*Respuesta de Pérez Reverte a Arturo Mas*
Dedicado al Sr. Arturo Mas
*ARTURO PÉREZ REVERTE*
¿Y a mí qué me cuentan?. Quisiera que alguien me explique de
una puñetera vez qué pretenden decir con esa murga de "es que yo soy de
aquí, y no soy de allí" que le salta a uno a la cara cuando abre un
periódico, o enchufa la tele, u oye la radio. Porque, a ver, ¿Dónde diablos
es aquí y dónde es allí? Y cuando se invoca un hecho diferencial como
si fuese palabra mágica, ¿estamos hablando de diferencias con quién? Porque
si de lo que se trata es de ser diferentes, el de arriba firmante es tanto
como el que más.
Y a la hora de plantear argumentos nacionalistas, paletismo local o
factores raciales e históricos no estoy dispuesto a dejarme achantar por
nadie.
Puestos a ello, puedo ser tan poco español o tan cantamañanas como
cualquiera.
Porque vamos a ver. Si de lo que se trata es de marcar paquete, diré que
yo, por ejemplo, soy de Cartagena: una ciudad que tiene tres mil años
de historia y que podría abastecer de solera a media Europa.
Fue capital de la España cartaginesa, y capital de cada una de las cinco provincias
romanas de Hispania. Mis antepasados eran griegos, fenicios y cartagineses; y
cuando de jovencito me zambullía en el mar, sacaba ánforas que llevaban
veinte siglos allá abajo, enfrente de mi casa. En cuanto a raza también soy
distinto, porque mi RH positivo es mediterráneo, antiguo y sabio. Y puestos a
eso, me siento más a gusto en un cafetín moruno de Tánger o bebiéndome un
vaso de vino con aceitunas bajo una parra griega, que en la Gran Vía de
Madrid, El Sardinero, Las Ramblas o la plaza mayor de Trujillo.
En cuanto a peripecias históricas, pues bueno..
Mientras los comerciantes, los campesinos y la gente de la iglesia y de la
paz se iban al interior - a
Murcia- para esquivar las incursiones de los piratas berberiscos, mis
architatarabuelos se quedaron en la costa a pelear. Y cuando la primera
república, el Cantón de Cartagena se auto determinó por las bravas, acuñó su
propia moneda, poseyó su escuadra, y al aparecer las tropas centralistas no
se desbandó como una manda de conejos, sino que resistió seis meses a
cañonazo limpio. Y en lo que se refiere a lengua propia, cierto es que no hay
una nacional cartagenera; pero los críos, antes de tener uso de razón, saben
leer en las piedras inscripciones en latín. Y mucho podríamos discutir sobre si
decir: "deme sinco sentímetros de sinta de senefa asul"
o blasfemar con la barroca riqueza léxica del habla cartagenerano es un
hecho diferencial lingüístico de cojones...
En cuanto a agravios, para qué les voy a contar. Hoy, Cartagena es
una ciudad industrialmente desmantelada, deshecha por el paro, con menos
alternativas que un bocadillo de mortadela en Ruanda. A los cartageneros no
es que los hayan puteado histórica y sistemáticamente el gobierno central,
las monarquías austriaca y borbónica, la dictadura franquista o los cien años
de acrisolada honradez. A los cartageneros nos han hecho la puñeta la
administración fenicia, la griega, la de Roma, la bizantina, los suevos, los
vándalos, los alanos, los visigodos, el califato de Bagdad, el de Córdoba, el
Cid Campeador, los reyes de Castilla, los de Aragón, Napoleón Bonaparte, el
general Martínez Campos, la primera y la segunda repúblicas, y todo el que
pasó por allí. Mis antepasados pagaron impuestos, palmaron en la Invencible,
Trafalgar, Santiago de Cuba, Filipinas, Annual. Y a cambio, como el resto de
los españoles, recibieron hostias hasta en el cielo de la boca.
Cierto es que fueron cómplices y actores en empresas imperiales de la
España centralista castellana. Pero cuando vas y abres los libros de historia,
compruebas que en cualquier batalla de Flandes, en cualquier episodio
colonial de América, en cualquier aventura española en Nápoles, Sicilia,
norte de África o Constantinopla, los apellidos de los capitanes, soldados,
marinos, comerciantes y frailes eran también, y no pocos, vascos, catalanes,
gallegos, navarros, mallorquines y etcétera. En esta galera hemos remado
todos, y a todos nos han dado infinitas veces por detrás y por delante. Aquí
no hay víctimas de primera y de segunda clase, y sólo a los muy canallas o a
los muy imbéciles se les ocurre trazar líneas divisorias con tan
irresponsable arrogancia.
¿Diferentes? Claro que sí. No sólo van a serlo tres o cuatro chantajistas
bocazas. Aquí todos tenemos motivos para piarlas, y cuando llueve se moja
todo cristo. Así que, para diferencia, la mía y la de la madre que me
parió. A ver qué se ha creído esa panda de gilipollas.
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