BASES PSEUDOINTELECTUALES DEL MITO DE LAS TRES CULTURAS -
III
Seguimos ofreciendo la continuación del artículo "El
mito de la "España de las tres culturas"", de José Luis Martínez
Sanz.
"La invasión musulmana en España provocó varias
realizaciones: fuga casi general de la nobleza goda y del alto clero, traición
y alzamientos por parte de los judíos, pasividad de las clases serviles,
abandono en masa de algunas ciudades y resistencia de pocas, que unas obtuvieron
conciertos y otras cayeron bajo la dura ley de la conquista (...) Por de
pronto, los españoles sometidos desaparecen de la Historia"
UN ERROR DE PRINCIPIO
Si examinamos uno
por uno los argumentos de los triculturalistas, encontramos rápidamente su
primer error grave: se olvidan de los nueve primeros siglos de la existencia de
España como unidad sociopolítica. Para ellos no existe la España hispanorromana
(218 a.C-456 d.C.), aquella Hispania que llegó a estar dividida en 6 provincias
o circunscripciones, pero que supuso la fusión de celtas, iberos y celtíberos
con los romanos, todos con una única cultura y una única religión, primero
pagana y luego cristiana. Podrían decir que España (Hispania) no era una unidad
políticamente independiente, pero tampoco lo eran los griegos de la época
clásica y sólo un loco se atrevería a poner en duda que constituían una única
cultura.
Por el contrario,
sí era una unidad políticamente independiente la España visigoda (141/456-711):
aquellos germanos llegaron a la península enviados por Roma a luchar contra
suevos, vándalos y alanos, y se entremezclaron con los hispanorromanos mediante
matrimonios. Más tarde, tras el III Concilio de Toledo (en el año 589), la
unidad religiosa en la fe católica de los hispanorromanos produjo la fusión
total, formando una unidad política social y cultural. Se puede decir, con
Ramos-Oliveira, que la España visigoda duró menos de trescientos años, pero fue
un período de intensa unificación.
Olvidar tantos
siglos de nuestra memoria histórica es estúpido; pero mentir para que nosotros
los olvidemos, es una canallada y un crimen o genocidio cultural. No es
admisible científicamente, por ejemplo, que alguien haga una relación
"visigodo-germánico-Hitler" que le produzca repelús, pues es algo que
está fuera de lugar y es falso en sí mismo. Guste o no, España tiene unas
claras aportaciones étnicas y culturales romana y germánica que la asemejan
desde entonces a todos los demás pueblos europeos. Y esa parte de la historia y
de la cultura española no puede olvidarse, porque dejaría de explicar todo lo
que vino después y lo que ahora somos.
Ese tiempo
presuntamente idílico en el que -dicen- convivieron en paz y armonía las tres
culturas es un invento o fantasía de gentes bien intencionadas, como el
escritor Juan Goytisolo, o de tendenciosos que buscan ladina e interesadamente
tergiversar nuestra historia. A los primeros ya les contestó acertadamente el escritor
Carlos Semprún Maura; a los segundos, conviene recordarles lo que ya en 1913
escribía el gran maestro Gómez-Moreno: "La invasión musulmana en España
provocó varias realizaciones: fuga casi general de la nobleza goda y del alto
clero, traición y alzamientos por parte de los judíos, pasividad de las clases
serviles, abandono en masa de algunas ciudades y resistencia de pocas, que unas
obtuvieron conciertos y otras cayeron bajo la dura ley de la conquista (...)
Por de pronto, los españoles sometidos desaparecen de la Historia". Y es
que una guerra es siempre una guerra, aunque haya momentos en que el ardor
bélico disminuya, o instantes en que se llegue a la confraternización (o al
colaboracionismo, como ocurrió en la Francia de 1941), pero toda guerra implica
muertes, odios y violencia, no convivencia. Para mayor precisión, y fijándonos
en algo reciente que todos nosotros hemos vivido, recuérdese que no es lo mismo
convivencia que coexistencia: por eso se llamó "coexistencia
pacífica" a lo que se dió entre el mundo occidental y el mundo comunista
en el período 1962-1989.
José Luis Martínez
Sanz, "El mito de la 'España de las tres culturas'"
SANTO REINO TRADICIONALISTA
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