En nuestra educación nos hablaron mucho de la "Armada
Invencible" pero muy poco de la guerra anglo-española y dentro de ella de
la "Contra Armada Inglesa". Espero que te guste y puedas disfrutar de
nuestra Historia.
La Contra Armada Inglesa: "El mayor desastre naval
de la Historia de Inglaterra"
La Invencible Inglesa fue una flota de invasión enviada a la
Península Ibérica por la reina Isabel I de Inglaterra en la primavera de 1589.
Los ingleses lograron
ocultar durante siglos que la expedición del pirata Drake para acabar con el
Imperio concluyó con un desastre aún mayor que el español. Esta batalla forma
parte de la guerra anglo-española que termino con la victoria española
reconocida en el tratado de Londres 1604.
La Contra
Armada Inglesa, un hecho totalmente desconocido y olvidado por
la mayoría de los historiadores del mundo y lo que es más lamentable, por el
conjunto de la sociedad española.
La Invencible Inglesa
Inmediatamente después del fracaso de la Armada Invencible 1588, Isabel
I de Inglaterra preparó una flota de represalia de proporciones aún mayores que
su antecesora. Fue la llamada Contra Armada o Invencible Inglesa. Su objetivo
era aprovechar la debilidad de la marina española tras el descalabro de la
Invencible, y asestar un demoledor golpe a España que acabase con la guerra ya
iniciada. Para ello debía cumplir tres misiones.
La primera y fundamental
era destruir, en Santander, la Invencible regresada, que estaba en
urgente reparación. Conseguido esto dejaría a España huérfana de flota en el
Atlántico europeo.
Entonces tendría el mar expedito
para cumplir su segunda misión: conquistar Lisboa. Así convertiría a
Portugal en país satélite de Inglaterra y penetraría en el imperio luso. Para
ello conducía al Prior de Crato, pretendiente al trono luso que Felipe II
acababa de heredar de su madre, Isabel de Portugal. Crato había firmado
previamente unas rigurosas clausulas que, de cumplirse, transformaban a
Portugal en un protectorado de Inglaterra.
Su tercera misión
era apostarse en las Azores y capturar la flota de Indias. De este
modo, Inglaterra sería la nueva dueña del Atlántico y se aprestaría a usurpar
las rutas oceánicas españolas.
El Pirata Drake y la
Contra Armada
Esa Contra Armada contaba con más de 150
barcos ( La Armada Invencible española contaba con 120 barcos) y unos 23.000
hombres era capitaneada por el almirante Francis Drake y por el general John
Norris (el más prestigioso militar inglés de su tiempo, como general en jefe de
los ejércitos transportados). Las claras órdenes dadas por su reina de
dirigirse directamente a Lisboa las torció a su gusto el más famoso de los
piratas (Drake) que prefirió venir en busca del desquite contra la ciudad desde
la que había partido la Gran Armada, un año antes hacia Inglaterra).Se dispuso
a atacar primero, el que entendían el puerto más débil, el de La Coruña.
Ataque a La Coruña (1589)
Las defensas de La Coruña
eran bastante deficientes. El 4 de mayo la flota
inglesa se asomaba al puerto de la ciudad gallega. La San Juan,
la Princesa y la Diana se apostaron junto al fuerte de San Antón y cañonearon,
apoyadas por las baterías del fuerte, a la flota inglesa a medida que esta se
iba introduciendo en la bahía, forzando así a los atacantes a mantenerse
alejados. Unos 8.000 ingleses desembarcaron al día siguiente en la playa de
Santa María de Oza, en la orilla opuesta al fuerte, llevando a tierra varias
piezas de artillería y batiendo desde allí a los barcos españoles que no podían
cubrirse ni responder al fuego enemigo. Finalmente, los marinos españoles
tomaron la decisión de hundir las naos y resguardar las galeras en el puerto de Betanzos, dejando a la
mayor parte de las tripulaciones en la ciudad para unirse a la defensa.
Durante los siguientes días, las tropas
inglesas bajo mando de John Norris atacaron la ciudad, tomando sin demasiada
dificultad la parte baja de La Coruña, saqueando el barrio de La Pescadería, y
matando a unos 500 españoles, entre los cuales se contaron numerosos civiles.
Tras esto, los hombres de Norris se lanzaron a por la parte alta de la ciudad,
pero esta vez se estrellaron contra las murallas españolas. Apostados tras
ellas, la guarnición y
la población de la villa, incluyendo a mujeres y niños, se defendió con total
determinación del ataque inglés, matando a cerca de 1.000 asaltantes. Fue
durante esta acción donde se distinguió la que hoy en día sigue siendo
considerada heroína popular en la ciudad de La Coruña: Doña María Mayor
Fernández de la Cámara y Pita, más conocida como María Pita.
La leyenda cuenta que muerto su marido en los combates, cuando un alférez inglés arengaba
a sus tropas al pie de las murallas, doña María se fue sobre él con una pica y
lo atravesó, arrebatándole además el estandarte, lo que provocó el derrumbe
definitivo de la moral de los atacantes. Otra mujer que aparece en las crónicas
de la época por su distinción en los combates fue doña Inés de Ben. María Pita fue nombrada por
Felipe II alférez perpetuo, y el capitán don Juan Varela fue premiado por su
actuación al mando de las tropas y milicias coruñesas.
Finalmente, y ante la noticia de la
llegada de refuerzos terrestres, las tropas inglesas abandonaron la pretensión
de tomar la ciudad y se retiraron para reembarcar el 18 de mayo habiendo
dejado tras de sí unos 1.000 muertos españoles, y habiendo perdido por su parte
unos 1.300 hombres, además de entre 2 y 3 buques y 4 barcazas. Además, en aquel
momento las epidemias empezaron a hacer mella entre las tropas inglesas, lo
cual unido al duro e inesperado rechazo en La Coruña contribuyó al decaimiento
de la moral y al aumento de la indisciplina entre los ingleses. Tras hacerse a
la mar, otros diez buques de pequeño tamaño con unos 1.000 hombres a bordo
decidieron desertar y tomaron rumbo a Inglaterra. El resto de la flota, a pesar
de no haber conseguido aprovisionarse en La Coruña, prosiguió con el plan
establecido y puso rumbo a Lisboa.
María Pita vs. Francis
Drake ( Por Juan Luis Cebrián La Rosa de los Vientos)
Ataque a Lisboa
El siguiente paso era provocar el
levantamiento portugués contra los españoles. La aristocracia portuguesa
había aceptado a Felipe II como rey de Portugal en 1580 quedando el país anexionado al Imperio Español.
El pretendiente, el Prior de
Crato, no habiendo sido capaz de establecer un gobierno en el
exilio, había pedido ayuda a Inglaterra para
tratar de hacerse con la corona portuguesa. Isabel aceptó
ayudarle con el objetivo de disminuir el poder de España en Europa, obtener una base
permanente en las Islas
Azores desde la que atacar a los mercantes españoles y
finalmente, arrebatar a España el control de las rutas comerciales a las Indias.
Con unos precedentes poco
halagüeños, finalmente la flota inglesa fondeó en la ciudad portuguesa de Peniche el 26 de mayo de 1589 e inmediatamente comenzó el
desembarco de las tropas expedicionarias comandadas por Norris. Acto seguido,
el ejército comandado por Norris, compuesto a aquellas alturas de la misión por
unos 10.000 hombres, partió rumbo a Lisboa. Paralelamente,
la flota comandada por Drake también puso rumbo a la capital portuguesa. El
plan consistía en que Drake forzaría la boca del Tajo y
atacaría Lisboa por mar, mientras Norris, que iría reuniendo adeptos y
pertrechos por el camino, atacaría la capital por tierra para finalmente
tomarla.
Pero lo cierto es que el
ejército inglés tuvo que soportar una durísima marcha hasta llegar a Lisboa,
siendo diezmados por los constantes ataques de las partidas
hispano-portuguesas, que les causaron cientos de bajas, y por las epidemias que
ya traían de los barcos.
Sorprendentemente para los ingleses, la
ciudad no solo no daba muestras de pretender rendirse, sino que se aprestaba a
la defensa. La guarnición lisboeta estaba compuesta por unos 7.000 hombres
entre españoles y portugueses. Si bien las autoridades españolas no confiaban
totalmente en las tropas portuguesas, nunca llegaron a producirse
levantamientos ni motines. Por otra parte, en el puerto fondeaban unos 40
barcos de vela bajo mando de don Matías de Alburquerque, y las 18 galeras de la
Escuadra de Portugal, bajo mando de don Alonso de Bazán (hermano
del ilustre marino español), se preparaban para el combate.
Inmediatamente las galeras
de Bazán atacaron a las fuerzas terrestres inglesas desde la ribera del Tajo causando
numerosas bajas a los invasores con su artillería y con el fuego de mosquetería de las
tropas embarcadas. Los ingleses buscaron refugio en el convento de Santa
Catalina, pero fueron acribillados por la artillería de la galera comandada por
el capitán Montfrui,
y se vieron forzados a salir y continuar la marcha bajo un fuego incesante. La
noche siguiente, los soldados de Norris montaron su campamento en la oscuridad
para evitar ser detectados por las temibles galeras. Al no conseguir localizar
la posición de las tropas invasoras, don Alonso de Bazán ordenó simular un
desembarco echando varios botes al agua, indicando a sus hombres que hiciesen
el mayor ruido posible, que disparasen al aire y gritasen, lo cual provocó
inmediatamente la alerta y la confusión en el campamento inglés, que se preparó
para la defensa. Las galeras españolas distinguieron en la oscuridad los fuegos
de las antorchas y las mechas encendidas de las armas inglesas, por lo que
Bazán ordenó concentrar el fuego de sus barcos en las luces, lo que provocó una
nueva matanza entre los ingleses.
Al día siguiente, Norris intentó asaltar
la ciudad por el barrio de Alcántara, pero de nuevo las galeras acribillaron a
las tropas inglesas forzándolas a dispersarse y retirarse para ponerse a
cubierto, tras haberles causado un gran número de muertos. Tras conocerse que
algunos habían vuelto a buscar refugio en el convento de Santa Catalina las
galeras abrieron de nuevo fuego contra el edificio forzando a los atrincherados
a salir y matando a muchos de ellos. Posteriormente, los prisioneros ingleses
relatarían el pavor que les producían las galeras de Bazán, responsables de un
enorme número de bajas entre sus filas. Finalmente Bazán desembarcó 300
soldados para atacar desde tierra al maltrecho ejército inglés.
Durante los combates,
la pasividad de Drake que no se decidía a entrar en batalla
provocó un aluvión de reproches por parte de Norris y Crato que lo acusaron
de cobardía. Drake alegaba que no tenía posibilidades de entrar en Lisboa
debido a las fuertes defensas y al mal estado de su tripulación. Lo cierto es
que mientras las tropas terrestres llevaban todo el peso de la batalla, el
almirante inglés se mantenía a la expectativa, bien porque realmente no pudiese
hacer nada, bien porque estuviese esperando el momento adecuado para entrar en
batalla cuando la victoria fuese segura y recoger los laureles.
En cualquier caso, el 11 de junio entraban
en Lisboa otras 9 galeras de la escuadra de España, bajo mando de don Martín de
Padilla transportando a 1.000 soldados de refuerzo. Esto
supuso el punto de inflexión definitivo en la batalla, y el 16 de junio,
siendo ya insostenible la situación del ejército inglés, Norris ordenó la
retirada. Inmediatamente se ordenó a las tropas hispano-lusas salir en
persecución de los ingleses.
Tras la dura derrota
sufrida por el ejército de Norris, Drake decidió abandonar con su flota las
aguas lisboetas y adentrarse en el Atlántico.
Por su parte, los marinos españoles se dispusieron para la persecución del
enemigo.
Las Azores el final de la
Contra Armada
Padilla partió el 20 de junio tras
la flota inglesa al mando de 7 galeras: la capitana comandada por el propio
Padilla, la segunda comandada por don Juan de Portocarrero, la Peregrina,
la Serena, la Leona, la Palma y la Florida.
Los españoles mantuvieron la distancia con la flota enemiga, esperando un golpe
de fortuna que dejase a los ingleses sin viento y permitiese atacarlos y
destruirlos. El comandante español estaba preocupado por los planes de Drake, y
temía que su intención fuese volver sobre Cádiz para a
atacarla como ya había hecho en 1587.
Padilla ordenó a sus barcos formar en
hilera y atacar a los buques enemigos que se encontraban descolgados de la
formación. Así, la fila de galeras iba situándose a popa de los buques
ingleses, y batiéndolos sucesivamente con su artillería se iban relevando unas
a otras a medida que se recargaban los cañones. Por su parte, las tropas
embarcadas batían las cubiertas inglesas con sus mosquetes. Debido a la
imposibilidad de defenderse o huir, los barcos ingleses atacados sufrieron un
terrible castigo, siendo finalmente apresados 4 buques de entre 300 y
500 toneladas,
un patache de
60 toneladas y una lancha de
20 remos. Durante aquellos durísimos ataques murieron unos 570 ingleses, y
unos 130 fueron hechos prisioneros. Drake, que había sido un mero testigo
del ataque pudo maniobrar con su buque insignia, y seguido por otras 4
embarcaciones mayores se dirigió hacia las galeras españolas que trataban de
remolcar sus presas de vuelta a Lisboa. Por su parte, don Alonso de Bazán
decidió relevar a Padilla con varias galeras de la escuadra de Portugal y
continuar con la persecución, apresando tres buques ingleses más durante los
días siguientes.
Drake puso rumbo entonces a las islas
Azores, para tratar de conseguir el último de los objetivos acordados al
planearse la expedición, pero sus fuerzas estaban ya muy mermadas, y fueron
rechazados sin grandes dificultades por las tropas ibéricas destacadas en el
archipiélago.
Tras otra tormenta que provocó nuevos
naufragios y muertes entre los ingleses, Drake saqueó la pequeña isla de Puerto Santo en Madeira, y ya en las
costas gallegas, desesperado por la falta de víveres y agua potable se detuvo
en la indefensa villa de Vigo, que en aquella época era un pueblo
marinero de unos 600 habitantes, a pesar de lo cual, la resistencia de la
población civil causó nuevas bajas a los atacantes. El propio Drake, al mando
de los 20 mejores bajeles regresaría a las Azores para tratar de apresar la flota de indias española,
mientras que el resto de la expedición regresaría a Inglaterra.
Essex recibió orden de Isabel de volver a la corte y Norris decidió también
poner rumbo a Inglaterra.
Antes de conseguir llegar
de nuevo a las Azores, otro temporal obligó al almirante inglés a retroceder,
momento en el que se dio por vencido y ordenó poner rumbo a Inglaterra.
Mientras la flota inglesa navegaba
dispersa debido las tempestades y a la escasez de dotaciones en los navíos, don Diego Aramburu recibió la noticia de
que el enemigo navegaba en pequeños grupos por el Cantábrico
camino de Inglaterra por
lo que inmediatamente partió de los puertos cantábricos al mando de una
flotilla de zabras a
la busca de presas, consiguiendo finalmente capturar dos buques ingleses más,
que remolcó a Santander. La retirada inglesa degeneró en
una carrera individual en la que cada buque luchaba por su cuenta para llegar
lo antes posible a un puerto amigo.
La indisciplina dominó hasta el final en
la flota inglesa. Al arribar Drake a Plymouth el 10 de
julio con las manos vacías, habiendo perdido a más de la mitad de sus hombres y
numerosas embarcaciones, y habiendo fracasado absolutamente en todos
los objetivos de la expedición, la soldadesca se amotinó porque no
aceptaban los cinco chelines que
como paga se les ofreció. Y tan mal cariz tomó la protesta que para reprimirla
las autoridades inglesas ahorcaron a siete amotinados.
Comparación en
pérdidas de la Armada Invencible y la Contra Armada Inglesa
En 1588 la Gran Armada sufrió 11.000
bajas, a las que habría que añadir 2.000 a consecuencia de la peste, antes de
embarcar en Lisboa. Ese mismo año, la Armada inglesa perdió entre 8.000 y
10.000 hombres, entre las bajas causadas por los combates y, sobre todo, por la
peste. En 1589 las pérdidas de la “Contra Armada” de Drake superaron las
20.000, en su mayor parte a causa de la epidemia de peste que se abatió sobre
ella en el viaje de regreso a Inglaterra.
Consecuencias de la
Contra Armada dentro de Guerra anglo-española
La guerra
anglo-española fue muy costosa para ambos países, hasta el
punto de que Felipe
II tuvo que declararse en bancarrota en 1596, tras otro ataque a Cádiz. Después
de la muerte de Isabel I y
la llegada al trono de Jacobo I (rey de Escocia e hijo
de María
Estuardo) en 1603, éste hizo todo lo posible por terminar
con la guerra. La paz llegó en 1604 a petición inglesa. Las
cláusulas de la misma se estipulaban en el Tratado de Londres, y resultaron muy
favorables a los intereses españoles. Ambas naciones estaban ya cansadas de
luchar, pero especialmente Inglaterra, que en aquel momento era tan solo una
potencia media y que estaba luchando en ese momento contra la monarquía más
poderosa del momento y más cuando ya no podía sostener más los costes de un
conflicto que fue muy lesivo para su economía. A raíz de este acuerdo de paz,
Inglaterra fue capaz de consolidar su soberanía en Irlanda, además de ser
autorizada a establecer colonias en determinados territorios de América del
Norte que no revestían interés para España. Por su parte, los
ingleses debieron abandonar su pretensión de controlar las rutas comerciales
entre Europa y América y su promoción de flotas corsarias
contra España, cesar en su apoyo a las revueltas en Flandes y permitir
a las flotas españolas enviadas para combatir a los rebeldes holandeses
utilizar los puertos ingleses, lo cual suponía una total rectificación en la
política exterior inglesa.
Tras la derrota de la Contra Armada,
España rehízo su flota, que rápidamente incrementó su supremacía marítima hasta
extremos superiores a los de antes de la Armada Invencible.
Dicha supremacía duró casi 50 años más, hasta la Batalla naval de Las Dunas en la que Holanda comenzó a
asomar como primera potencia naval. Inglaterra no emergería definitivamente
como primera potencia naval hasta la Guerra de Sucesión española,
en 1700–1715
Ocultación de la
Contra Armada en la Historia por los ingleses y el olvidó de los españoles
El conocimiento de la Contra
Armada es imprescindible para comprender la presencia hispánica en el mundo, es
incomprensible que haya quedado oculto en la historia. Se habla sobre las
causas de tal ocultación. Es sintomático que haya sido el Comité de Educación Secundaria de la
Asociación Histórica Británica a través de su presidente, Ben
Walsh, el que haya denunciado tal enredo historiográfico: “la Armada inglesa
nunca se ha enseñado en las escuelas británicas y la mayoría de los profesores
de historia podrían no ser conscientes de que existió. Las culturas tienden a
atesorar victorias. La Armada invencible es percibida como una victoria y la
Armada inglesa, evidentemente no lo es. El plan de estudios moderno proviene de
esos valores culturales… Podría parecer injusto que un ataque desastroso de
Inglaterra contra España sea completamente olvidado mientras que un ataque
desastroso de España contra Inglaterra sea universalmente recordado”.
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