sin tener que escribir demasiado), unos diálogos
propios de idiotas y unos argumentos no más complejos que los de las telenovelas sudamericanas
de los 80.
Pero Corín Tellado, como Megan Mari, arrasaba, vendía millones de ejemplares y llevaba
al corazón de las chicas de aquellos años un mensaje que las feministas de entonces también
calificaban de “machista”.
¿Por qué, queridas feministas, lo que leen las mujeres es exactamente lo contrario de lo
que proponéis?
¡Ah, claro, el heteropatriarcado!
¡Y un huevo duro!
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