domingo, 19 de abril de 2020

Ante la ampliación del plazo de confinamiento por el estado de alarma (Agencia Faro)



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Madrid, 15 abril 2020, Miércoles de Pascua. Comunicado de la Junta de Gobierno de la Candidatura Tradicionalista (CTrad):

Ante la ampliación del plazo de confinamiento por el estado de alarma

Una nueva prórroga del estado de alarma ha entrado en vigor. Durante el mes de confinamiento, este Gobierno, el peor y más perverso habido en España desde el Frente Popular en 1936, ha manifestado su total incapacidad para parar la pandemia que nos asola. Incapacidad únicamente paliada por la extenuante entrega de los médicos y técnicos sanitarios y demás trabajadores de la sanidad; y por la responsabilidad del pueblo español al asumir sin reservas las instrucciones del confinamiento.

Este Gobierno ha engañado y mentido a los españoles, ha despreciado a las víctimas y a sus familias, ha dilapidado recursos económicos en supuestas y extravagantes compras de suministros a nivel internacional, sin resultado alguno. Además, para evitar la crítica y la indignación, ha establecido un cordón mediático y clientelar, subvencionado con el dinero de todos los españoles, para trasladar una imagen distorsionada de la realidad, a través de un aparato de propaganda donde el mensaje adánico y hasta bobalicón entra en nuestros hogares a través de los monopolios de la información, tanto públicos como privados.

Es de la máxima gravedad la deriva totalitaria que se está imponiendo en todos los órdenes y que ya advertimos en nuestro anterior comunicado. El confinamiento se ha convertido en un arresto domiciliario sin encaje jurídico alguno. El Gobierno ha desbordado las líneas rojas que la legislación establece para la aplicación del Estado de Alarma, convirtiéndolo de hecho en un Estado de Excepción o de Sitio. La imposibilidad de circular, la aplicación de medidas sancionadoras basadas en algunas ocasiones en el abuso de poder de las fuerzas de seguridad del Estado, las cuales, en muchos de los casos, se ven obligadas a obedecer órdenes prevaricadoras de los poderes públicos; igualmente los límites impuestos al libre uso de las redes sociales, en connivencia con los sectores privados que las controlan. Otras gravísimas agresiones que nos aguardan, como la geolocalización, nos hacen temer que esta pandemia va a significar el gran pretexto para imponernos una sociedad orwelliana donde a la dictadura progresista no se le resista la comunidad política.

Mención aparte merece la represión religiosa a la que estamos asistiendo. El decreto que regula el Estado de Alarma garantiza el ejercicio del culto "siempre que no haya aglomeraciones" y, sin embargo, el culto ha sido prohibido. En este sentido, cabe destacar la interrupción policial de los oficios en la Catedral de Granada o el cierre gubernativo de la Capilla Santiago Apóstol en Madrid, entre otras muchas actuaciones que, en la mayoría de los casos, se han sustentado con el silencio cómplice de la jerarquía eclesiástica, pues nuestro derecho al ejercicio del culto nunca puede ser sustituido de manera radical por el placebo telemático o televisivo.

En este miserable plan estratégico, ni siquiera se respetan los límites constitucionales e institucionales del propio sistema en el que se identifican. La limitación de las funciones del parlamento (su "templo de la democracia") es el mejor síntoma de la ruptura de sus propias reglas de juego. Igualmente se ha iniciado la voladura de su sistema jurídico positivo, donde no se respeta el principio de legalidad, emitiendo órdenes ministeriales vulneradoras del derecho de propiedad. Dentro de esta estrategia se inscribe una especie de reedición de los "Pactos de la Moncloa", es decir, finiquitar el actual sistema constitucional y sustituirlo por otro igualmente perverso, pero que se compadezca mucho mejor con los intereses totalitarios del frentepopulismo.

Destacar en el ámbito económico, la deliberada destrucción de nuestro pobre tejido industrial, imponiendo restricciones al trabajo productivo durante quince días, que no ha surtido el más mínimo efecto a fin de hacer descender el número de fallecidos y contagiados. En segundo lugar, fiarlo todo a una acción salvadora mutualizada de la Unión Europea. Sabemos por experiencia cómo nos trata dicha organización tanto a nivel político como económico. No pongamos, pues, ninguna esperanza en sus actuaciones futuras. En tercer lugar, la asfixia impositiva a las pequeñas empresas, a los comerciantes y a los autónomos, negándoles el más mínimo alivio o prórroga a sus obligaciones tributarias. En cuarto lugar, el intento de esquilmar nuestras mermadas arcas, imponiendo una renta básica para los sectores lumpen e improductivos que son, en alto grado, la base electoral de los partidos que sustentan el Gobierno.

Hemos mantenido una alta dosis de prudencia durante el Estado de Alarma, llamando a cumplir estrictamente las observaciones. Seguiremos haciéndolo en bien de todos. Ya llegará el momento de que el pueblo español exija responsabilidades de todo orden a este gobierno ineficaz y mentiroso; pero, más allá de esta justa exigencia, deberemos redoblar la lucha por nuestros principios, por transmitir que la única solución al orden de convivencia política es la restauración del orden natural y cristiano en España a través de la defensa de la Tradición.

Pidamos a Cristo Rey, por intercesión de Nuestra Madre, la Santísima Virgen, que acoja el Alma de los fallecidos. Pidamos por el eterno descanso, al lado del Padre, de María del Carmen Arrizabalaga Arcocha, Ángela Prado y Pintó, María del Pilar Bertos Herrera y de la misionera Ana María de Oñate y Prendergast, defensoras de la Causa tradicionalista.

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