martes, 7 de junio de 2016

Suiza no cree en la utopía…

Suiza no cree en la utopía…

Suiza rechazó este domingo en referéndum la propuesta de reformar la constitución para establecer una renta básica de 2.500 francos al mes (2.252 euros), garantizada para todos los ciudadanos. El “no” ganó por un aplastante 78% de los votos, alineado con los dos principales argumentos de la campaña encabezada por el Gobierno: que la renta básica es financieramente inviable y éticamente corrosiva. Suiza es el primer país que lleva a referéndum la renta básica, una fórmula que Thomas Paine perfiló en el siglo XVIII como un mecanismo por el que los propietarios compensaban, mediante un impuesto, a los no propietarios por la existencia de una institución “antinatural” como la propiedad privada. La utopía de un ingreso mínimo garantizado para todos los ciudadanos vuelve a estar en boga. Finlandia iniciará un experimento con una renta básica de 600 euros al mes en 2017, y en Holanda, varias ciudades están empezando a implantarlo. Alaska utiliza un impuesto a las compañías petrolíferas para lo que llaman un “reparto de dividendos” de algo más de 2.000 dólares al año a cada habitante mayor de edad. En España, Podemos lo lleva en su programa electoral. Los ejecutivos de las empresas tecnológicas de Sillicon Valley están a favor de la renta básica universal. Razonan que, en una sociedad futura que está a la vuelta de la esquina, donde gran parte del trabajo que hoy hacen los seres humanos lo harán robots de una forma mucho más eficiente, la renta básica garantizaría una transición más humana, dicen los tecnólogos. La idea cuenta con partidarios en la izquierda y entre los liberales. El Cato Institute publicó en 2015 un informe favorable, con el argumento de que lo ideal sería que no hubiese redistribución por el Estado, pero si tiene que haberla, que sea lo más simple y eficiente posible. Muchos partidarios creen que la renta básica permitiría eliminar los subsidios al desempleo y otros programas del Estado del Bienestar, tal y como lo conocemos hoy. Los detractores advierten de que la implantación de la renta básica requerirá fuertes subidas de impuestos para poder financiarse y, además, desincentivará el trabajo y atraería nueva oleadas de inmigrantes. El debate ocupará un lugar central de la conversación en los próximos años. El Estado de Bienestar diseñado por Bismarck en el siglo XIX no da más de sí, su reforma es cuestión de tiempo. Está por ver si la renta básica puede ser el recambio. ¿Qué opinas?

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