martes, 12 de enero de 2016

¿Elecciones generales?

¿Elecciones generales?
Por 
José Antonio de Yturriaga



A VOTAR DE NUEVO TOCA?

            Aunque  tengan distinto objetivo, se da una estrecha interconexión entre las elecciones autonómicas en Cataluña y las generales en toda España, por lo que se influyen mutuamente. En una democracia, el pueblo –aunque se equivoque- siempre tiene razón y su voluntad debe prevalecer. El problema es que los partidos políticos no siempre entienden el mensaje de las urnas, ni siguen la senda que les marca el electorado. Esto ha pasado en los últimos comicios, catalanes y generales. Los independentistas lograron en la hora undécima llegar a un acuerdo para evitar la repetición de las elecciones catalanas. Esta por ver si la responsabilidad y el sentido de Estado de los dos principales partidos consiguen evitar la repetición de las generales.

Interpretación sesgada de las elecciones catalanas por parte de los secesionistas

            Pese a la campaña masiva de los medios de comunicación catalanes, de tinte “goebeliano”, y el abuso de poder de Artur Mas desde la Generalitat, las elecciones autonómicas plebisictarias no fueron ganadas por los partidos separatistas, coaligados en “Junts pel SÍ”, que -aunque fueron la fuerza más votada- no alcanzaron la mayoría absoluta. Sólo obtuvieron el 39.65% de los votos expresados e, incluso sumándole el 8.20% del partido antisistema CUP, no llegaron al 50%, cifra insuficiente para un plebiscito, cualquiera que fuere su forma. Juntos, aunque no revueltos, las fuerzas separatistas no consiguieron la mayoría absoluta en el Parlament -72 escaños- y “Junts pel SÍ” necesitaba imperativamente los votos de la CUP para que Mas –escondido en el cuarto lugar de la lista de la coalición- pudiera formar gobierno. Pese a ello, el propio Mas y Junqueras mantuvieron que habían conseguido el apoyo del pueblo catalán para formar un Gobierno que llevara a Cataluña a la independencia.

            El verdadero vencedor de las elecciones de 2015 fue Ciudadanos (Cs), que –al recoger el voto útil de los catalanes no separatistas, en detrimento del PP- se convirtió con 24 diputados en la segunda fuerza política de Cataluña. En las elecciones generales “pinchó” en  su casa y bajó al quinto lugar, empatado a escaños con el PP. EL PSC consiguió parar la sangría de pérdida de votos gracias a hacer campaña como parte integrante del PSOE y renunciar al hasta entonces defendido “derecho a decidir”.  Podemos (Ps) fracasó con su alianza con Izquierda Unida/los Verdes y Equo en  “Catalunya sí que es Pot”, ya que obtuvo menos diputados -11- que los conseguidos sola por ICV en 2012. Este fiasco le hizo cambiar de táctica en las elecciones generales, en las que se alió con la izquierda y los movimientos populares y antisistema en la coalición “Barcelona en Comú”.

Formación del Gobierno de la Generalitat

La formación de un  Gobierno independentista no ha sido nada sencilla, porque la CUP exigió la sustitución de Mas por otro candidato menos enlodado por la corrupción y la aplicación de un programa socio-económico en las antípodas del defendido hasta entonces por su partido. De forma incomprensible, el Moisés catalán aceptó todas sus exigencias, salvo la de abandonar la poltrona, contando hasta el penúltimo momento con el respaldo de su partido y la inexplicable solidaridad de sus socios de ERC. Mas se bajó los pantalones, los calzoncillos y hasta la piel para seguir en el machito, pero –a pesar de su impudencia- no consiguió su objetivo. Los antisistema mostraban una cierta coherencia, respetaban su compromiso electoral y se negaban a apoyar la investidura de Mas. A causa de la enorme presión ejercida por “Junts pel SÍ”, las fuerzas sociales independentista –como las Asociación Nacional de Cataluña y “Omnium Cultural”- y los medios catalanes de comunicación, la CUP se  partió por la mitad, pero –por una ínfima mayoría- mantuvo su veto, lo que hacía inevitable la celebración de nuevas elecciones autonómicas. Ante la consumación del fracaso para formar un Gobierno que iniciase el “procés” de secesión, Junqueras empezó a tomar distancias de su ególatra socio, que pretendía presentarse en las nuevas elecciones como cabeza de lista de lo que quedaba de su partido y reeditar la coalición de “Junts pel SÍ”, y que le propuso, en una última pirueta, que ERC se integrara en el Gobierno provisional. Junqueras se había rendido con anterioridad a los chantajes de Mas y aceptado a regañadientes participar en el simulacro de referéndum de autodeterminación y formar una coalición para las elecciones autonómicas, que resultó un fiasco al obtener “Junts pel SÍ” menos votos que consiguieron CDC y ERC por separado en las elecciones de 2012. Por razones poco comprensibles, Junqueras apoyaba de forma  incondicional la candidatura de Mas a la investidura y, sólo a última hora, le pidió de forma implícita que diera paso a otro candidato para lograr el respaldo de la CUP, pero aquél  no se daba por aludido y –como el personaje televisivo, Felipito Catatún- repetía hasta la saciedad :”Yo sigo”. Consciente de que había llegado su hora, ya que en las elecciones generales  ERC había superado por primera vez a CDC en votos y escaños, Junqueras calificó de “fraude” la propuesta de participar en el Gobierno y se negó a reeditar la coalición con su apestado socio. En la hora 25 se produjo, sin embargo, el deshielo, cuando los propios correligionarios de Mas –temerosos de los resultados nefastos que le presagiaban en caso de repetición de los comicios- lo “dimitieron”. El President en funciones perdió la ocasión de hacer mutis por el foro con dignidad por el bien de su partido .y salió lloriqueando y afirmando que se iba, no por su voluntad, sino empujado por los demás protagonistas del proceso soberanista. Le concedieron el último deseo de escoger como sucesor a una persona de su confianza: el Alcalde de Gerona y Presidente de la Asociación de Municipios por la Independencia, Carles Puigdemont, que –a diferencia de su mentor- no era un converso tardío al  independentismo, sino un promotor activo del mismo, como revela una de sus perlas  oratorias:”Los invasores serán expulsados de Cataluña y nuestra tierra volverá a ser bajo la República, en la paz y en el trabajo, señora de sus libertades y de sus destinos”. Para justificar este rocambolesco desenlace, Mas ha tenido la desfachatez de decir que la negociación les había dado lo que le negaron las urnas, profesión de fe antidemocrática que le ha echado en cara la dirigente de Cs, Inés Arrimadas.

            La CUP ha dilapidado su posición clave al aceptar un acuerdo vergonzoso con “Junts pel SI”, que le devolverá a la irrelevancia de sus diez escaños, reducidos a ocho al haber cedido dos para configurar la mayoría gubernamental. Se ha auto-inculpado públicamente, en la mejor tradición marxista, de que su oposición a CDC podía haber puesto en riesgo el empuje y el voto mayoritario de la población a favor del proceso hacia la independencia. Ha renunciado a ser oposición al comprometerse a no votar en contra del Govern cuando corriera riesgo su estabilidad. El No a la investidura de Mas ha aumentado la fractura interna de la CUP y dos de sus diputados más críticos se han visto forzados a renunciar a su escaño. Habrá que ver si el nuevo Gobierno respetará los compromisos asumidos por Mas al aceptar unas exigencias políticas y socio- económicas, que están abiertamente en contra del programa de CDC e incluso del de ERC. Para salvar la cara, la CUP alega que la situación sería “reversible” si el Govern no cumpliera sus promesas. El acuerdo logrado “in extremis” no ha sido una sorpresa.  Ya en un artículo del pasado 19 de Octubre advertí que “la CUP bajará sus pretensiones para permitir salvar la cara a CDC y llegará a un acuerdo vergonzante con “Junts per SI”. Lo sorprendente es que haya tardado tanto en producirse.

            Forzando el espíritu y la letra de las normas reglamentarias, la Presidenta del Parlament, Carme Forcadell, convocó el domingo una sesión extraordinaria en la que Puigdemont fue investido como Presidente de la Generalitat, con 70 votos a favor –incluidos 8 de la CUP-, 63 en contra y 2 abstenciones. El President se ha comprometido a aplicar la declaración independentista aprobada por el Parlament y asumido el programa de Mas de poner en pie los órganos básicos de un Estado, incluidos una Hacienda y una Seguridad Social propias y un Banco Central. Concluyó su discurso inaugural con un “¡Visca Catalunya lliure!”. El próximo martes se podrá al frente de un Gobierno que estará formado por un 60% de Consejeros procedentes de CDC y un 40% de ERC, cuyo líder Junqueras será su único Vicepresidente. Cataluña tendrá el Gobierno más radical en su historia democrática, con un Presidente que, desde la AMI, ha fomentado el independentismo a través del municipalismo. Según Arcadi Espada, a partir de ahora la independencia está en mano de los antisitema y, si sus posibilidades de prosperar siempre fueron escasísimas, ahora serán nulas. No hay clase dirigente, burguesía o clase media comprometidas con la independencia en un grado y modo suficientes, por lo que el proyecto está muerto. Una banda de descerebrados está convencida de que el asalto al Estado de Derecho es posible en 18 meses. No estoy del todo de acuerdo con el escritor catalán, pues es de temer que el Govern y el Parlament inicien el proceso de “desconexión” de España en un crítico momento de vacío de poder en el Gobierno de la Nación y con serias dificultades para su formación.
           
Evaluación de los resultados de las elecciones generales

            Según el Director de Investigación y Análisis de Sigma-2, José Miguel de Elías, las elecciones del 20-D pusieron a cada partido en su sitio. El PP sufrió un importante desgaste y perdió muchos votantes, pero la sociedad  le marcó un suelo que le ha permitido seguir siendo el partido hegemónico. La estrategia socialista  de centrar la lucha política en el eje “izquierda-derecha” le ha dado buenos resultados frente a Cs, pero no frente a Ps, que ha ganado la partida en el eje “centralismo-nacionalismo”. El partido de Iglesias tiene la semilla de su debilidad en los mismos apoyos que le han otorgado su fuerza: los grupos nacionalistas de izquierda, cuya alma nacionalista prevalecerá sobre consideraciones socio-económicas. El electorado ha recordado a Cs de que su papel hoy no es el de dirigir el Gobierno, porque la tensión izquierda-derecha es aún demasiado fuerte. La composición del Congreso difícilmente permitirá la formación de un Gobierno estable, por lo que “tendremos elecciones en tres o cuatro meses o, si se consigue formar gobierno, en menos de dos años, que es lo máximo que razonablemente podría aguantar un Gobierno multipartidista”. Las elecciones han traído mensajes para todos y, de la correcta interpretación que de ellos hagan los partidos dependerá en gran parte su resultado en unos más que posibles próximos comicios.

            Rajoy ha hecho de la necesidad virtud y propuesto al PSOE y a Cs una coalición de Gobierno o, al menos, un pacto de legislatura, pero los socialistas, reeditando implícitamente el anti-democrático Pacto de Tinell, niegan el pan y la sal a la fuerza más votada y rechazan no sólo un posible acuerdo sino incluso el diálogo. En un mesurado artículo titulado “El cambio es el pacto”, el eurodiputado popular  Esteban González Pons ha comentado que se pidió un mandato de cambio y el electorado ha impuesto un Parlamento en el que la actitud natural debería ser el pacto. La nueva política es no tanto el cambio como el pacto. Si se quiere abandonar el bipartidismo habrá que aprender a practicar el pluripartidismo y resulta contradictorio alentar un Congreso multipartidista y negarse a pactar con uno de los partidos vertebradores de una posible mayoría. Gonzáles Pons ha recordado la normalidad que supone la alianza en el Parlamento Europeo de populares, socialistas y liberales, habiéndose llegado al acuerdo de votar como Presidente de la Comisión al representante de la corriente más votada –el PPE de Jean-Claude Juncker- y de repartirse la presidencia del PE entre socialistas y populares, y que, de los 28 Estados miembros de la UE, 24 cuentan con Gobiernos de coalición. La enrevesada situación parlamentaria española es lo normal en Europa. Pese a recibir un mensaje de consenso por parte del pueblo, algunos políticos irresponsables no se esfuerzan por cumplirlo y prefieren repetir las elecciones, como si el electorado se hubiera equivocado y le dieran una segunda oportunidad para rectificar. Repetir las elecciones sería un fracaso y un desastre, pues “el pueblo nos ha ordenado que hablemos”.

            El PSOE se ha negado en redondo a pactar con el PP, ni siquiera una fórmula de mínimos que permitiera con su abstención la formación de un Gobierno en minoría. Como ha observado el socialista  Nicolás Redondo Terreros, en su artículo “Entre nobles y pícaros” publicado hoy en “El Mundo”, el PSOE ha propuesto una gran coalición progresista  definida únicamente por la voluntad de llevar al PP a la oposición. Dicen que es el momento de hablar, de negociar y de pactar con todos los grupos políticos, pero paradójicamente se niega a hacerlo con el partido que ha ganado las elecciones. Después del 20-D eran muchas las indicaciones para se abriera un tiempo de acuerdos entre diferentes, que requería la capacidad de superar siglas:”un tiempo de políticas compartidas, de contemplar a toda la sociedad española, olvidando la satisfacción  momentánea de ‘los nuestros’. La complejidad de los últimos resultados electorales indica la necesidad de huir de la política de campanario para realizar una nación integrada y moderada”. Pero estas expectativas han aparecido debilitadas ante el impulso de la vanidad de unos políticos más preocupados por sobrevivir que por dar una solución sostenible a los grandes problemas de España.

Sánchez está determinado a encabezar, a cualquier precio, una “alternativa de izquierda y de progreso”, con la colaboración de Ps, IU y la izquierda nacionalista -ERC y EH-Bildu-, ante la negativa de Cs a sumarse a semejante bodrio.. Aún así, no alcanzaría la mayoría y requeriría del apoyo de partidos de derechas como CDC o PNV, que están acostumbrados a exigir un alto precio por su desinteresada colaboración. La formación de un “octo-partito” se plasmaría en un Gobierno inviable por sus múltiples contradicciones internas. Como han señalado algunos viejos dirigentes socialistas,”ni las matemáticas ni los principios permiten un Gobierno penta-partito” y “nos arrastraremos ante Ps sólo para acabar hechos unos girones”. Pero Pedro Sánchez -emulando a Artur Mas y obsesionado por acceder al poder a todo coste- persiste en el empeño y pretende formar un gobierno de coalición de izquierdas “a la portuguesa”, como el constituido por el socialista António Costa con el apoyo del Partido Comunista y el Bloco de Esquerda –similar a Ps-. Semejante pretensión es, sin embargo, una falacia porque, aunque existan algunas semejanzas, la situación de España y de Portugal es bien diferente. El pueblo portugués tiene un talante distinto del español, como prueba que la famosa “revolución de los claveles” sólo produjera tres muertos  y que el electorado conservador votara en su momento al PS para evitar el triunfo del Movimiento de las Fuerzas Armadas controlado por el PC. La izquierda más extrema no ha cuestionado la integridad de Portugal, ni su organización territorial. No hay nacionalismo y tan sólo se da la dialéctica derecha-izquierda, en la que el PC y el Bloco ocupan una posición marginal. El PS tiene muchos puntos en común el con Partido Social Demócrata y profundas diferencias con sus coyunturales socios a los que se ha aliado para acceder al poder a pesar de ser el segundo partido más votado.El ex –Primer Ministro, Pedro Passos Coelho, ha dado muestras de sentido de Estado al permitir con la abstención de su partido que el Parlamento aprobara el presupuesto, contra el que votaron comunistas y “bloquistas”, que son contrarios a seguir las directrices fijadas por la UE. En Portugal existe un “ménage à trois”, en el que los dos partidos de extrema izquierda se limitan a darle apoyo externo al Gobierno de Costa, sin incorporarse al matrimonio, mientras que en España se trataría de formar un conglomerado de 8 ó 9 partidos con posiciones enfrentadas en muchos temas, especialmente en el de la unidad de la Nación y en la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña y otras Comunidades. Así como España –pese a los deseos de Ps- no debe seguir el ejemplo de Grecia, tampoco puede –con los debidos respetos al entrañable país vecino- tener a Portugal como modelo político o socio-económico. Si realmente quiere seguir el ejemplo de Portugal, Sánchez no tendría más que imitar a Passos Coelho y decidir la abstención del PSOE para permitir la investidura de Rajoy. 

.           Pese al precedente de Mas -que se ha rebajado vergonzosamente en sus negociaciones con la CUP, Sánchez parece dispuesto a hacer lo propio con Ps y los nacionalistas radicales para poder formar un “Gobierno de progreso” a nivel nacional, lo  que requerirían importantes concesiones a cambio de su apoyo. El PSOE puede volver a las andadas porque su Secretario General –discípulo de Rodríguez Zapatero- se ha pronunciado en ocasiones anteriores a favor del “derecho a decidir” -que defendió hasta no hace mucho el PSC en su programa electoral- y por la consideración de Cataluña como una “nación de naciones”.  Respecto al primer punto, el Congreso Federal le ha marcado una clara línea roja: la oposición a la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña. En cuanto al segundo, el Tribunal Constitucional, en su sentencia de 2010 sobre el Estatuto de Cataluña, afirmó que la Constitución no reconoce más nación que la española. Como ha señalado Gabriel Tortella, si nación implica soberanía, una nación no puede contener otras naciones que también sean soberanas, porque, si estas naciones lo son, la nación que las contiene dejaría de serlo. Por otra parte, Ps no tiene el menor interés en apoyar un Gobierno del PSOE, pues a lo que aspira es a sustituirlo como principal referencia de la izquierda. El dirigente socialista Octavio Granados ha afirmado que es fundamental que cada partido aclare con quién quiere pactar y en qué condiciones y, vistas las opciones, habrá que escoger el mal menor, dada la imposibilidad del PSOE de formar Gobierno. El partido se ha jactado de aquello en lo que ha fracasado: pactar una alternativa. Según ha editorializado “ABC”, el PSOE no ha sacado todas las lecciones de la experiencia zapaterista de Gobiernos de coalición. Sus 90 escaños reflejan las consecuencias de estos experimentos de aprendiz de brujo, que acabaron con la personalidad política de un partido de izquierda nacional y socialdemócrata, reconvertido en un semillero de extrema izquierda y en un comodín de los nacionalismos separatistas.

Posible repetición de las elecciones generales

            La situación ha empeorado con la guerra intestina entre los líderes socialistas por el poder, especialmente por parte de la Presidenta de Andalucía, Susana Díaz, que aspira a sustituir a Sánchez como Secretario General, aunque no acabe de mostrar sus cartas y prefiera “nadar y guardar la ropa”. Éste se aferra al cargo y está dispuesto a hacer lo que sea para conservarlo. Según “El País”, el espectáculo que están dando los líderes del PSOE no sólo está socavando la posibilidad de plantear un Gobierno para el cambio, sino que pone en peligro la propia supervivencia de un partido con más de 100 años de historia. El espectro del PASOK griego se cierne sobre el PSOE, pero Sánchez no parece ser consciente de ello. Pensó que podría ganar tiempo para consolidar su posición con la prevista repetición de las elecciones en Cataluña, pero el acuerdo logrado facilita el adelanto de un Congreso en el que Díaz –con el apoyo de la mayoría de los barones socialistas- podría presentar su candidatura, si se repiten las elecciones generales. Si el partido mantuviera su inexplicada decisión de no pactar con el PP, la celebración de nuevas elecciones generales sería inevitable. Para Díaz, sería un fracaso que ocurriera esto, pero no cabe descartarlo dada la aritmética del 20-D. La aritmética sin duda influye, pero en manos del PSOE está impedirlo mediante su abstención en la investidura de Rajoy. Si mantiene su empecinamiento, el partido será el principal responsable de la repetición de los comiicios.

            Ante la confirmación del desafío secesionista, el portavoz del PSOE, Antonio Hernando, ha afirmado que el Gobierno en funciones puede contar con su partido para defender la Constitución y la ley, y reiterado el compromiso irrenunciable con la unidad y la integridad de España. No ha hecho referencia alguna, sin embargo, a la petición del PP de que los socialistas faciliten la investidura de Rajoy. En la coyuntura actual es necesaria más que nunca la unión de los partidos constitucionalistas, por lo que el PSOE –si tuviera sentido de Estado- debería, no ya permitir un Gobierno en minoría del PP, sino formar parte con el PP y Cs de un Gobierno de coalición con sólida base, que dé estabilidad a España y le permita hacer frente de forma eficaz al proceso independentista. Incluso antes de que concluyera la sesión de investidura en Cataluña, el Pesidente Rajoy afirmó solemnemente -con el respaldo de PSOE y Cs- que el Gobierno en funciones no dejará pasar ni una sola actuación que sea contraria a la ley y ha advertido al flamante Presidente de la Generalitat que “ni se va a abrir un proceso constituyente al margen de la ley, ni se van a crear estructuras al margen de las legítimas del Estado”. Ha asegurado de forma tajante que defenderá la democracia en toda España y su soberanía, que reside en el conjunto del pueblo español. En esta crítica coyuntura, todos los demócratas han de apoyar al Gobierno, que deberá aplicar todos los medios jurídicos disponibles para hacer frente al desafío separatista, incluido el recurso al artículo 155 de la Constitución, en cuya virtud, “si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan o actuare de forma que atente gravemente al interés general, el Gobierno…podrá tomar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”.  “¡Dura lex, sed lex!”  

Madrid, 11 de Enero de 2016           



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