miércoles, 23 de octubre de 2019

Caos económico, migratorio y catalán: Sánchez conduce a España a un desastre a la griega en forma acelerada (Roberto Centeno)

21/10/2019
REDACCION | 11170 lecturas

Caos económico, migratorio y catalán: Sánchez conduce a España a un desastre a la griega en forma acelerada

Roberto Centeno. Si hubiera que definir en solo una frase los meses de gobierno de Pedro Sánchez, esta sería sin duda caos, sectarismo e ignorancia a todos los niveles. En lo económico, España es el país que más desastrosamente gestiona lo público de toda Europa, que despilfarra anualmente el 9% del PIB sin control alguno. Una “política económica responsable no puede recortar gasto y bajar impuestos”, ¡alucinante! Vamos a un desastre a la griega en forma acelerada.
El Gobierno ha enchufado a millares de amigos sin conocimiento alguno para los cargos y con sueldos de escándalo —con nóminas de hasta 546.000 euros (Jordi Sevilla), coches oficiales, visas oro, etc.—, y muchos miles más sumando los enchufados que traen consigo; ha iniciado programas de despilfarro público inexistentes en el resto del mundo, como la sanidad universal y el turismo sanitario, financiando todo ello con un incremento brutal de deuda —en junio un 46% más que en mayo—, comprada casi toda por un BCE que dejará de hacerlo en 16 semanas, sin que nadie piense ni sepa cómo van a financiar más de 200.000 millones en vencimientos y deuda en 2019.
El Gobierno ha sido incapaz de coger las riendas de una economía que acumula la mayor deuda pública de su historia, solo plantea en forma totalmente caótica el mayor hachazo fiscal de la historia (cinco veces el de Rajoy), cuyas primeras consecuencias están a la vista: destrucción récord de empleo y afiliación a la Seguridad Social en agosto, la mayor desde hace 10 años y que, al igual que entonces, no es coyuntural sino el comienzo de una nueva crisis, y desplome de la bolsa, y seguirá cayendo. Los inversores han sacando ya más de 60.000 millones, y no debido a las crisis externas que afectan a muy pocos, sino al temor suscitado por un Gobierno caótico, donde la descoordinación es total y el sectarismo, absoluto.

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Algo que, a pesar de las purgas estalinistas de los comunistas bolivarianos en TVE, RNE y EFE, no podrán ocultar mucho tiempo.
Un informe de coyuntura del Ministerio de Economía cuantifica la grave desaceleración de la economía (caída de ventas minoristas, desplome del turismo, caída de expectativas y de indicadores adelantados). El déficit comercial se ha disparado, 14.585 millones en el primer semestre, un 31,5% más que el año anterior; el precio del petróleo esta en 77,6 dólares, un 43% más que la media del año anterior, y la tasa de inflación se acelera. Pero esto no es todo, el más importante indicador adelantado, el PMI del sector servicios, que representan los dos tercios del PIB, se ha desacelerado al nivel mas bajo en casi dos años, los nuevos pedidos siguen cayendo por quinto mes consecutivo y el sentimiento empresarial se ha desplomado a su mínimo de hace cinco años. Y el crecimiento en julio-agosto ha caído al 0,3%, ¡el 1,8% en tasa anual!
El déficit, dada la orgía de gasto iniciada por Sánchez, superará el 3%. El problema es que estos irresponsables, cuya ignorancia supera su sectarismo, opinan que el déficit no solo no es ningún problema y que lo que hay que hacer es tener más déficit, porque socialistas y podemitas comparten la increíble patraña de que “un país no puede quebrar”, cuando solo desde 1975 han quebrado 20 países, y nueve desde el año 2000, dejando una secuela de hambre, miseria y dolor humano casi inimaginable. Solo en Grecia, las pensiones se han reducido en un 40% (frente a las subidas prometidas por Txipras), los salarios públicos en un 38% y más de un 40% de los griegos vive por debajo del umbral de la pobreza.
Demagogia, incompetencia y sectarismo ciego como no se conocían desde que Zapatero nombró a un equipo ministerial que asombraría a Europa porque el que más parecía sacado de una escombrera. Cada ministro/a va completamente a su aire, sin nadie que coordine nada, en función de sus caprichos y de su filosofía ‘progre’, ya que casi nadie tiene el menor conocimiento sobre las responsabilidades a su cargo. Pero lo malo de verdad empezará en 2019. Con la mayor deuda pública de su historia, casi 1,7 billones de euros (1,64 billones a marzo, segun el BdE) o el 143% del PIB, con un crecimiento que no superará el 1% y teniendo que emitir deuda por más del 20% del PIB sin el BCE para comprar, vamos a la senda griega de la suspensión de pagos. Veremos qué dice la Comisión en noviembre, aunque no será porque no se lo hayamos avisado.

Luego tenemos los dos otros grandes desastres: inmigración y Cataluña. Es un hecho que Sánchez ni cree en España, la unidad nacional más antigua de Europa, ni tiene proyecto alguno de nación. Es también un hecho que ha puesto en marcha junto con Podemos una política radicalmente anticatólica que denigra los valores cristianos mientras se ensalza otras religiones.
Su deseo de destruir la gran cruz del Valle de los Caídos, el más grandioso monumento construido en Europa en todo el siglo XX, se inscribe dentro de esta política de descristianización. Desde su llegada al poder, ha convertido España en líder europeo en descontrol de fronteras. La entrada de inmigrantes por el Mediterráneo se ha doblado, mientras que en Italia ha disminuido en un 80%, y además ha pactado con Merkel el hacerse cargo de todos los inmigrantes musulmanes de Alemania que hayan entrado por España.
Finalmente, el tema catalán ha empeorado exponencialmente. En el momento cero, Sánchez pasó del 155 a afirmar que “Cataluña es una nación”, algo que no ha sido jamás en toda su historia. Y a partir de ahí las cesiones y la humillaciones se han multiplicado como nunca antes. En ningún país democrático existe el derecho a decidir, excepto Escocia y Quebec, porque así se pactó expresamente en la Constitución. Pero lo que ya es absolutamente demencial es que un jefe de Gobierno no solo permita vulnerar impunemente la legalidad y la Constitución, que ya lo hizo Rajoy, sino además se ponga del lado de los que incumplen, y, lo que es infinitamente peor, en contra de los jueces que la defienden. Según Ron Aledo, oficial de la U.S. Army ex consultor de la CIA, “esto no ha sucedido jamás en democracia, donde sería un caso de alta traición”.
Con la ley y la fuerza de su lado, es inconcebible que el Gobierno y el Rey no planten cara a una organización criminal de racistas supremacistas, y le cedan el monopolio del adoctrinamiento, la intimidación y la violencia.

Todo lo que Cataluña le debe a España

Todo lo que Cataluña le debe a España

Está circulando por la Red este texto, convertido en viral, que, de forma clara y sucinta, explica todo lo que, a lo largo de su historia, Cataluña le debe a España. El texto se limita, sin embargo, a las cuestiones económicas. Quedan las otras, las de la lengua, las de la cultura: las más importantes. Pero las que menos interesan tanto a los catalanes como a los demás españoles.
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Nos deben UNA
En 1714, Barcelona era un pueblo de 37 000 habitantes, Madrid tenía 120 000 habitantes. Cádiz, Sevilla, Bilbao... eran ciudades que duplicaban en habitantes y riqueza a Barcelona.
El comercio de Indias estaba monopolizado por los puertos del antiguo Reino de Castilla, y Cataluña era una de las regiones más pobres de España.
El denostado Borbón cambió el destino de las mercaderías al puerto de Barcelona, los puertos atlánticos se empobrecieron y Barcelona subió como la espuma.
En 50 años cuadruplicó su población, a finales del siglo XVIII tenía 130 000 habitantes, y toda Cataluña emergió de la pobreza.
Nos deben DOS
El denostado Borbón puso el comercio de esclavos, desde África a las Indias, en manos de la burguesía catalana en régimen de monopolio. Los ingentes beneficios de este vil comercio sirvieron para montar la incipiente industria textil catalana.
Nos deben TRES
Durante el siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, el denostado Borbón protegió a la incipiente y poco competitiva industria textil catalana aplicando unos aranceles aduaneros exorbitantes a los paños ingleses y flamencos.
Una vara de paño flamenco pasó de costar 2 pesetas a costar 6; así, los paños catalanes que costaban 5 pesetas se podían vender al resto de España.
Eso originó que a la lana y al trigo castellanos que se exportaban a Holanda e Inglaterra les aplicasen los mismos aranceles y dejaran de venderse.
Así, una fanega de trigo castellano pasó de costar 10 pesetas a costar 5.
Los catalanes compraban el trigo y la lana más baratos y los castellanos compraban los paños más caros. El resultado fue un empobrecimiento de Castilla y un enriquecimiento de Cataluña.
Nos deben CUATRO
Después de la Guerra Civil, el Plan de Desarrollo de Franco invirtió el 40% del dinero del INI (Instituto Nacional de Industria) en Cataluña, con la factoría SEAT a la cabeza, el 20% en el País Vasco y otro 20% en Madrid. El resto, otro 20%, lo invirtió en el resto de España.
 El despegue económico de estas zonas fue rápido; el resto de España siguió en la miseria.
Nos deben CINCO
Así que, cuando ahora escucho a los separatistas catalanes decir “España nos roba”, me entran ganas de correrlos a boinazos.
Ni en mil años los catalanes pagarán lo que el resto de España les ha dado.
Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Familia Cruda realidad / Una cuarta parte de las suecas tiene miedo a salir de casa

Cruda realidad / Una cuarta parte de las suecas tiene miedo a salir de casa

¿Se acuerdan del 'paraíso sueco', del modelo nórdico, del ejemplo que todos nuestros políticos ponen como lo más digno a imitar? Ese, exactamente. Suecia se ha convertido en el segundo país después de Sudáfrica con mayor número de violaciones.

Según un reciente estudio de la oficina estatal de estadística sueca, SCB (Statistiska centralbyrån), una cuarta parte de las mujeres en Suecia tiene miedo a salir de casa. No sé a ustedes, pero a mí se me ocurren pocos síntomas de quiebra social tan claros como el que una parte tan importante de la población tema salir a la calle.
Un 15,3% de la población adulta de Suecia evita salir de casa después de oscurecer por miedo a ser atracado, atacado o amenazado sexualmente, una proporción que asciende al 25% en el caso de las mujeres. Hablamos de Suecia; ¿se acuerdan del ‘paraíso sueco’, del modelo nórdico, del ejemplo que todos nuestros políticos ponen como lo más digno a imitar? Ese, exactamente.
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Y no es que no tuvieran sus razones, pero están, digamos, ligeramente desactualizadas. Porque, sí, efectivamente, Suecia, en lo material y en el grado de cohesión social alcanzado, tuvo en un pasado no lejano motivos para presentarse como un modelo al mundo. Era un país razonablemente rico, sin grandes desigualdades, con unos servicios sociales espectaculares, y con una inseguridad ciudadana prácticamente despreciable. Hasta que a sus enloquecidos dirigentes les dio por pensar que sería más divertido que Suecia dejara de ser Suecia para convertirse en África. Lo crean o no, un ministro sueco llegó a decirlo con esas mismas palabras, dijo que su ambición era que Suecia fuera África. Bueno, pues ya lo tienen.
Y no es que la violencia haya aumentado sensiblemente estos últimos años. Según Sara Frankl, de la SCB, “en los últimos años ha aumentado la violencia mortal contra los varones. Pero la violencia letal contra las mujeres está en el mismo nivel que otros años. No pasa nada”. Bueno, sí pasa, señora Frankl; no hace falta que se aumente el riesgo de morir por andar por la calle; el hecho de que Suecia se haya convertido en el segundo país después de Sudáfrica con mayor número de violaciones por habitante quizá también pese en el temor de muchas suecas.
El 28% de la población entre 16 y 84 dice sentirse muy o totalmente inseguros, hasta el punto de optar por no salir de casa por la noche
Pero probablemente sea, sin más, que las suecas se han ido haciendo poco a poco a la idea de que lo vivido en estos años anteriores no es un brote ocasional e inexplicable, sino, meramente, la ‘nueva Suecia’, que esto es lo que hay, de ahora en adelante.
La Encuesta de Seguridad Nacional, un informe anual que elabora el Consejo de Prevención del Crimen (Brå), confirma que casi la mitad de las jóvenes -un 45%- cambió de trayecto en sus desplazamientos habituales a pie por miedo a los delincuentes. Al mismo tiempo, la exposición al crimen, según confesión de los interesados, ha aumentado al 26,4% de la población. Según el Brå, el grupo de edad con más probabilidades de sufrir ataques violentos entre los varones es el que va de los 16 a los 19 años. En el caso de las mujeres, quienes sufren con más frecuencia ataques sexuales es el comprendido entre entre los 20 y los 24 años.
El 28% de la población entre 16 y 84 dice sentirse muy o totalmente inseguros, hasta el punto de optar por no salir de casa por la noche. Dos quintas partes de los suecos -43%- aseguran estar especialmente preocupados por el nivel de delincuencia en su sociedad. En 2018, se denunciaron unos 22.500 sexual delitos sexuales, entre los que 7.960 se tipificaron como violación. Un 6,4% de las personas consultadas, muy mayoritariamente mujeres, confesó haber sido objeto de ataques de naturaleza sexual.
No sé cómo ha podido ocurrir, no me pregunten, pero es perfectamente constatable: a pesar de vivir en regímenes democráticos, en los que la gente elige a sus gobernantes, el gran secreto a voces de nuestro tiempo es que nuestros líderes son nuestros enemigos.
Parece absurdo, ¿verdad? No cuadra que quienes nos ‘representan’ actúen tan decididamente contra nuestros intereses más elementales. ¿Por qué un país se hace eso a sí mismo? ¿Por qué una sociedad próspera y segura elige convertirse en un lugar donde dé miedo salir de casa?
¿Necesitaba Suecia importar grandes contingentes de población de África? No, en absoluto.
¿Le ha beneficiado en absoluto importar una importante población de Somalia y otros países africanos con culturas diametralmente opuestas, con otra concepción de la vida y de la sociedad, con bajos niveles educativos, con una estrechísima lealtad tribal y unos altísimos niveles de violencia?
Pero este panorama desolador, un efecto que nadie con dos dedos de frente podía dejar de prever a partir de las causas, no lo ha provocado un malévolo enemigo de Suecia, una potencia envidiosa de su paz y prosperidad, sino los mismos representantes democráticos de esos suecos y suecas que ahora tienen miedo a salir de sus casas.
Y el caso de Suecia, naturalmente, es solo un aperitivo de lo que vendrá, no solo al país escandinavo, sino a todo un Occidente embarcado en un proyecto suicida de sustitución demográfica.