LOS DERECHOS DE LAS MINORÍAS LINGÜÍSTICAS EN LA ERA DEL ÁTOMO
Por José Antonio Sierra
Hace cien años, el bilingüismo era considerado como una etapa de transición; algunos sectores de la opinión pública pensaban que duraría una o dos generaciones como máximo; otros, tanto tiempo como tardase el idioma de la mayoría en asimilar a los de las minorías.
El declive y muerte de una lengua eran deseados con frecuencia por nativos y personas que la hablaban. Este fue uno de los rasgos característicos de la vida política del siglo XIX, y principalmente en la época del imperialismo. Hoy en día esta actitud pertenece al pasado. Ha sido reemplazada por un amplio deseo de preservar la lengua nacional y la de las minorías, así como de favorecer y promover su desarrollo y supervivencia.
NUEVA ACTITUD DEL SIGLO XX
Nos resultaría difícil fijar una fecha exacta que nos indique el principio del cambio de actitud. Pudiera ser que la revolución rusa de 1917 haya influido en él. La políticia lingüística de la U.R.S.S., a partir de entonces, presta bastante atención a los derechos de los grupos de las minorías. Incluso idiomas que no habían tenido alfabeto se emplearon como medios de educación. Donde quiera que haya comenzado este movimiento, se ha extendido rápidamente, y durante el siglo XX ha desencadenado una auténtica y profunda revolución lingüística, junto a una revolución social, de tan grandes proporciones que hoy en día no sólo se respetan los derechos del grupo nacional individual a nivel internacional, sino también los derechos del grupo lingüístico individual. cualesquiera que sean su tamaño y poder político. Ha hecho su aparición un cambio de actitud que tiende al respeto de los idiomas de las minorías.
UN CASO CONCRETO: EL PAÍS DE GALES
En el País de Gales (que forma parte de la Gran Bretaña) se publicó una serie de folletos, en 1874, que condenaban el uso del galés (una de la pocas lenguas célticas vivas en 1971), y sugerían su extinción alegando que era la causa principal del retraso económico y moral de los galeses. Según dichos folletos, el galés era el mayor obstáculo que debería salvar el País de Gales si quería progresar.
En la actualidad, tal punto de vista, aplicado a cualquier país, sería insostenible. En el País de Gales no sólo el estudio y aprendizaje del galés, ha dejado de ser un privilegio de los niños que lo hablan en sus familias, sino que la mayoría lo estudian en la escuela.
Siempre nos encontraremos con personas que intentan solucionar los problemas lingüísticos con razonamientos cargados de emotividad. Incluso algunos tienen sueños románticos, coloreados de uniformidad lingüística, cuando precisamente ellos mismos, a veces, están luchando para que se acepten los derechos del grupo de la minoría lingüística a que pertenecen. No creo que se puedan solucionar los problemas lingüísticos de un país, o salvar la vida de un idioma a nivel emocional. Tampoco se podría evitar su naufragio si sólo cantamos himnos y canciones regionales. Habría que sentar unas bases firmes y dialogar con un pensamiento serio y práctico; con una planificacion que suene, si queremos que la política lingüística suene también.
UN SIGLO NACIONALISTA
Deberíamos recordar que este problema nos concierne a casi todos. Un gran número de las naciones del <<tercer mundo>> tienen que enfrentarse con él. Y el bilingüismo sería el mejor medio de satisfacer sus necesidades lingüísticas en la época actual. segunda mitad del siglo XX.
La consecución de un equilibrio lingüístico se considera por todas las naciones como una necesidad cultural, política y económica; quizá, algo así como una condición ineludible para vivir una vida nacional -valga la redundancia en este caso- como debería corresponder al siglo actual. Nunca mejor empleada la palabra nacional. Tendría mucho más sentido si tuviéramos en cuenta los privilegios y obligaciones que se desprenden del hecho concreto que hay muchas naciones en la actualidad conscientes de su nacionalidad y, a la vez, de sus obligaciones internacionales.
El siglo que vivimos es un siglo nacionalista. Es , al mismo tiempo, un siglo de internacionalismo. Nacionalismo es el espíritu que ha movido a todas las naciones del mundo a salvaguardar y desarrollar sus propias lenguas individuales y
sus personalidades individuales como naciones. El espíritu internacionalista las ha estimulado a buscar el aprendizaje de un idioma internacional, además del suyo propio.
La idea de un idioma por persona se ha pasado de moda. Estamos asistiendo a un cambio de actitud hacia las lenguas de las minorías en todos los paises. En Europa al menos, y con más o menos liberalismo, se está imponiendo una nueva política educativo-lingüística. Este cambio ha comenzado no hace mucho tiempo.
Si observamos en nuestro continente, veremos que todos los países escandinavos tienen un número de escuelas o centros escolares, dentro de sus respectivos sistemas educativos, para los grupos de la minorías lingüísticas. Holanda implantó un sistema de escuelas con un medio-dual, en Friesland, durante el período de la posguerra . Alemania occidental ha reconocido los derechos de la minoría de origen danés. La Alemania del Este ha estimulado el resurgimiento del Wendish. En Yugoslavia, donde no existe ningún grupo lingüístico que comprenda más del treinta por ciento de la población total del país, se respetan y reconocen los derechos lingüísticos de todas las minorías.
Los países que integran la U.R.S.S han adoptado la misma política lingüística y tratan de promover el estudio de las lenguas locales y regionales, así como la expansión del estudio del ruso al mismo tiempo. Incluso los Estados Unidos no han podido escapar al impacto de esta nueva ola, que trata de conservar y enseñar los idiomas, cualquiera que sea el número de sus hablantes. Ha surgido un fuerte deseo de desarrollar, estudiar y preservar lo que se llama <<Los recursos lingüísticos de los grupos étnicos>>. En estos últimos años se está tratando de estimular a los que hablana otros idiomas diferentes del inglés, para que los preserven y, a ser posible, que refuercen e incrementen sus recursos lingüísticos.
La Gran Bretaña también ha cambiado de actitud y abandonado la vieja política lingüística del siglo XIX de intentar suprimir el idioma del país colonizado o conquistado. Esto se refleja no sólo en su actitud demócrata y liberal hacia el estudio y enseñanza del galés en el País de Gales y del gaélico-irlandés en Irlanda del Norte, sino también en la nueva política del British Council, que no trata de difundir la lengua inglesa a expensas de las lenguas locales y regionales.
UN IDIOMA INTERNACIONAL
El deseo de implantar una lengua internacional en todos los países además de la nacional está muy lejos de alcanzarse. Es más, algunos afirman que esta teoría pertenece al pasado.
Hace cincuenta años, cuando las minorías lingüísticas estaban luchando porque se les reconociesen sus derechos lingüisticos dentro de los Estados soberanos, tuvo bastante aceptación la solución de adoptar el mismo idioma internacional en todos los paises.
En este caso particular nos estamos refiriendo a las naciones que adquirieron sus soberanía e independencia hace tiempo; de hecho, las naciones jóvenes del <<tercer mundo>>, principalmente del continente africano, están todavía envueltos en este conflicto.
Algunas de ellas no desean ni pueden soportar la marca lingüística del imperio conquistador o país colonizador, haya sido inglés, francés, holandés, español o portugués. Esto se puede observar actualmente en las ex colonias francesas del norte de África, en Libia (desde que se hizo cargo del poder el nuevo régimen), así como en otros países asiáticos. En todos los países árabes existe el deseo de arabizarse y nada mejor que a través de la lengua árabe.
Todos los países jóvenes desean conservar su patrimonio cultural, promover el desarrollo de las lenguas indígenas y al mismo tiempo introdocir en sus programas escolares el estudio de una de las lenguas internacionales más necesarias para el bienestar de la nación.
RESPETAR PARA SER RESPETADO
Siempre habrá países que, dado su podería económico, tendrán una gran influencia lingüística en los económicamente débiles, pero si todo se reduce a lo económico, más pronto o más tarde acabarán por perder su influencia lingüística tan pronto como pierdan la económica.
Quizá podrían mantener su influencia lingüística si saben respetar los derechos de las minorías, sin aprovecharse de sus control económico.
Para aprender a respetar los derechos humanos del hombre en general, sin distinción de razas, religiones, ni fronteras, habría que comenzar primero por los derechos del individuo que forma parte nuestra propia comunidad.Y nada mejor que la aceptación razonada, descargada de toda emotividad, de sus tradiciones, costumbres y lengua.
(1) Una primera versión de este artículo fue publicada en el
Diario Informaciones, Madrid, España, el 18 de enero de 1971
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