lunes, 12 de junio de 2017

SAN MARCOS EL CASTILLO QUE DEVORABA LAS BOMBAS

PATRIMONIO NORTEAMERICANO.

En  San Agustín, la ciudad más antigua de los Estados Unidos, se encuentra el Castillo de San Marcos, a cuyas especiales condiciones de resistencia se ha dedicado el artículo de ABC que acompañamos como Adjunto 1.

Por su referencia a una circunstancia señalada en nuestro Boletín Castillo Mogábar nº 7, lo reponemos, en español y en inglés, en los Adjuntos 2 y 3.

Cordialmente a 9 de junio de 2017.

Juan Prada Bécares, Abogado, Promoción 9 Abril de 1952 para Defensa del Derecho a la Vida y la Integridad Física y Moral de las Personas. Académico Correspondiente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba.




  • ABC
    , 15 de Mayo de 2017
    SAN MARCOS EL CASTILLO QUE DEVORABA LAS BOMBAS
    Año 1702. El gobernador inglés de Carolina, James Moore, ha desembarcado
    con 1.200 hombres cerca de san Agustín, capital de la Florida española, y la
    población ha tenido que refugiarse a toda prisa en el próximo e imponente
    Castillo de San Marcos. Moore no pierde el tiempo. Instala sus cañones frente
    al Castillo, y a su orden vomitan estos su primera andanada, suficiente,
    piensa, para derribar los gruesos muros. Pero no pasa nada. Los muros,
    parecen «tragarse» las bombas, y por más que disparan las baterías, el
    resultado es el mismo. Las balas, simplemente desaparecen al impacto con
    las murallas.
    Treinta años antes, el Rey de España había ordenado erigir un bastión sólido
    para defender su posesión de Florida, porque las colonias británicas de
    Carolina y Georgia crecían en número y agresividad, amenazando la
    posesión española. La construcción del fuerte o Castillo de San Marcos, en
    la periferia de la ciudad de San Agustín, duró quince años y costó 138.000
    pesos, sufragados por el rico virreinato mexicano. El Castillo presentaba una
    planta cuadrada, con sobresalientes y agudas esquinas, un diseño que ya
    había demostrado su eficacia en otras ciudades costeras españolas de
    ultramar.
    Pero lo más relevante fue el material empleado en su construcción.
    Desechada la madera por su fragilidad, y a falta en Florida de canteras de
    piedra y de cal, se recurrió a la coquina, la concha de un molusco bivalvo del
    que había ingentes reservas en la vecina isla Anastasia. Mezclada con agua y
    arena, haría las veces de la piedra y la cal, aunque algunos de los ingenieros
    participantes recelaron de la consistencia de unas paredes levantadas con
    un material tan poco fiable y endeble como la coquina. No podían adivinar lo
    errado de su apreciación, ni el inusitado comportamiento que habría de tener
    ese material ante los ataques.
  • Ante los cañonazos de Moore, la coquina demostró por primera vez su
    extraño poder defensivo. De haber sido piedra, sometidos a intensos
    cañones, los muros hubieran saltado hechos añicos y pronto se hubieran
    abierto huecos en las fachadas, por donde hubieran penetrado los ingleses.
    Pero en lugar de oponer resistencia física, la coquina absorbía las balas de
    cañón. Se trataba de un material poroso, muy duro, pero de consistencia
    esponjosa, que no rechazaba las balas, sino que literalmente se las
    «tragaba». Era como bombardear una esponja o, en los tiempos actuales,
    una superficie de poliestireno expandido, el popular corcho blanco o
    «forespán». Las gruesas bombas se quedaban dentro de las paredes, y tras
    53 días de infructuosos bombardeos, James Moore tuvo que retirarse con
    sus hombres.
    El siguiente ataque se produjo cuarenta años después, a cargo esta vez del
    gobernador de Georgia James Oglethorpe. Harto de que la Florida española
    pusiera coto a sus aspiraciones territoriales, y de que los esclavos de sus
    plantaciones se fugaran para hacerse libres en el territorio español, libre de
    esclavitud, decide pasar al ataque. Con 2.000 hombres irrumpe sobre La
    Florida, asola las misiones y saquea la ciudad de San Agustín, cuyos
    habitantes se acogen de nuevo a la protección del fuerte de San Marcos. El
    gobernador Manuel de Montiano preparó la intendencia para el que preveía
    largo asedio, decretando medidas estrictas de higiene y alimentación, y
    manteniendo la moral de los numerosos refugiados, que esperaban que de
    un momento a otro saltaran los muros del fuerte y entraran los ingleses.
    Pero no ocurrió así, porque la coquina volvió a demostrar su curiosa eficacia
    defensiva, absorbiendo como manteca una detrás de otra las balas de
    cañón. Oglethorpe confiaba en que le llegaran refuerzos de la Jamaica
    inglesa, pero lo que arribaron fueron seis barcos españoles enviados desde
    Cuba, cuando tuvieron noticias del asedio inglés. Oglethorpe hubo de
    levantar su campamento a toda prisa, llevando el amargo sabor de la derrota
    tras treinta días de inútil asedio. Una vez más, la modesta coquina había
    salvado el honor español y la presencia de España en La Florida. Eso , los
    raids ingleses destruyeron la inmensa labor misionera de los franciscanos.
    Asaltaron las misiones y capturaron a los indios para llevarlos como
    esclavos a sus plantaciones de Jamaica.
    Hoy, el Castillo de San Marcos es uno de los monumentos más visitados de
    EE.UU., y sobre sus muros continúa ondeando la bandera española de
    Borgoña. Oficialmente se le denomina Castillo de San Marcos National
    Monument, y la página web de su organismo gestor, el National Park Service,
    reza lo siguiente: «Estas paredes originales, en las que todavía resuenan las
    luchas del pasado, son testimonio tangible de la historia, a la vez dura y
    extraordinaria, de EE.UU».
    Así pues, la humilde coquina salvó para España La Florida. Hasta el año
    2055, Estados Unidos no habrá igualado el tiempo que la bandera de España
    ondeó sobre La Florida.
    Borja Cardelús