lunes, 29 de julio de 2019

En la España antigua las casas olían a hombre; no a mujer


En la España antigua las casas olían a hombre; no a mujer


... cuando aquellos nuestros hidalgos, de solar, y casa conocida, y devengar quinientos sueldos, labraban sus casas, tomando el modelo del valor de los hombres, que las habian de habitar, y no como ahora, que se labran al gusto, y sabor de las mujeres, que las han de ventanear, afeytadas como ellas, hechas todas jardines, porque las vidas de sus dueños pasan en flores, y banquetes, entrando una vez un Rey de Leon en la casa de uno de aquellos Hidalgos de la Montaña por una puerta labrada à lo antiguo, cuya tapiceria del recibimiento en el zaguan, eran paredes cubiertas de lanzas, dardos, chuzos, ballestas, y otras armas de aquel tiempo: entro mas adentro en otra cuadra, y hallo, que la ocupaban morriones, arneses, paveses, jacos, y cotas, y llegando al patio de ella, le vió cercado de pesebreras, y sobre ellas algunas sillas, bridas, y ginetas; que correpondian à la suerte del caballo, que ocupaba el pesebre: entraba el Rey à cierta necesidad corporal, que se le havia ofrecido, y como entonces no se usaba la plata en los servicios, sino escasamente en las monedas, fue fuerza que entrase hasta los corrales, donde halló arados, aguijadas, calderos de pastores, y como en toda la casa no viese otra cosa , al salir dixo riendose, Esta casa mucho sabe à su dueño, hombre es el que la habita, huele la casa à hombre. Si asi fueran las casas, y dueños de ellas ahora, olieran à hombres, y no a mujeres...

(Antonio Liñán y Verdugo, Guia y avisos de forasteros que vienen a la Corte, Aviso VII, 1623)