Draghi toreroDavid Torres
13feb 2013
Como soy un poco despistado, pensé que ayer
clausuraban el hemiciclo porque Draghi iba a torear en el Congreso de los
Diputados. Le pregunté a un ujier y me dijo que estaba todo vendido pero que
por cien euros me conseguía un asiento en andanada. “¿Draghi?” pregunté un poco
escamado. “Es que con ese nombre no sé yo si será buen diestro”. “Más diestro
no puede ser” respondió el ujier, que ya pasaba almohadillas de contrabando.
No acababa de calzar a Draghi en el traje de luces, ni
siquiera en el de banderillero; le veía como mucho cara de picador, con el
castoreño terciado y metiendo el pullazo hasta el hígado. Pero prefería no
imaginar quién iba a ejercer de caballo aunque ya me iba haciendo una idea.
Luego todo se quedó en mi imaginación porque fue una sesión a puerta cerrada.
“Es por el olor” dijo alguien. Yo pensé que mejor sería que Draghi se andara
con ojo, que al menor descuido le endosaban los cuadernos de Bárcenas.
Al final resultó que Draghi no venía a torear sino
sólo a explicar cómo darnos la puntilla. Entre el toreo y la banca hay cada vez
menos diferencias. Ambas son disciplinas en que un matarife se reviste de
adornos y adjetivos para burlar a una bestia noble, torpe y confiada. El toro
entra al trapo con la misma ilusión con que el pueblo entra al banco. Al igual
que el banquero, el torero trabaja básicamente con engaños, ocultándose detrás
de maniobras vistosas de nombres resonantes (verónicas, chicuelinas,
preferentes) cuya única finalidad es demostrar al pobre bruto quién manda.
Ciertamente, el torero corre algún riesgo, más que nada porque los toros no son
del todo gilipollas. Cada mil corridas, más o menos, un matador visita el
hospital, pero en este país no se sabe de un solo banquero que haya acabado
empitonado.
A esto debía referirse Toni Cantó ayer cuando decía
que los animales no tienen derechos, ni derecho a la vida ni a la libertad.
Otros, en cambio, piensan que sí y por eso le dejaron seguir hablando. Yo
siempre había creído que UpyD eran las siglas de Upa Dance, aquel grupo de
chavales dedicados al baile berrendo, pero luego pensé que no, que los chavales
se merecen un respeto, que al menos a ellos no los han trincado en chanchullos
tan turbios como los que tramaron los boy scouts de Rosa Díez en
Valencia. Todavía no son un partido político serio y ya son un partido corrupto
hasta la bola. Pero al menos ha servido para que Toni Cantó abandone el teatro,
algo que nunca agradeceremos bastante. Sólo por apartar a este chico de las
tablas ya habría que declarar a UpyD Bien de Interés Cultural, tal vez no
al mismo nivel que los toros pero similiar al de arrojar una cabra de lo alto
de un campanario.
Comentario por El Menda
13/02/2013
08:17
El morlaco Draghi, de la
misma ganadería que de Guindos o Monti, el hierro neoliberal, salió embistiendo
con fuerza, especialmente por el pitón derecho, exigiendo más recortes. El
diestro Alberto Garzón realizó con el citado animal una fina y elegante
corrida, mención especial merece su trabajo por la izquierda. Dicha finura en
el toreo no fue apreciada por el presidente de la corrida, Jesús Posadas, que
avisó al torero por su labor insistente por el lado zurdo.
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