En defensa del doctor Sánchez»
por Juan Manuel de Prada para
el periódico ABC, artículo publicado el 15/IX/2018.
______________________
Anda el facherío patrio muy exaltado, lanzando insidias
contra la tesis del doctor Pedro Sánchez. No podemos admitir que la valía del
genio inmortal sea pisoteada por los envidiosos y los mediocres. Así que hemos
decidido salir en su defensa.
Se acusa al doctor Sánchez de plagiar en su tesis informes
ministeriales y artículos académicos. Borges nos enseñaba que el Quijote
escrito por Cervantes era una obra muy distinta al mismo Quijote escrito con
las mismas palabras por Pierre Menard. Cervantes, escribiendo a principios del
siglo XVII, se dejaba llevar por las inercias de la retórica y el pensamiento
propios de su época; Pierre Menard, en cambio, al transcribir las mismas
palabras tres siglos después, estaba esforzándose por imitar una obra de regusto
arcaizante. Pues algo semejante ocurre en este caso. Cuando leemos los pasajes
de los informes y artículos que el doctor Sánchez habría supuestamente
fusilado, nos tropezamos con una prosa farragosa, mazorral e inepta. En cambio,
cuando leemos esos mismos pasajes en la tesis del doctor Sánchez nos admira que
un hombre tan brillante y perspicaz se haya rebajado hasta el extremo de
renunciar a su prosa eximia, imitando a la perfección la prosa farragosa,
mazorral e inepta que aparentemente copia. ¡Sobrecoge pensar en los esfuerzos
ímprobos y humildísimos que el doctor Sánchez habrá tenido que realizar, para
desasirse de sus ideas geniales y de su escritura llena de donaire! También se
acusa al doctor Sánchez de que su tesis incluye pasajes de artículos que había
antes firmado en comandita con profesores que luego fueron vocales en su
tribunal de tesis. Esto, a simple vista, podría constituir una prevaricación
como un castillo. Pero, ¿quién puede resistir la tentación de hacer una
aportación a la obra inmortal de un genio, aunque sea renunciando a la propia
autoría? Sabemos que fueron muchos (empezando por Sócrates) los filósofos
griegos a quienes no importó hacer aportaciones a los diálogos que luego
firmaría Platón. Sabemos que los aprendices del taller de Tiziano hicieron
contribuciones anónimas a los lienzos que luego firmaba el maestro. ¿Quién no
querría colar de matute algún hexámetro de cosecha propia en La Ilíada? ¿Quién
no desearía dar alguna pincelada inadvertida en Las Meninas? ¿Cómo vamos a
reprochar a esos profesores una venial prevaricación, si a cambio sus palabras
forman ya parte de una obra imperecedera, en íntima amalgama con las palabras
de un hombre preclaro y providencial? Sólo los miserables y los ruines podrán
hacerlo.
Al doctor Sánchez se le acusa, en fin, de haber recurrido a
los servicios de un negro para concluir su tesis. Es verdad que el propio
doctor Sánchez ha reconocido por escrito, en un reciente e inefable lapsus, que
no tuvo tiempo para investigar. Pero, ¿por qué hemos de concluir que la
investigación se la hizo un negro? Tampoco San Isidro tenía tiempo para arar
sus tierras; pero a nadie se le ocurre pensar que tenía un negro que se las
arase. Yo prefiero pensar que fueron ángeles quienes le hicieron al doctor
Sánchez esta tarea, como antes se la hicieron a san Isidro; aunque, desde
luego, no descarto que fuesen angelitos negros, pues -como nos enseña Machín-
también se van al cielo todos los negritos buenos. Ciertamente, san Isidro era
más devoto que el doctor Pedro Sánchez; pero los ángeles no sólo ayudan a los
hombres santos y devotos, sino también a los genios de cuyos logros depende el
progreso de la Humanidad.
Cese, pues, el facherío patrio en sus insidias y deje de
recelar del doctorado de nuestro eximio presidente, tan intachable como el
doctorado por la universidad de Osuna que exhibía don Pedro Recio de
Tirteafura, aquel personaje cervantino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario