La representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Federica Mogherini, dijo tras los atentados de Bruselas [vídeo: 5:30 minutos] que “Europa y su capital están sufriendo el mismo dolor que Oriente Medio ha conocido y conoce cada día”.
En el contexto de las reacciones a los ataques del pasado 22 de marzo, Mogherini añadió al borde de las lágrimas [vídeo: 59 segundos] que el “Islam tiene un lugar en nuestras sociedades occidentales. El Islam pertenece a Europa. No temo decir que el Islam político debe ser parte de la realidad europea”.
La declaraciones y la actitud sentimental de Mogherini resumen “la mentalidad que ha ayudado a producir la situación actual en las sociedades europeas”, una mentalidad narcicista, hecha de “ilusiones y falsas identidades”, en la que “el sufrimiento de los sirios, causado por un régimen salvaje, se equipara al sufrimiento de los habitantes de las ciudades europeas como Madrid, Londres, París y ahora Bruselas, que han padecido los ataques de un yihadismo que mata aleatoriamente”, escribía este domingo Amir Taheri en el New York Post.
En el mundo de Mogherini y de tantos políticos progresistas europeos, el Islam, “lejos de ser un adversario dedicado a tu destrucción, se convierte en parte de la familia”.
La clase dirigente europea se pregunta por qué emergen nuevos partidos políticos que canalizan el descontento con las fantasías multiculturalistas que inspiran el discurso dominante en Europa.
En el número de esta semana de De Spiegel, la señora Frauke Petry, líder de Alternativa por Alemania (AfD), lo explica: “Somos hijos de las políticas de Merkel. Esto es lo que nos describe mejor. Estamos aquí porque el Gobierno de Merkel ha fallado en la gestión de asuntos que son importantes para la sociedad, en Alemania y en Europa”.
La congénita incapacidad de la clase política para relacionarse con la realidad de una forma madura y racional es parte de la amenaza del terrorismo a las sociedades europeas.
Nadie quiere decir lo obvio, que “Europa vuelve a estar en guerra”, como señala en esta tribuna para Observer John R. Schindler, experto en política antiterrorista y ex funcionario de la NSA. No va a ser una guerra convencional, sino algo parecido a una guerra de guerrilla, que “cierne sobre gran parte del continente a miles de yihadistas, convertidos en eficientes asesinos por el Estado Islámico en Siria e Iraq, que regresan a casa con la visión de matar infieles, sus antiguos vecinos”.
La peligrosa fantasía de un “Islam político”, dialogante, bueno para Europa, que dirige el discurso de la señora Mogherini y de una mayoría de sus colegas en los Gobiernos, es exactamente la clase de mecanismo mental que desarma a Europa frente a la clase de guerra que viene. Si se trata de un discurso político más, ¿por qué no puede ser objeto de las mismas críticas que cualquier ideología? Si los manoseados “valores europeos” significan algo, es precisamente el triunfo de la racionalidad crítica frente a los jardines vallados de la corrección política. Por muchas lágrimas de cocodrilo que vierta la alta representante de la UE después de cada nuevo atentado, la tozuda realidad insiste en mostrar que Samuel P. Huntington tenía razón. El genocidio cristiano y la yihad contra Occidente indican que estamos ante el choque de civilizaciones que anticipó en 1996. No hay ninguna “religión de paz” detrás del yihadismo. Es –dice Schindler– como “pretender hilar fino con el mensaje político de la familia Manson”.– V. Gago
[Con información de la página de Facebook de Federica Mogherini, The Guardian, New York Post, Observer, Der Spiegel, en inglés]
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