¿Elecciones generales?
Por
José Antonio de Yturriaga
A VOTAR DE NUEVO TOCA?
Aunque tengan distinto objetivo, se da una estrecha
interconexión entre las elecciones autonómicas en Cataluña y las generales en
toda España, por lo que se influyen mutuamente. En una democracia, el pueblo
–aunque se equivoque- siempre tiene razón y su voluntad debe prevalecer. El
problema es que los partidos políticos no siempre entienden el mensaje de las
urnas, ni siguen la senda que les marca el electorado. Esto ha pasado en los
últimos comicios, catalanes y generales. Los independentistas lograron en la
hora undécima llegar a un acuerdo para evitar la repetición de las elecciones
catalanas. Esta por ver si la responsabilidad y el sentido de Estado de los dos
principales partidos consiguen evitar la repetición de las generales.
Interpretación
sesgada de las elecciones catalanas por parte de los secesionistas
Pese a la
campaña masiva de los medios de comunicación catalanes, de tinte “goebeliano”,
y el abuso de poder de Artur Mas desde la Generalitat ,
las elecciones autonómicas plebisictarias no fueron ganadas por los partidos
separatistas, coaligados en “Junts pel SÍ”,
que -aunque fueron la fuerza más votada- no alcanzaron la mayoría absoluta. Sólo
obtuvieron el 39.65% de los votos expresados e, incluso sumándole el 8.20% del partido
antisistema CUP, no llegaron al 50%, cifra insuficiente para un plebiscito,
cualquiera que fuere su forma. Juntos, aunque no revueltos, las fuerzas
separatistas no consiguieron la mayoría absoluta en el Parlament -72 escaños- y “Junts
pel SÍ” necesitaba imperativamente los votos de la CUP para que Mas –escondido en
el cuarto lugar de la lista de la coalición- pudiera formar gobierno. Pese a
ello, el propio Mas y Junqueras mantuvieron que habían conseguido el apoyo del
pueblo catalán para formar un Gobierno que llevara a Cataluña a la
independencia.
El
verdadero vencedor de las elecciones de 2015 fue Ciudadanos (Cs), que –al
recoger el voto útil de los catalanes no separatistas, en detrimento del PP- se
convirtió con 24 diputados en la segunda fuerza política de Cataluña. En las
elecciones generales “pinchó” en su casa
y bajó al quinto lugar, empatado a escaños con el PP. EL PSC consiguió parar la
sangría de pérdida de votos gracias a hacer campaña como parte integrante del
PSOE y renunciar al hasta entonces defendido “derecho a decidir”. Podemos (Ps) fracasó con su alianza con
Izquierda Unida/los Verdes y Equo en “Catalunya sí que es Pot”, ya que obtuvo
menos diputados -11- que los conseguidos sola por ICV en 2012. Este fiasco le
hizo cambiar de táctica en las elecciones generales, en las que se alió con la
izquierda y los movimientos populares y antisistema en la coalición “Barcelona
en Comú”.
Formación del
Gobierno de la Generalitat
La formación de un Gobierno independentista no ha sido nada sencilla,
porque la CUP exigió
la sustitución de Mas por otro candidato menos enlodado por la corrupción y la
aplicación de un programa socio-económico en las antípodas del defendido hasta
entonces por su partido. De forma incomprensible, el Moisés catalán aceptó
todas sus exigencias, salvo la de abandonar la poltrona, contando hasta el
penúltimo momento con el respaldo de su partido y la inexplicable solidaridad
de sus socios de ERC. Mas se bajó los pantalones, los calzoncillos y hasta la
piel para seguir en el machito, pero –a pesar de su impudencia- no consiguió su
objetivo. Los antisistema mostraban una cierta coherencia, respetaban su
compromiso electoral y se negaban a apoyar la investidura de Mas. A causa de la
enorme presión ejercida por “Junts pel SÍ”,
las fuerzas sociales independentista –como las Asociación Nacional de Cataluña
y “Omnium Cultural”- y los medios
catalanes de comunicación, la CUP
se partió por la mitad, pero –por una
ínfima mayoría- mantuvo su veto, lo que hacía inevitable la celebración de
nuevas elecciones autonómicas. Ante la consumación del fracaso para formar un
Gobierno que iniciase el “procés” de
secesión, Junqueras empezó a tomar distancias de su ególatra socio, que
pretendía presentarse en las nuevas elecciones como cabeza de lista de lo que
quedaba de su partido y reeditar la coalición de “Junts pel SÍ”, y que le propuso, en una última pirueta, que ERC se
integrara en el Gobierno provisional. Junqueras se había rendido con
anterioridad a los chantajes de Mas y aceptado a regañadientes participar en el
simulacro de referéndum de autodeterminación y formar una coalición para las
elecciones autonómicas, que resultó un fiasco al obtener “Junts pel SÍ” menos votos que consiguieron CDC y ERC por separado
en las elecciones de 2012. Por razones poco comprensibles, Junqueras apoyaba de
forma incondicional la candidatura de
Mas a la investidura y, sólo a última hora, le pidió de forma implícita que diera
paso a otro candidato para lograr el respaldo de la CUP , pero aquél no se daba por aludido y –como el personaje
televisivo, Felipito Catatún- repetía hasta la saciedad :”Yo sigo”. Consciente
de que había llegado su hora, ya que en las elecciones generales ERC había superado por primera vez a CDC en
votos y escaños, Junqueras calificó de “fraude” la propuesta de participar en
el Gobierno y se negó a reeditar la coalición con su apestado socio. En la hora
25 se produjo, sin embargo, el deshielo, cuando los propios correligionarios de
Mas –temerosos de los resultados nefastos que le presagiaban en caso de
repetición de los comicios- lo “dimitieron”. El President en funciones perdió la ocasión de hacer mutis por el foro
con dignidad por el bien de su partido .y salió lloriqueando y afirmando que se
iba, no por su voluntad, sino empujado por los demás protagonistas del proceso
soberanista. Le concedieron el último deseo de escoger como sucesor a una
persona de su confianza: el Alcalde de Gerona y Presidente de la Asociación de
Municipios por la
Independencia , Carles Puigdemont, que –a diferencia de su
mentor- no era un converso tardío al
independentismo, sino un promotor activo del mismo, como revela una de
sus perlas oratorias:”Los invasores serán expulsados de Cataluña y
nuestra tierra volverá a ser bajo la República , en la paz y en el trabajo, señora de
sus libertades y de sus destinos”. Para justificar este rocambolesco
desenlace, Mas ha tenido la desfachatez de decir que la negociación les había
dado lo que le negaron las urnas, profesión de fe antidemocrática que le ha
echado en cara la dirigente de Cs, Inés Arrimadas.
Forzando el
espíritu y la letra de las normas reglamentarias, la Presidenta del Parlament, Carme Forcadell, convocó el
domingo una sesión extraordinaria en la que Puigdemont fue investido como
Presidente de la Generalitat , con 70 votos a favor –incluidos 8 de la CUP-, 63 en contra y 2
abstenciones. El President se ha
comprometido a aplicar la declaración independentista aprobada por el Parlament y asumido el programa de Mas
de poner en pie los órganos básicos de un Estado, incluidos una Hacienda y una
Seguridad Social propias y un Banco Central. Concluyó su discurso inaugural con
un “¡Visca Catalunya lliure!”. El
próximo martes se podrá al frente de un Gobierno que estará formado por un 60% de Consejeros procedentes de CDC y
un 40% de ERC, cuyo líder Junqueras será su único Vicepresidente. Cataluña
tendrá el Gobierno más radical en su historia democrática, con un Presidente
que, desde la AMI ,
ha fomentado el independentismo a través del municipalismo. Según Arcadi
Espada, a partir de ahora la independencia está en mano de los antisitema y, si
sus posibilidades de prosperar siempre fueron escasísimas, ahora serán nulas.
No hay clase dirigente, burguesía o clase media comprometidas con la
independencia en un grado y modo suficientes, por lo que el proyecto está
muerto. Una banda de descerebrados está convencida de que el asalto al Estado
de Derecho es posible en 18 meses. No estoy del todo de acuerdo con el escritor
catalán, pues es de temer que el Govern y
el Parlament inicien el proceso de
“desconexión” de España en un crítico momento de vacío de poder en el Gobierno
de la Nación y
con serias dificultades para su formación.
Evaluación de los
resultados de las elecciones generales
Según el
Director de Investigación y Análisis de Sigma-2, José Miguel de Elías, las
elecciones del 20-D pusieron a cada partido en su sitio. El PP sufrió un
importante desgaste y perdió muchos votantes, pero la sociedad le marcó un suelo que le ha permitido seguir
siendo el partido hegemónico. La estrategia socialista de centrar la lucha política en el eje
“izquierda-derecha” le ha dado buenos resultados frente a Cs, pero no frente a
Ps, que ha ganado la partida en el eje “centralismo-nacionalismo”. El partido
de Iglesias tiene la semilla de su debilidad en los mismos apoyos que le han
otorgado su fuerza: los grupos nacionalistas de izquierda, cuya alma
nacionalista prevalecerá sobre consideraciones socio-económicas. El electorado
ha recordado a Cs de que su papel hoy no es el de dirigir el Gobierno, porque
la tensión izquierda-derecha es aún demasiado fuerte. La composición del
Congreso difícilmente permitirá la formación de un Gobierno estable, por lo que
“tendremos elecciones en tres o cuatro meses o, si se consigue formar gobierno,
en menos de dos años, que es lo máximo que razonablemente podría aguantar un
Gobierno multipartidista”. Las elecciones han traído mensajes para todos y, de la
correcta interpretación que de ellos hagan los partidos dependerá en gran parte
su resultado en unos más que posibles próximos comicios.
Rajoy ha hecho
de la necesidad virtud y propuesto al PSOE y a Cs una coalición de Gobierno o,
al menos, un pacto de legislatura, pero los socialistas, reeditando
implícitamente el anti-democrático Pacto de Tinell, niegan el pan y la sal a la
fuerza más votada y rechazan no sólo un posible acuerdo sino incluso el
diálogo. En un mesurado artículo titulado “El
cambio es el pacto”, el eurodiputado popular Esteban González Pons ha comentado que se
pidió un mandato de cambio y el electorado ha impuesto un Parlamento en el que
la actitud natural debería ser el pacto. La nueva política es no tanto el
cambio como el pacto. Si se quiere abandonar el bipartidismo habrá que aprender
a practicar el pluripartidismo y resulta contradictorio alentar un Congreso
multipartidista y negarse a pactar con uno de los partidos vertebradores de una
posible mayoría. Gonzáles Pons ha recordado la normalidad que supone la alianza
en el Parlamento Europeo de populares, socialistas y liberales, habiéndose
llegado al acuerdo de votar como Presidente de la Comisión al representante
de la corriente más votada –el PPE de Jean-Claude Juncker- y de repartirse la
presidencia del PE entre socialistas y populares, y que, de los 28 Estados
miembros de la UE ,
24 cuentan con Gobiernos de coalición. La enrevesada situación parlamentaria
española es lo normal en Europa. Pese a recibir un mensaje de consenso por
parte del pueblo, algunos políticos irresponsables no se esfuerzan por
cumplirlo y prefieren repetir las elecciones, como si el electorado se hubiera
equivocado y le dieran una segunda oportunidad para rectificar. Repetir las
elecciones sería un fracaso y un desastre, pues “el pueblo nos ha ordenado que
hablemos”.
El PSOE se
ha negado en redondo a pactar con el PP, ni siquiera una fórmula de mínimos que
permitiera con su abstención la formación de un Gobierno en minoría. Como ha
observado el socialista Nicolás Redondo
Terreros, en su artículo “Entre nobles y
pícaros” publicado hoy en “El Mundo”,
el PSOE ha propuesto una gran coalición progresista definida únicamente por la voluntad de llevar
al PP a la oposición. Dicen que es el momento de hablar, de negociar y de
pactar con todos los grupos políticos, pero paradójicamente se niega a hacerlo
con el partido que ha ganado las elecciones. Después del 20-D eran muchas las
indicaciones para se abriera un tiempo de acuerdos entre diferentes, que
requería la capacidad de superar siglas:”un tiempo de políticas compartidas, de
contemplar a toda la sociedad española, olvidando la satisfacción momentánea de ‘los nuestros’. La complejidad
de los últimos resultados electorales indica la necesidad de huir de la política
de campanario para realizar una nación integrada y moderada”. Pero estas
expectativas han aparecido debilitadas ante el impulso de la vanidad de unos
políticos más preocupados por sobrevivir que por dar una solución sostenible a
los grandes problemas de España.
Sánchez está determinado a
encabezar, a cualquier precio, una “alternativa de izquierda y de progreso”,
con la colaboración de Ps, IU y la izquierda nacionalista -ERC y EH-Bildu-,
ante la negativa de Cs a sumarse a semejante bodrio.. Aún así, no alcanzaría la
mayoría y requeriría del apoyo de partidos de derechas como CDC o PNV, que
están acostumbrados a exigir un alto precio por su desinteresada colaboración.
La formación de un “octo-partito” se plasmaría en un Gobierno inviable por sus
múltiples contradicciones internas. Como han señalado algunos viejos dirigentes
socialistas,”ni las matemáticas ni los principios permiten un Gobierno penta-partito”
y “nos arrastraremos ante Ps sólo para acabar hechos unos girones”. Pero Pedro
Sánchez -emulando a Artur Mas y obsesionado por acceder al poder a todo coste- persiste
en el empeño y pretende formar un gobierno de coalición de izquierdas “a la
portuguesa”, como el constituido por el socialista António Costa con el apoyo
del Partido Comunista y el Bloco de Esquerda –similar a Ps-. Semejante
pretensión es, sin embargo, una falacia porque, aunque existan algunas
semejanzas, la situación de España y de Portugal es bien diferente. El pueblo
portugués tiene un talante distinto del español, como prueba que la famosa
“revolución de los claveles” sólo produjera tres muertos y que el electorado conservador votara en su
momento al PS para evitar el triunfo del Movimiento de las Fuerzas Armadas
controlado por el PC. La izquierda más extrema no ha cuestionado la integridad
de Portugal, ni su organización territorial. No hay nacionalismo y tan sólo se
da la dialéctica derecha-izquierda, en la que el PC y el Bloco ocupan una
posición marginal. El PS tiene muchos puntos en común el con Partido Social
Demócrata y profundas diferencias con sus coyunturales socios a los que se ha
aliado para acceder al poder a pesar de ser el segundo partido más votado.El ex
–Primer Ministro, Pedro Passos Coelho, ha dado muestras de sentido de Estado al
permitir con la abstención de su partido que el Parlamento aprobara el
presupuesto, contra el que votaron comunistas y “bloquistas”, que son
contrarios a seguir las directrices fijadas por la
UE. En Portugal existe un “ménage à trois”, en el que los dos
partidos de extrema izquierda se limitan a darle apoyo externo al Gobierno de
Costa, sin incorporarse al matrimonio, mientras que en España se trataría de formar
un conglomerado de 8 ó 9 partidos con posiciones enfrentadas en muchos temas,
especialmente en el de la unidad de la Nación y en la celebración de un referéndum de
autodeterminación en Cataluña y otras Comunidades. Así como España –pese a los
deseos de Ps- no debe seguir el ejemplo de Grecia, tampoco puede –con los
debidos respetos al entrañable país vecino- tener a Portugal como modelo
político o socio-económico. Si realmente quiere seguir el ejemplo de Portugal,
Sánchez no tendría más que imitar a Passos Coelho y decidir la abstención del
PSOE para permitir la investidura de Rajoy.
. Pese al
precedente de Mas -que se ha rebajado vergonzosamente en sus negociaciones con la CUP , Sánchez parece dispuesto
a hacer lo propio con Ps y los nacionalistas radicales para poder formar un
“Gobierno de progreso” a nivel nacional, lo
que requerirían importantes concesiones a cambio de su apoyo. El PSOE
puede volver a las andadas porque su Secretario General –discípulo de Rodríguez
Zapatero- se ha pronunciado en ocasiones anteriores a favor del “derecho a
decidir” -que defendió hasta no hace mucho el PSC en su programa electoral- y
por la consideración de Cataluña como una “nación de naciones”. Respecto al primer punto, el Congreso Federal
le ha marcado una clara línea roja: la oposición a la celebración de un
referéndum de autodeterminación en Cataluña. En cuanto al segundo, el Tribunal
Constitucional, en su sentencia de 2010 sobre el Estatuto de Cataluña, afirmó que
la Constitución
no reconoce más nación que la española. Como ha señalado Gabriel Tortella, si
nación implica soberanía, una nación no puede contener otras naciones que
también sean soberanas, porque, si estas naciones lo son, la nación que las
contiene dejaría de serlo. Por otra parte, Ps no tiene el menor interés en
apoyar un Gobierno del PSOE, pues a lo que aspira es a sustituirlo como
principal referencia de la izquierda. El dirigente socialista Octavio Granados
ha afirmado que es fundamental que cada partido aclare con quién quiere pactar
y en qué condiciones y, vistas las opciones, habrá que escoger el mal menor,
dada la imposibilidad del PSOE de formar Gobierno. El partido se ha jactado de
aquello en lo que ha fracasado: pactar una alternativa. Según ha editorializado
“ABC”, el PSOE no ha sacado todas las
lecciones de la experiencia zapaterista de Gobiernos de coalición. Sus 90
escaños reflejan las consecuencias de estos experimentos de aprendiz de brujo,
que acabaron con la personalidad política de un partido de izquierda nacional y
socialdemócrata, reconvertido en un semillero de extrema izquierda y en un
comodín de los nacionalismos separatistas.
Posible repetición de
las elecciones generales
La
situación ha empeorado con la guerra intestina entre los líderes socialistas
por el poder, especialmente por parte de la Presidenta de
Andalucía, Susana Díaz, que aspira a sustituir a Sánchez como Secretario
General, aunque no acabe de mostrar sus cartas y prefiera “nadar y guardar la
ropa”. Éste se aferra al cargo y está dispuesto a hacer lo que sea para
conservarlo. Según “El País”, el
espectáculo que están dando los líderes del PSOE no sólo está socavando la
posibilidad de plantear un Gobierno para el cambio, sino que pone en peligro la
propia supervivencia de un partido con más de 100 años de historia. El espectro
del PASOK griego se cierne sobre el PSOE, pero Sánchez no parece ser consciente
de ello. Pensó que podría ganar tiempo para consolidar su posición con la
prevista repetición de las elecciones en Cataluña, pero el acuerdo logrado
facilita el adelanto de un Congreso en el que Díaz –con el apoyo de la mayoría
de los barones socialistas- podría presentar su candidatura, si se repiten las
elecciones generales. Si el partido mantuviera su inexplicada decisión de no
pactar con el PP, la celebración de nuevas elecciones generales sería
inevitable. Para Díaz, sería un fracaso que ocurriera esto, pero no cabe
descartarlo dada la aritmética del 20-D. La aritmética sin duda influye, pero
en manos del PSOE está impedirlo mediante su abstención en la investidura de
Rajoy. Si mantiene su empecinamiento, el partido será el principal responsable
de la repetición de los comiicios.
Ante la
confirmación del desafío secesionista, el portavoz del PSOE, Antonio Hernando, ha
afirmado que el Gobierno en funciones puede contar con su partido para defender
la Constitución
y la ley, y reiterado el compromiso irrenunciable con la unidad y la integridad
de España. No ha hecho referencia alguna, sin embargo, a la petición del PP de
que los socialistas faciliten la investidura de Rajoy. En la coyuntura actual es
necesaria más que nunca la unión de los partidos constitucionalistas, por lo
que el PSOE –si tuviera sentido de Estado- debería, no ya permitir un Gobierno
en minoría del PP, sino formar parte con el PP y Cs de un Gobierno de coalición
con sólida base, que dé estabilidad a España y le permita hacer frente de forma
eficaz al proceso independentista. Incluso antes de que concluyera la sesión de
investidura en Cataluña, el Pesidente Rajoy afirmó solemnemente -con el
respaldo de PSOE y Cs- que el Gobierno en funciones no dejará pasar ni una sola
actuación que sea contraria a la ley y ha advertido al flamante Presidente de la Generalitat
que “ni se va a abrir un proceso constituyente al margen de la ley, ni se van a
crear estructuras al margen de las legítimas del Estado”. Ha asegurado de forma
tajante que defenderá la democracia en toda España y su soberanía, que reside
en el conjunto del pueblo español. En esta crítica coyuntura, todos los
demócratas han de apoyar al Gobierno, que deberá aplicar todos los medios
jurídicos disponibles para hacer frente al desafío separatista, incluido el
recurso al artículo 155 de la
Constitución , en cuya virtud, “si una Comunidad Autónoma no cumpliere
las obligaciones que la
Constitución u otras leyes le impongan o actuare de forma que
atente gravemente al interés general, el Gobierno…podrá tomar las medidas
necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas
obligaciones o para la protección del mencionado interés general”. “¡Dura
lex, sed lex!”
Madrid, 11 de Enero de 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario