En defensa de los fueros
Alonso de Blanco, cántabro y residente en Cantabria (que
siempre fue Castilla y que también tuvo fueros).
Discutía hoy con dos de mis tías que, tras ver
Intereconomía ayer por la noche, estaban totalmente convencidas de que se
debían quitar los fueros a Navarra. Tengo la impresión de que esta vez los
contertulios de Intereconomía han ido demasiado lejos. Aunque, y esto debo
decirlo en defensa de los espectadores de Intereconomía, no creo que se hayan
creído el vídeo, impreciso y repleto de errores, que se exhibió públicamente en
esa cadena en el que considero un brutal ataque a la inteligencia y el sentido
común de los telespectadores.
Aún así, creo que el tema navarro, sobre el que hemos
discutido, merece algunas precisiones. Aunque en Navarra hay mayoría en torno a
la defensa de los fueros (con alguna excepción), parece que en el resto de
España los fueros están mal vistos.
Manifestación en Pamplona, allá por 2007, en defensa
de los fueros
La defensa de los fueros en toda España desde el siglo
XIX ha ido unida a pensadores regionalistas y tradicionalistas, que suscribían
la razón de Carlos VII cuando dijo “yo no soy liberal y, sin embargo, puedo y
quiero ser el rey de la libertad”. Carlos VII fue uno de los reyes más queridos
por los carlistas, que no se resignaban a que las libertades concretas que
ellos disfrutaban fueran sustituidas por las libertades de los liberales (que
prometían mucho pero que beneficiaban sólo a los selectos que gobernaban). El
carlismo acabó siendo un movimiento con un amplio seguimiento entre los
indefensos y las clases populares. Los
fueros eran la plasmación en España del principio de subsidiariedad: “una
estructura social de orden superior no debe interferir en la vida interna de un
grupo social de orden inferior, privándole de sus competencias, sino que más
bien debe sostenerle en caso de necesidad y ayudarle a coordinar su acción con
la de los demás componentes sociales, con miras al bien común” (CA 48; Pío XI,
enc. Quadragesimo anno). Hoy, con el liberalismo vencedor, vemos lo que ya se
temía el pueblo en el siglo XIX.
Los derechos concretos de las regiones, las libertades de
los españoles y la autonomía de los municipios sufren cada vez que a algún
descerebrado se le ocurre sugerir acabar con los fueros.
Una de las contradicciones del liberal de hoy es que
pretende despojar de su identidad a la región que por conservar los fueros es
la región más libre de España. Se debe, sin duda, al horror que le produce al
liberalismo español la prueba palpable de que han fracasado. Sí, han fracasado
estrepitosamente y yo me alegro por ello. Sin embargo, antes de su caída el
liberalismo sigue haciendo mucho daño y ahora pretende morir llevándose con él
a su enemigo más fuerte. Navarra es la prueba palpable de que el sistema
centralista liberal es un fracaso.
Hay quien dice que los navarros tienen privilegios y que
eso es injusto. Frederick D. Wilhelmsen, un americano con más sentido común que
los contertulios de Intereconomía, señaló en su libro “Así pensamos” la
distinción entre fuero y privilegio: “A veces se confunde un fuero con un
privilegio y la confusión es fácil de entender. Lo que era un privilegio
otorgado por un rey a un pueblo, gremio o aldea en un momento histórico, muy a
menudo solía considerarse como un fuero por la entidad jurídica que la había
recibido y por los descendientes del rey que lo había dado. Pero fuero,
entendido técnicamente, no es ningún privilegio. Un fuero se establece a través
del tiempo. Un fuero nunca es un artefacto fabricado en un momento. Todos los
fueros son derechos y libertades concretas.
(…) Un fuero es la concreción de un derecho, los pies que hacen que los
derechos anden. Los fueros son la encuadernación jurídica de los derechos. Para
ejercer el derecho de casarse, hace falta una comunidad que posibilite que los
hombres y las mujeres se conozcan. A fin de que un hombre con un oficio o
profesión lo ejerza, es menester que su trabajo se enfoque dentro de una
estructura jurídica que garantice el desarrollo libre del mismo oficio. Los
fueros siempre implican, por lo tanto, la encarnación histórica de una serie de
derechos que incluyen, a la vez, una serie de deberes. Hay cierta reciprocidad
implicada en todos los fueros: do ut des. Es imprescindible notar, a la luz de
lo ya dicho, que los fueros nacen de una serie de actividades humanas ya
existentes”.
Los fueros son en este caso concreto la clave de la unión
de Navarra a España, como leemos hoy en Navarra Confidencial:
“Al terminar las hostilidades con la victoria del bando
castellano-beaumontés, las Cortes de Navarra se reúnen en 1513 con la
asistencia tanto de los beaumonteses como de buena parte de los agramonteses.
El pacto entre Navarra y Castilla se sella en esa reunión al reconocer una
parte los fueros y la otra la corona de Castilla. La corona la misma, pero los
reinos distintos.
Desde entonces los reyes de Castilla serían además reyes
de Navarra pero, aunque teniendo un mismo rey, ambos seguirían siendo reinos
distintos con leyes y gobiernos distintos. Los términos los recoge muy
ilustrativamente la Novísima Recopilación de los Fueros y Leyes de Navarra al
describir que “la incorporación de este Reino a los de León y Castilla fuese
quedando salvos e ilesos todos sus Fueros, leyes y costumbres para governarse
por ellos: de manera que el haverla incorporado no fue por modo de supresión,
sino por el de unión eqüe principal, y assí cada Reino retuvo su naturaleza
antigua en Leyes, territorio y gobierno”.
La base de la unión de Navarra al resto de España es por
tanto un acuerdo. Un acuerdo en virtud del cual los navarros aceptan de buen
grado una corona común a cambio de que se reconozcan y se respeten sus Fueros.
Es por esto por lo que, pese a todas las vicisitudes posteriores, Navarra tiene
un régimen foral dentro de España. Por lo que el gobierno de España no puede
modificar unilateralmente el régimen foral y por lo que los navarros somos tan
celosos de nuestros fueros dentro de España”.
Los fueros forman parte de la identidad de Navarra,
identidad que parece importarles bien poco a los liberales de ayer y de hoy. De
todas formas, la situación me recuerda al envidioso estudiante de malas notas
que se queja de que al de buenas notas el gobierno le dé una beca: ¡eso es
injusto! ¡Por qué a mí no y a él sí!
Cualquiera con un poco de sentido común le contestaría a
ese repelente estudiante: ¡Porque se lo ha ganado! Si hay una desigualdad es
por esta razón y no otra. Navarra tuvo fueros, como el resto de España. Cuando
vinieron a quitárselos, Navarra resistió y luchó con denuedo.
Acabo con otra cita de Wilhelmsen: “Se puede apreciar que
es imprescindible unir el sentido de la Patria y una adhesión a los fueros para
mantener la forma y manera según la cual la Patria quiere vivir. Ya hemos dicho
que la Patria no puede prescindir de lo patriarcal y el fuero familiar es una
piedra sobre la cual todo lo demás se edifica. La Patria exige una variedad de
instituciones, de costumbres, de regiones y de maneras de ser. La Patria es un
despliegue analógico y la analogía, como dice Santo Tomás de Aquino, es la
diferencia en la unidad”.
Entendemos que hay a quien no le guste la diferencia en
la unidad, no sepa comprender la riqueza de la diversidad y prefiera un estado
centralizado a la francesa (es decir, previo asesinato de aquellos que luchan
por sus raíces y su identidad). Quizá tengan sus razones. Nosotros les
proponemos varias acciones que pueden emprender:
1. Se van a vivir a Francia (pueden seguir Intereconomía
por Internet)
2. Continúan viviendo en España quejándose y lamentándose
(siempre les quedará Intereconomía).
La otra opción es hacer lo que debieron hacer antes de
que llegáramos a este sinsentido: luchen por su libertad como Dios manda. Ya le
dijo su madre a Boabdil: “No llores como una mujer lo que no supiste defender
como un hombre”. El sistema no funciona, está claro, pero no hagan que funcione
peor. Esperemos que los navarros no tengan que pagar porque el resto del pueblo
español está sufriendo el desastre autonómico y que por no tener fueros es
pasto de la burocracia y la partitocracia.
Mientras los navarros celebran la Gamazada…
…a nosotros nos
queda celebrar la fiesta de la Constitución que nos está destruyendo. ¿Pagamos
más impuestos? Sí, pero no echemos la culpa a los demás por ello.
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