CENTRO DE ESTUDIOS CASTELLANOS
Una
declaración de propósitos
Volver una y otra vez acerca
de las cuestiones en las que se creyó
algún día vislumbrar un atisbo de verdad, es un comportamiento inevitable
cuando se quiere ser fiel a aquel atisbo. Así nos parecieron sugestivos ciertos
textos y autores que en su día intentaron esclarecer la naturaleza y
características de Castilla y lo castellano, que a primera vista parece ser más
bien vulgares abstracciones que nos dejan la sensación de carecer precisamente
de caracterizaciones espaciales o de
huella memorable, a menos de considerar la retórica hueca y grandilocuente que
frecuentemente acompañaba estas palabras desde el Siglo de Oro hasta el
romanticismo , incluido el antiguo himno
de infantería del que algo sabemos los
que por nuestra edad provecta tuvimos que hacer la mili.
Viviendo como vivimos en
latitudes meridionales más propias para la impulsividad que para la constancia
terca y machacona, hemos tenido indicios no muy numerosos pero si muy
elocuentes de como todo un acervo de ideas, de discursos, de escritos variados
y de sentimientos generosos se van olvidando poco a poco, para pasar en el
mejor de los casos a polvorientas estanterías cuando no al contenedor; no se ve
por otra parte una nueva generación
deseosa de tomar el relevo, ni siquiera para hacer unas dignas exequias al ocaso de una nacionalidad. No obstante en
medio de la oscuridad y decepción nos
atrevemos con temeridad a prolongar en el tiempo pensamientos, voluntades e intenciones y esfuerzos del pasado, con la
intención poco apreciada y cultivada en nuestras pagos de dar continuidad.
Nunca se sabe si alguna chispa de gracia pueda dar algún futuro a un por ahora
último esfuerzo.
No se trata en el presente
de dar continuidad y asociaciones del pasado que ya dieron de si lo que
pudieron y cuya revitalización , por motivos varios, no es ya viable, y tampoco
crear algún grupo minoritario o
sucedáneo de tal, que al cultivar temas sociales y políticos acaba sucumbiendo
a los cantos de sirena del activismo y acaba en obscena y breve mezcla con grupos o partidillos que mantiene
ideas exactamente opuestas a las que se tienen; el pasado ha suministrado ya un
muestrario no muy edificante, suficiente para renovar los yerros de antaño.
El modelo al que se tiende
es un poco difícil de enunciar en castellano, es lo que en lengua inglesa se denomina think
tank, bien que privada y ajena a cualquier adscripción partidaria o
gubernamental y desde luego no orientada a los potentados económicos sino al
pueblo castellano, o lo queda de él, en
particular y sobre todo y más importante
al bien común de una manera más general. No albergamos ninguna esperanza en
cuanto a que sea numeroso, es más con cierta insolencia afirmamos que no nos avergüenza confesar que se tratará en principio
de una miniatura de think tank, puesto que estamos por aquello de que lo
pequeño es hermoso. Casi nos atrevemos a añadir, para quien lo entienda, que en
el dominio del espíritu las cosas no dependen de la cantidad
Con una retrospectiva de los
tiempos pasados, no tan mejores como decía el poeta, no cabe sino reconocer que
pasados más de treinta años de la España de las autonomías se ha llegado a ver
el fruto de un régimen partitocrático, convenientemente intitulado de
democracia, donde se han venido disolviendo progresivamente los principios
tradicionales de subsidiaridad y solidaridad, confundida la primera y luego tergiversada
por ramalazos de micronacionalismos
exacerbados; un totum revolutum de racismo, lengua y reclamos de delirantes supremacías bien patentes en
los orígenes de los Prat de la Riba y Sabino Arana, hoy día un poco disfrazados,
trufados con aspiraciones liberadoras anticolonialistas de tipo tercermundistas
y africano de la segunda mitad del siglo veinte, atizadas a su vez por poderes
mundialistas opacos . Los corolarios de tales excesos se traducen en
concentraciones multitudinarias con miles de banderas, que recuerdan aquellos
siniestros congresos de Núremberg. Y una solidaridad cada vez más precaria en
una marea de liberalismo ultraliberal sometido también a políticas mundiales de
dominio.
Se advierte por otra parte
que las cosas caminan aceleradamente hacia nuevos escenarios de los que
empiezan a hablar sin rubor hasta los padres de la patria; así se empiezan a
oír cábalas y conjeturas públicas sobre secesiones, autodeterminaciones,
independencias, separaciones y otros desencuentros cuyos motivos habría que
sospechar no solo en nacionalismos locales sino, como ya hemos mencionado, en
estrategias mundiales de confrontación y en nuevos acomodos de poder
intraeuropeos piadosamente ocultados tras una cada vez más desvaída unión
europeista. No dejan de ser hoy día
válidas las viejas consideraciones de los eslabones débiles y periféricos de la
cadena europea, que haría de la Península Ibérica un probable candidato a
devenir unos segundos Balcanes europeos, en virtud de consideraciones no
fáciles de resumir en unas líneas. Obviamente poco o nada pesarían en este laberinto
político las regiones más débiles y carentes de una clara conciencia histórica,
cultural y política de su existencia, entre las que sin duda se puede incluir a
Castilla. La desaparición probable de ciertos estados nación europeos, entre
los que se incluye España, que en cuanto modernos epígonos de la Revolución
Francesa no son por otra parte -fervores nacionales al margen- instituciones demasiado vetustas y
venerables, a lo sumo 200 años, dejaría definitivamente inermes a muchos
habitantes de regiones sometidas ya a un
proceso secular de despojamiento de sus tradiciones forales, jurídicas, sociales y políticas, y sometidos
directamente al enorme poder del estado moderno y sus agencias, sin cuerpos
intermedios que valgan, y, lo que es
aún peor, víctimas de un síndrome de
Estocolmo que vitorea y jalea a su raptor, como es probable en el caso
castellano.,
Así ha llegado a ser
insólito y marciano traer a colación
caracterizaciones de Castilla basados en una determinada antropología
histórica y social, que sin embargo eran pertinentes hace cuarenta años, en el
llamado tiempo de la transición, en concreto nos referimos a interpretaciones
de Elías Romera, a Luis Carretero Nieva , a Anselmo Carretero Jiménez, , y a
Manuel González Herrero entre otros. ¿Qué sentido tendría una precisa
delimitación geográfica, histórica y social de una Castilla que finalmente
pasaría a estar en manos de unos partidos turnantes del poder, intrínsecamente
caciquiles, golosos de codicia y prestos
a la corrupción y a su vez sometidos a
unos poderes mundiales cuasi si no totalmente autocráticos? Sin hablar por
supuesto de la viabilidad económica de faraónico invente autonómico.
Pero ¿cómo renunciar al
recuerdo de los fueros castellanos, ese espacio de libertad indisociable del el
pacto y la jerarquía de orden tradicional y espiritual ? hoy cosa inconcebible
en los tiempos de igualdad, equalitas cuantitativa e injusta que poco tiene que
ver con la equitas cualitativa, inflación legal, que poco tiene que ver con la
justicia y ausencia de verdadera
autoritas, que se sustituye con una potestas degrada de astucia y violencia
cuando es necesario; todo ello campo para historiadores, sociólogos, políticos y juristas; los nuevos medios permiten sacar
de las polvorientas bibliotecas interesantes
textos donde se plasmó la vida de la sociedad castellana.
Tan interesante como la sociedad
foral castellana medieval y sus débiles
y anémicas prolongaciones en la edad moderna, son los episodios
sucesivos de despojamiento de fueros y libertados populares culminados con el liberalismo. El resultado
ha sido un espacio homogéneo sin cualidades distinguibles, a lo sumo un idioma
común, en que el individuo se encuentra solo frente al estado como mero
súbdito, sin cuerpos intermedios verdaderamente subsidiarios. Y cuando desde
los poderes centrales se ha hecho el intento artificial de crear autonomías artificiales basadas en apaños,
consensos y poderes de los partidos se comprueba con estupefacción que en la
llamada autonomía de Castilla y León, la más grande de las regiones administrativas de Europa, el
personal, según las encuestas, se siente español y no castellano ni leonés. No
hay grandes sociedades posibles, pues no hay más “societas” verdaderas cuando
los “socii” cesan de sentirse tales. Solo les encuadran entonces la ideología
partidaria y la policía cuando falle
aquella, sin unirlos ni organizarlo verdaderamente. Así súbditos y no socios en
una crisis de económica y social sin antecedentes conocidos, no se ve reacción
popular digna de ese nombre que permita vislumbrar reacción alguna para salir
del caos, solo la sumisión fatalista, la rabieta callejera o la rebelión
fanática secesionista en pro de partidos micronacionalistas , a cual más
destructiva.
Frente a la parodia de
las autonomías partitocráticas, de
insoportable coste, cabe pensar en autonomías verdaderamente populares, de
socios con voz y voto, no de partidos y programas con propuestas-deseo, las más
de las veces demagógicas y mentirosas. Acude a la mente la tentación retórica
de mencionar los concejos medievales castellanos, los gremios, las cofradías,
los claustros universitarios, y otros órdenes que o bien son ya inexistentes, o
los que quedan, lejos de tener características de verdaderos cuerpos
intermedios no son más que pálidos
espectros de aquellos, dominados hoy día por poderes políticos o financieros,
por no dejar la cosa en estos últimos. Producto refinado de la sociedad
liberal: el individuo queda inerme ante
poderes colosales sin ninguna medida común con él.
Naturalmente que como nos
recordaba Elías Romera en entusiasmo por las libertades forales de antaño no
nos lleva a pretender resucitar los fueros de antaño pero si apostar por la
autonomía popular, alejar a la política cotidiana del ciudadano del poder y los
partidos con su ilimitada corrupción, restablecer la misión eminentemente
civilizadora de los antiguos concejos, con la democracia directa cuando por el
número sea posible por conocimiento de los reunidos, y cuando no la democracia
semidirecta, de la que tan envidiables muestras nos ha dado Suiza , con sus dos
mecanismos básicos que son la iniciativa legislativa popular y el referéndum
popular, procedimientos importantísimos, dado que ya no existen los cuerpos
intermedios que permiten una verdadera representación, mediante las cuales la
primera ( iniciativa) y última palabra ( referendun) está en manos del pueblo y
no de los partidos, lo que por otra
parte los medios informáticos modernos facilitan extraordinariamente. Sin
olvidar tampoco el juicio de residencia, el mandato imperativo, derecho de
revocación, los presupuestos participados, educación en familia, moneda y banca
alternativa, servicios voluntarios de utilidad social y un sinfín de cuestiones muy lejanas del orden
social moderno que empieza a dar muestras de los enormes problemas que es
incapaz de solucionar. Las actuales autonomías partitocrática ya ha dado
muestras sobradas de que pretenden más un omnímodo poder caciquil similar en
muchos aspectos, cuando no peor, al estatal, que no una armónica distribución
subsidiaria.
No se puede dejar de
considerar el estado moderno, realización del espíritu según Hegel , sin duda
del espíritu etílico o del vino, pues vemos como da tumbos se desmorona por momentos ante nuestros ojos
presa de más grandes Leviatanes como es Europa en nuestro caso. El estado
moderno es demasiado pequeño para los problemas de un mundo globalizado y
demasiado grande para la vida cotidiana de los ciudadanos. El estado moderno,
en nuestro caso España, como síntesis englobante de regiones falla como una
escopeta de feria.
La sociedad y el estado cristiano medieval, cosmos ordenado con
fundamento en una verdad metafísica, tenía una concepción simbólica del hombre,
de la sociedad y de lo ultraterreno, capaz de dar un sentido de unidad a todo
un continente en la época carolingia. Su mejor formulación fue la que nos dejó
Dante en “De monarchia” con su noción de Imperator como unión de la autoridad
espiritual y el poder temporal, herencia en buena parte del Imperium de Roma. Las
diversas Españas tuvieron también su Imperator Hispaniae, basado en pacto
vasallático de fidelidad que no en
gendarmes, códigos penales, opresiones odiosas u ocupaciones militares.
La unión de autonomías verdadera en un Imperium es la única concepción
posible para superar el declinante
estado moderno, que nos ha dejado como herencia fabulosa de las mayores
discordias y guerras conocidas en la historia y la destrucción del planeta como
programa de futuro. Claro que la declinante situación actual del cristianismo
no es como para tirar cohetes, y desde luego no está ya en condiciones de
garantizar ningún orden cósmico permanente. Solo una observación del clima
actual de las iglesias catalana y vasca, dan bastante que pensar acerca de
posibles convivencias no fraccionarias.
El desperezamiento de diversos pueblos europeos y su difícil convivencia
y encaje dentro de los moldes del estado nación de moderna factura democliberal
hace pensar que acaso haya pasado ya la oportunidad histórica y el tiempo de
estos; claro que menos juego dará aún una federación continental europea
diseñada por altos ejecutivos, poderosos financieros y diplomáticos con caché,
el phoedus o pacto puramente pragmático, comercial, genéricamente humano,
horizontal y convencional: autopistas muchas y destinos pocos, euros
devaluados, banco central de desconocida legitimidad democrática, política
monetaria a cargo de no se sabe quien, bolsa de valores, ficticios en su mayor parte, supresiones aduaneras a favor
de aduana única para un conjunto sin rostro, amagos de eurodemocracia y
europartitocracia, boletines oficiales de directivas tiranas, proyectos Leader
de caprichoso favor, subvenciones a la desaparición de aparatos productivos, asalariados
que no artistas de trabajo y vida, educaciones tecnocráticas con su Erasmus
incluido, lenguas varias y ninguna verdad esencial y superior que enunciar, y
mercachiflerías diversas; esto sería en definitiva llevar el mismo juego del
estado nacional a un nivel puramente cuantitativo más amplio y extenso pero a
la postre un intento fútil y destinado en no mucho tiempo a idénticas
dificultades y fracasos, o probablemente mayores. Misteriosamente parece
cerrarse un ciclo en el que el final parece aproximarse al principio. Una
última esperanza cabría concebir si acaso se pudiera retornar al fundamento
metapolítico que dio origen a Europa, pero todo un curso de acontecimientos
desgraciados cavaron un abismo de distancias de casi imposible superación. Babel
de desencuentros, necedades y cobardías, Europa parece estar abocada a su final
por falta de principio. (Los cielos y la tierra pasarán…Luc. 21,33).
Tal estado de cosas permite observar además como las finanzas y los
poderes mundiales condicionan la política europea de manera cada vez más
ostensible. Parece así como si
estuviéramos cuanto menos en el ensayo de una sumisión global a un poder
mundial que es una prefiguración del Anticristo.
Se no escapan cuales puedan
ser los medios puramente humanos para realizar la síntesis de autonomía e
Imperium, solo tenemos el anhelo de que llegue. Desde luego es dudoso que
estimulando micronacionalismos, banderitas y consignas se vaya por el buen
camino, más bien pensamos que esa es la táctica del Enemigo para la sumisión
final absoluta.
La autonomía se ordena ante
todo y sobre todo al bien común, que por cierto no quiere ni mencionarse actualmente. El bien común no
concuerda con el ánimo de lucro meta suprema de la sociedad demoliberal, triste
pero cierto, he ahí un conflicto en el que queramos o no estamos inmersos. En
este conflicto son muchos los que están invitados a evitar la derrota del bien común. La libertad, y el respeto a las personas están
por encima de cualquier doctrina o principios programáticos, que además el
tiempo se encarga de mostrar impermanentes en la mayoría de los casos.
¿Cómo proceder para ello? Un
poco desordenadamente se pueden proponer una serie de actividades
Conferencias sobre un tema
Estudios
Seminarios
Encuentros regionales
Producción de documentos
informativos on line
Producción de cuadernos
dvd,cd
Producción de una revista
anual
Cooperación con el ámbito académico
y universitario
¿Cómo colaborar? Por sugerir algunas maneras se pueden enumerar
Vía
estudio
-Historia
-Derecho
-Sociología y economía
-Política y metapolítica
- Vexilología
-Conocimiento lenguas
-Sugerencias y propuestas
Vía
técnica
-Búsqueda y profundización de información y datos
-Transformación de la
información en cuadernos dossieres y soportes para el área técnica
-Transformación de datos en
exposición
-Representante local,
colaborador o propagandista (o las tres cosas a la vez)
Finalmente añadimos una
pequeña selección de temas a tratar por si acaso se encontraran interesados en
dichos temas.
Concejos, cortes,
hermandades y absolutismo.
Los fueros castellanos.
Del derecho consuetudinario castellano al contrato social. Pueblo,
nación y poder. Autoritas y potestas
Federación ,confederación. Lo castellano y lo helvético.
Democracia directa y semidirecta. Iniciativa legislativa y referéndum
popular. Alternativas a la partitocracia.
Juicio de residencia antiguo y corrupción moderna.
La representación. El mandato imperativo.
El derecho de revocación
Poder social y poder político. La restitución.
Autonomía e Imperium.
Figuras señeras del pensamiento castellanista (Elías Romera, Luis
Carretero Nieva, Anselmo Carretero, Manuel González Herrero).
Un ensayista castellano: Jiménez Lozano .Una rendija de pensamiento
hermético: Sanz del Río y el Krausismo.
Geografía de las comunidades de villa y tierra.
Heráldica castellana.
Mutualismo gremial en la Castilla medieval. El germen de la seguridad
social.
Aspecto popular de la caballería castellana medieval.
Símbolos, fechas y fastos paradigmáticos de Castilla.
La guerra de los cien años y Castilla.
Tanteos modernos: el movimiento cantonal en Castilla.
Francesada, desamortización y destrozo cultural en Castilla.
Últimos resquicios del foralismo castellano. El carlismo en Castilla.
Iglesia, pensamiento, arte, calendario litúrgico en Castilla
Corrientes y partidos políticos castellanistas. El reciente nacionalismo
pancastellanao.
Interrogantes sobre la demografía castellana. Finaciación de las
pensiones. Dimensiones mundiales de la inmigración.
Recursos naturales: agua, tierra, bosques, viento. Especies animales y
vegetales castellanas en la alimentación y la farmacopea.
Patrimonio rural y rutas no convencionales en Castilla.
Dinero y banca alternativa.
Los preupuestos participados.
Educación en casa. Homeschoolig.
De la picaresca a la delincuencia. Desestructuración de la familia y la
sociedad, marginación, delincuencia juvenil, drogas y vida de mala nota en
Castilla.
Ganadería. Ciclos de la naturaleza. Singularidades de la gastronomía.
Medicina y farmacopea popular castellana.
Dialectología en Castilla.
Cuestiones etnológicas. Componentes no indoeuropeas: lo ibero.
Tronco de lenguas ibéricas: el vascuence en la Castilla Condal..
Mística castellana y pensamiento ortodoxo bizantino.
Deportes autóctonos castellanos.
Literatura popular, romancero, romances de cordel , teatro popular.
Arte, artesanía y oficios populares castellanas.
Música popular, instrumentos, carmina, canciones medievales, renacentistas
y modernas.
Leyendas populares y mitología castellanas.
Diferencias significativas con el País leonés.
Diferencias significativas con el País toledano manchego.
Esta enumeración improvisada y un tanto desordenada
no pretende ser exhaustiva, se trata solo de una pequeña muestra de posibles
temas monográficos a desarrollar con un adecuado grado de profundidad y
extensión propio para una publicación destinada en principio a un público
diverso. En cualquier caso la finalidad es mucho más suscitar interés, fascinar
una poco al lector y desencadenar una pequeña catarsis que no una acumulación
inútil de datos eruditos. Así como decía en su poesía León Felipe que tener un
hijo es tener todos los hijos de mundo, así también conocer en verdad un país
es conocer el mundo y de alguna manera todos los países del mundo. Se pretende contribuir, en lo modesta e
improbable medida en que lo puede conseguir el cálamo y el papiro, a despertar
la responsabilidad y la conciencia de la tarea pública que, muy olvidado
desgraciadamente en la abstracta
sociedad moderna, empieza por lo próximo. Ni el sistema económico capitalista
que pretende del individuo el paradójico comportamiento como alto consumidor y
una retribución adecuadamente barata como productor, ni un sistema político que
pretende dejar en manos de las oligarquías de los partidos todas las
decisiones, ni un sistema mediático dependiente en buena medida de las
instancias anteriores, son los más adecuados para fomentar responsabilidad e
interés por la cosa pública, como vemos no solo en las declinantes
participaciones en las consultas políticas de los países accidentales, sino
hasta en las modestas reuniones de comunidades de vecinos. En este sentido la
desintegración de la colectividad castellana se puede decir que ha llegado a
límites atómicos, raramente alcanzada en Europa.
Superar la concepción meramente folclorista de jota, morcilla y gaitilla
y despejar con claridad la inanidad de la extendida falacia de Castilla como
pueblo y hombres sin atributos, a menos claro está de los atributos necesarios
para el sostenimiento disciplinado del orden estatal y del engranaje
capitalista, es la primera necesidad de una reflexión seria sobre lo castellano
a la vez que un comienzo de ejercicio de comprensión sobre la manifestación de
la universalidad del hombre en lo concreto y lo limitado. Cada pueblo es un
alef misterioso que refleja la totalidad de los pueblos y del universo, pero el
moderno nacionalismo empaña fatalmente la nítida contemplación de esa realidad;
hasta el más refinado cosmopolita resulta que al final es de Socuéllamos o de
Semenovskoye; como decía Jorge Santayana el
filósfo cosmopolita y enamorado de Ávila:
Un hombre debe permanecer fiel a sí mismo
y a su tradición o se
convertirá moralmente en eunuco
y aborrecedor encubierto de
toda la humanidad
(George
Santayana. Mi anfitrión el mundo.)
No hay verdadero cosmopolitismo sin pies en la
tierra originaria; si en un ejercicio de realismo se empieza a
reconocer uno como hijo de un pueblo se
está dando un paso en orden a entender aquellas máximas de la vieja sabiduría:
“conócete a ti mismo”; o aquella otra: “sé
lo que eres”.
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