miércoles, 26 de noviembre de 2014

Centro de Estudios Castellanos, una declaración de propósitos










CENTRO DE ESTUDIOS CASTELLANOS
Una declaración de propósitos
Volver una y otra vez acerca de las  cuestiones en las que se creyó algún día vislumbrar un atisbo de verdad, es un comportamiento inevitable cuando se quiere ser fiel a aquel atisbo. Así nos parecieron sugestivos ciertos textos y autores que en su día intentaron esclarecer la naturaleza y características de Castilla y lo castellano, que a primera vista parece ser más bien vulgares abstracciones que nos dejan la sensación de carecer precisamente de caracterizaciones espaciales  o de huella memorable, a menos de considerar la retórica hueca y grandilocuente que frecuentemente acompañaba estas palabras desde el Siglo de Oro hasta el romanticismo , incluido el antiguo  himno de infantería  del que algo sabemos los que por nuestra edad provecta tuvimos que hacer la mili.
Viviendo como vivimos en latitudes meridionales más propias para la impulsividad que para la constancia terca y machacona, hemos tenido indicios no muy numerosos pero si muy elocuentes de como todo un acervo de ideas, de discursos, de escritos variados y de sentimientos generosos se van olvidando poco a poco, para pasar en el mejor de los casos a polvorientas estanterías cuando no al contenedor; no se ve por otra parte una  nueva generación deseosa de tomar el relevo, ni siquiera para hacer unas dignas exequias  al ocaso de una nacionalidad. No obstante en medio de la oscuridad y decepción  nos atrevemos con temeridad a prolongar en el tiempo pensamientos, voluntades  e intenciones y esfuerzos del pasado, con   la intención poco apreciada y cultivada en nuestras pagos de dar continuidad. Nunca se sabe si alguna chispa de gracia pueda dar algún futuro a un por ahora último esfuerzo.
No se trata en el presente de dar continuidad y asociaciones del pasado que ya dieron de si lo que pudieron y cuya revitalización , por motivos varios, no es ya viable, y tampoco crear algún grupo minoritario  o sucedáneo de tal, que al cultivar temas sociales y políticos acaba sucumbiendo a los cantos de sirena del activismo y acaba en obscena y breve  mezcla con grupos o partidillos que mantiene ideas exactamente opuestas a las que se tienen; el pasado ha suministrado ya un muestrario no muy edificante, suficiente para renovar los yerros de antaño.
El modelo al que se tiende es un poco difícil de enunciar en castellano, es  lo que en lengua inglesa se denomina think tank, bien que privada y ajena a cualquier adscripción partidaria o gubernamental y desde luego no orientada a los potentados económicos sino al pueblo  castellano, o lo queda de él, en particular  y sobre todo y más importante al bien común de una manera más general. No albergamos ninguna esperanza en cuanto a que sea numeroso, es más con cierta insolencia afirmamos que no  nos avergüenza confesar que se tratará en principio de una miniatura de think tank, puesto que estamos por aquello de que lo pequeño es hermoso. Casi nos atrevemos a añadir, para quien lo entienda, que en el dominio del espíritu las cosas no dependen de la cantidad
Con una retrospectiva de los tiempos pasados, no tan mejores como decía el poeta, no cabe sino reconocer que pasados más de treinta años de la España de las autonomías se ha llegado a ver el fruto de un régimen partitocrático, convenientemente intitulado de democracia, donde se han venido disolviendo progresivamente los principios tradicionales de subsidiaridad y solidaridad, confundida la primera y luego tergiversada por ramalazos  de micronacionalismos exacerbados; un totum revolutum de racismo, lengua y reclamos  de delirantes supremacías bien patentes en los orígenes de los Prat de la Riba y Sabino Arana, hoy día un poco disfrazados, trufados con aspiraciones liberadoras anticolonialistas de tipo tercermundistas y africano de la segunda mitad del siglo veinte, atizadas a su vez por poderes mundialistas opacos . Los corolarios de tales excesos se traducen en concentraciones multitudinarias con miles de banderas, que recuerdan aquellos siniestros congresos de Núremberg. Y una solidaridad cada vez más precaria en una marea de liberalismo ultraliberal sometido también a políticas mundiales de dominio.
Se advierte por otra parte que las cosas caminan aceleradamente hacia nuevos escenarios de los que empiezan a hablar sin rubor hasta los padres de la patria; así se empiezan a oír cábalas y conjeturas públicas sobre secesiones, autodeterminaciones, independencias, separaciones y otros desencuentros cuyos motivos habría que sospechar no solo en nacionalismos locales sino, como ya hemos mencionado, en estrategias mundiales de confrontación y en nuevos acomodos de poder intraeuropeos piadosamente ocultados tras una cada vez más desvaída unión europeista.  No dejan de ser hoy día válidas las viejas consideraciones de los eslabones débiles y periféricos de la cadena europea, que haría de la Península Ibérica un probable candidato a devenir unos segundos Balcanes europeos, en virtud de consideraciones no fáciles de resumir en unas líneas. Obviamente poco o nada pesarían en este laberinto político las regiones más débiles y carentes de una clara conciencia histórica, cultural y política de su existencia, entre las que sin duda se puede incluir a Castilla. La desaparición probable de ciertos estados nación europeos, entre los que se incluye España, que en cuanto modernos epígonos de la Revolución Francesa no son por otra parte -fervores nacionales al margen-   instituciones demasiado vetustas y venerables, a lo sumo 200 años, dejaría definitivamente inermes a muchos habitantes de regiones sometidas ya  a un proceso secular de despojamiento de sus tradiciones forales,  jurídicas, sociales y políticas, y sometidos directamente al enorme poder del estado moderno y sus agencias, sin cuerpos intermedios que valgan, y,  lo que es aún  peor, víctimas de un síndrome de Estocolmo que vitorea y jalea a su raptor, como es probable en el caso castellano.,
Así ha llegado a ser insólito y marciano traer a colación   caracterizaciones de Castilla basados en una determinada antropología histórica y social, que sin embargo eran pertinentes hace cuarenta años, en el llamado tiempo de la transición, en concreto nos referimos a interpretaciones de Elías Romera, a Luis Carretero Nieva , a Anselmo Carretero Jiménez, , y a Manuel González Herrero entre otros. ¿Qué sentido tendría una precisa delimitación geográfica, histórica y social de una Castilla que finalmente pasaría a estar en manos de unos partidos turnantes del poder, intrínsecamente caciquiles,  golosos de codicia y prestos a la corrupción y  a su vez sometidos a unos poderes mundiales cuasi si no totalmente autocráticos? Sin hablar por supuesto de la viabilidad económica de faraónico invente autonómico.
Pero ¿cómo renunciar al recuerdo de los fueros castellanos, ese espacio de libertad indisociable del el pacto y la jerarquía de orden tradicional y espiritual ? hoy cosa inconcebible en los tiempos de igualdad, equalitas cuantitativa e injusta que poco tiene que ver con la equitas cualitativa, inflación legal, que poco tiene que ver con la justicia y ausencia de  verdadera autoritas, que se sustituye con una potestas degrada de astucia y violencia cuando es necesario; todo ello campo para historiadores, sociólogos, políticos  y juristas; los nuevos medios permiten sacar de las polvorientas bibliotecas  interesantes textos donde se plasmó la vida de la sociedad castellana.
Tan interesante como la sociedad foral castellana medieval y sus débiles  y anémicas prolongaciones en la edad moderna, son los episodios sucesivos de despojamiento de fueros y libertados populares  culminados con el liberalismo. El resultado ha sido un espacio homogéneo sin cualidades distinguibles, a lo sumo un idioma común, en que el individuo se encuentra solo frente al estado como mero súbdito, sin cuerpos intermedios verdaderamente subsidiarios. Y cuando desde los poderes centrales se ha hecho el intento artificial de crear  autonomías artificiales basadas en apaños, consensos y poderes de los partidos se comprueba con estupefacción que en la llamada autonomía de Castilla y León, la más grande de las  regiones administrativas de Europa, el personal, según las encuestas, se siente español y no castellano ni leonés. No hay grandes sociedades posibles, pues no hay más “societas” verdaderas cuando los “socii” cesan de sentirse tales. Solo les encuadran entonces la ideología partidaria  y la policía cuando falle aquella, sin unirlos ni organizarlo verdaderamente. Así súbditos y no socios en una crisis de económica y social sin antecedentes conocidos, no se ve reacción popular digna de ese nombre que permita vislumbrar reacción alguna para salir del caos, solo la sumisión fatalista, la rabieta callejera o la rebelión fanática secesionista en pro de partidos micronacionalistas , a cual más destructiva.  
Frente a la parodia de las  autonomías partitocráticas, de insoportable coste, cabe pensar en autonomías verdaderamente populares, de socios con voz y voto, no de partidos y programas con propuestas-deseo, las más de las veces demagógicas y mentirosas. Acude a la mente la tentación retórica de mencionar los concejos medievales castellanos, los gremios, las cofradías, los claustros universitarios, y otros órdenes que o bien son ya inexistentes, o los que quedan, lejos de tener características de verdaderos cuerpos intermedios no  son más que pálidos espectros de aquellos, dominados hoy día por poderes políticos o financieros, por no dejar la cosa en estos últimos. Producto refinado de la sociedad liberal: el individuo queda  inerme ante poderes colosales sin ninguna medida común con él.    
Naturalmente que como nos recordaba Elías Romera en entusiasmo por las libertades forales de antaño no nos lleva a pretender resucitar los fueros de antaño pero si apostar por la autonomía popular, alejar a la política cotidiana del ciudadano del poder y los partidos con su ilimitada corrupción, restablecer la misión eminentemente civilizadora de los antiguos concejos, con la democracia directa cuando por el número sea posible por conocimiento de los reunidos, y cuando no la democracia semidirecta, de la que tan envidiables muestras nos ha dado Suiza , con sus dos mecanismos básicos que son la iniciativa legislativa popular y el referéndum popular, procedimientos importantísimos, dado que ya no existen los cuerpos intermedios que permiten una verdadera representación, mediante las cuales la primera ( iniciativa) y última palabra ( referendun) está en manos del pueblo y no de los partidos,  lo que por otra parte los medios informáticos modernos facilitan extraordinariamente. Sin olvidar tampoco el juicio de residencia, el mandato imperativo, derecho de revocación, los presupuestos participados, educación en familia, moneda y banca alternativa, servicios voluntarios de utilidad social  y un sinfín de cuestiones muy lejanas del orden social moderno que empieza a dar muestras de los enormes problemas que es incapaz de solucionar. Las actuales autonomías partitocrática ya ha dado muestras sobradas de que pretenden más un omnímodo poder caciquil similar en muchos aspectos, cuando no peor, al estatal, que no una armónica distribución subsidiaria.  
No se puede dejar de considerar el estado moderno, realización del espíritu según Hegel , sin duda del espíritu etílico o del vino, pues vemos como da tumbos  se desmorona por momentos ante nuestros ojos presa de más grandes Leviatanes como es Europa en nuestro caso. El estado moderno es demasiado pequeño para los problemas de un mundo globalizado y demasiado grande para la vida cotidiana de los ciudadanos. El estado moderno, en nuestro caso España, como síntesis englobante de regiones falla como una escopeta de feria.
La sociedad y el estado cristiano medieval, cosmos ordenado con fundamento en una verdad metafísica, tenía una concepción simbólica del hombre, de la sociedad y de lo ultraterreno, capaz de dar un sentido de unidad a todo un continente en la época carolingia. Su mejor formulación fue la que nos dejó Dante en “De monarchia” con su noción de Imperator como unión de la autoridad espiritual y el poder temporal, herencia en buena parte del Imperium de Roma. Las diversas Españas tuvieron también su Imperator Hispaniae, basado en pacto vasallático de fidelidad  que no en gendarmes, códigos penales, opresiones odiosas u ocupaciones militares.
 
La unión de autonomías verdadera en un Imperium es la única concepción posible para  superar el declinante estado moderno, que nos ha dejado como herencia fabulosa de las mayores discordias y guerras conocidas en la historia y la destrucción del planeta como programa de futuro. Claro que la declinante situación actual del cristianismo no es como para tirar cohetes, y desde luego no está ya en condiciones de garantizar ningún orden cósmico permanente. Solo una observación del clima actual de las iglesias catalana y vasca, dan bastante que pensar acerca de posibles convivencias no fraccionarias.
 
El desperezamiento de diversos pueblos europeos y su difícil convivencia y encaje dentro de los moldes del estado nación de moderna factura democliberal hace pensar que acaso haya pasado ya la oportunidad histórica y el tiempo de estos; claro que menos juego dará aún una federación continental europea diseñada por altos ejecutivos, poderosos financieros y diplomáticos con caché, el phoedus o pacto puramente pragmático, comercial, genéricamente humano, horizontal y convencional: autopistas muchas y destinos pocos, euros devaluados, banco central de desconocida legitimidad democrática, política monetaria a cargo de no se sabe quien, bolsa de valores, ficticios en  su mayor parte, supresiones aduaneras a favor de aduana única para un conjunto sin rostro, amagos de eurodemocracia y europartitocracia, boletines oficiales de directivas tiranas, proyectos Leader de caprichoso favor, subvenciones a la desaparición de aparatos productivos, asalariados que no artistas de trabajo y vida, educaciones tecnocráticas con su Erasmus incluido, lenguas varias y ninguna verdad esencial y superior que enunciar, y mercachiflerías diversas; esto sería en definitiva llevar el mismo juego del estado nacional a un nivel puramente cuantitativo más amplio y extenso pero a la postre un intento fútil y destinado en no mucho tiempo a idénticas dificultades y fracasos, o probablemente mayores. Misteriosamente parece cerrarse un ciclo en el que el final parece aproximarse al principio. Una última esperanza cabría concebir si acaso se pudiera retornar al fundamento metapolítico que dio origen a Europa, pero todo un curso de acontecimientos desgraciados cavaron un abismo de distancias de casi imposible superación. Babel de desencuentros, necedades y cobardías, Europa parece estar abocada a su final por falta de principio. (Los cielos y la tierra pasarán…Luc. 21,33).
 
Tal estado de cosas permite observar además como las finanzas y los poderes mundiales condicionan la política europea de manera cada vez más ostensible.  Parece así como si estuviéramos cuanto menos en el ensayo de una sumisión global a un poder mundial que es una prefiguración del Anticristo.
 
Se no escapan cuales puedan ser los medios puramente humanos para realizar la síntesis de autonomía e Imperium, solo tenemos el anhelo de que llegue. Desde luego es dudoso que estimulando micronacionalismos, banderitas y consignas se vaya por el buen camino, más bien pensamos que esa es la táctica del Enemigo para la sumisión final absoluta.
La autonomía se ordena ante todo y sobre todo al bien común, que por cierto no quiere  ni mencionarse actualmente. El bien común no concuerda con el ánimo de lucro meta suprema de la sociedad demoliberal, triste pero cierto, he ahí un conflicto en el que queramos o no estamos inmersos. En este conflicto son muchos los que están invitados a evitar la derrota del bien común.  La libertad, y el respeto a las personas están por encima de cualquier doctrina o principios programáticos, que además el tiempo se encarga de mostrar impermanentes en la  mayoría de los casos.
¿Cómo proceder para ello? Un poco desordenadamente se pueden proponer una serie de actividades
Conferencias sobre un tema
Estudios
Seminarios
Encuentros regionales
Producción de documentos informativos on line
Producción de cuadernos dvd,cd
Producción de una revista anual
Cooperación con el ámbito académico y universitario
 
¿Cómo colaborar?  Por sugerir algunas  maneras se pueden enumerar
Vía estudio
-Historia
-Derecho
-Sociología y economía
-Política y metapolítica
- Vexilología
-Conocimiento lenguas
-Sugerencias y propuestas
Vía técnica
-Búsqueda y  profundización de información y datos
-Transformación de la información en cuadernos dossieres y soportes para el área técnica
-Transformación de datos en exposición
-Representante local, colaborador o propagandista (o las tres cosas a la vez)
 
Finalmente añadimos una pequeña selección de temas a tratar por si acaso se encontraran interesados en dichos temas.
Concejos, cortes,  hermandades y absolutismo.
 
Los fueros castellanos.
 
Del derecho consuetudinario castellano al contrato social. Pueblo, nación y poder. Autoritas y potestas
 
Federación ,confederación. Lo castellano y lo helvético.
 
Democracia directa y semidirecta. Iniciativa legislativa y referéndum popular. Alternativas a la partitocracia.
 
Juicio de residencia antiguo y corrupción moderna.
 
La representación. El mandato imperativo.
 
El derecho de revocación
 
Poder social y poder político. La restitución.
 
Autonomía e Imperium.
 
Figuras señeras del pensamiento castellanista (Elías Romera, Luis Carretero Nieva, Anselmo Carretero, Manuel González Herrero).
 
Un ensayista castellano: Jiménez Lozano .Una rendija de pensamiento hermético: Sanz del Río y el Krausismo.
 
 
Geografía de las comunidades de villa y tierra.
 
Heráldica castellana.
 
Mutualismo gremial en la Castilla medieval. El germen de la seguridad social.
 
Aspecto popular de la caballería castellana medieval.
 
Símbolos, fechas y fastos paradigmáticos de Castilla.
 
La guerra de los cien años y Castilla.
 
Tanteos modernos: el movimiento cantonal en Castilla.
 
Francesada, desamortización y destrozo cultural en Castilla.
 
Últimos resquicios del foralismo castellano. El carlismo en Castilla.
 
Iglesia, pensamiento, arte, calendario litúrgico en Castilla
 
Corrientes y partidos políticos castellanistas. El reciente nacionalismo pancastellanao.
 
 
Interrogantes sobre la demografía castellana. Finaciación de las pensiones. Dimensiones mundiales de la inmigración.
 
Recursos naturales: agua, tierra, bosques, viento. Especies animales y vegetales castellanas en la alimentación y la farmacopea.
 
Patrimonio rural y rutas no convencionales en Castilla.
 
Dinero y banca  alternativa.
 
Los preupuestos participados.
 
Educación en casa. Homeschoolig.
 
De la picaresca a la delincuencia. Desestructuración de la familia y la sociedad, marginación, delincuencia juvenil, drogas y vida de mala nota en Castilla.
 
Ganadería. Ciclos de la naturaleza. Singularidades de la gastronomía.
 
Medicina y farmacopea popular castellana.
 
Dialectología en Castilla.
 
Cuestiones etnológicas. Componentes no indoeuropeas: lo ibero.  
 
Tronco de lenguas ibéricas: el vascuence en la Castilla Condal..
 
Mística castellana y pensamiento ortodoxo bizantino.
 
Deportes autóctonos castellanos.
 
Literatura popular, romancero, romances de cordel , teatro popular.
 
Arte, artesanía y oficios populares castellanas.
 
Música popular, instrumentos, carmina, canciones medievales, renacentistas y modernas.
 
Leyendas populares y mitología castellanas.
 
Diferencias significativas con el País leonés.
 
Diferencias significativas con el País toledano manchego.
 
 
Esta enumeración improvisada y un tanto desordenada no pretende ser exhaustiva, se trata solo de una pequeña muestra de posibles temas monográficos a desarrollar con un adecuado grado de profundidad y extensión propio para una publicación destinada en principio a un público diverso. En cualquier caso la finalidad es mucho más suscitar interés, fascinar una poco al lector y desencadenar una pequeña catarsis que no una acumulación inútil de datos eruditos. Así como decía en su poesía León Felipe que tener un hijo es tener todos los hijos de mundo, así también conocer en verdad un país es conocer el mundo y de alguna manera todos los países del mundo.  Se pretende contribuir, en lo modesta e improbable medida en que lo puede conseguir el cálamo y el papiro, a despertar la responsabilidad y la conciencia de la tarea pública que, muy olvidado desgraciadamente  en la abstracta sociedad moderna, empieza por lo próximo. Ni el sistema económico capitalista que pretende del individuo el paradójico comportamiento como alto consumidor y una retribución adecuadamente barata como productor, ni un sistema político que pretende dejar en manos de las oligarquías de los partidos todas las decisiones, ni un sistema mediático dependiente en buena medida de las instancias anteriores, son los más adecuados para fomentar responsabilidad e interés por la cosa pública, como vemos no solo en las declinantes participaciones en las consultas políticas de los países accidentales, sino hasta en las modestas reuniones de comunidades de vecinos. En este sentido la desintegración de la colectividad castellana se puede decir que ha llegado a límites atómicos, raramente alcanzada en Europa.   
Superar la concepción meramente folclorista de jota, morcilla y gaitilla y despejar con claridad la inanidad de la extendida falacia de Castilla como pueblo y hombres sin atributos, a menos claro está de los atributos necesarios para el sostenimiento disciplinado del orden estatal y del engranaje capitalista, es la primera necesidad de una reflexión seria sobre lo castellano a la vez que un comienzo de ejercicio de comprensión sobre la manifestación de la universalidad del hombre en lo concreto y lo limitado. Cada pueblo es un alef misterioso que refleja la totalidad de los pueblos y del universo, pero el moderno nacionalismo empaña fatalmente la nítida contemplación de esa realidad; hasta el más refinado cosmopolita resulta que al final es de Socuéllamos o de Semenovskoye; como decía Jorge Santayana el filósfo cosmopolita y enamorado de Ávila:
 
Un  hombre debe permanecer fiel a sí mismo
y a su tradición o se convertirá moralmente en eunuco
y aborrecedor encubierto de toda la humanidad
(George Santayana. Mi anfitrión el mundo.)
 
 
No hay verdadero cosmopolitismo sin pies en la tierra originaria; si en un ejercicio de realismo se empieza a reconocer uno como hijo de un  pueblo se está dando un paso en orden a entender aquellas máximas de la vieja sabiduría: “conócete a ti mismo”;  o aquella otra: “sé lo que eres”. 
 
CENTRO DE ESTUDIOS CASTELLANOS
 
 

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