jueves, 26 de junio de 2014

El 12% de los montes no tiene dueño


elEconomista.es

Jueves, 26 de Junio de 2014

 

El 12% de los montes no tiene dueño

Casi un 12 por ciento de la superficie forestal del país pertenece a gente que lleva muerta un siglo, lo que hace imposible gestionarla y aprovecharla. Buscar a los herederos y volver a poner esas tierras en valor, la mayoría abandonadas, es toda una aventura..., que da buenos frutos.

El Catastro todavía recoge un gran número de parcelas forestales con titularidad confusa. Por eso, un 12,72 por ciento del toda la superficie boscosa del país se considera propiedad desconocida, porcentaje que aumenta hasta el 17,63 por ciento de los montes de titularidad privada.

Algunos de esos montes son de libre disposición de las entidades locales, pero la gran mayoría -hasta dos millones de hectáreas, el 5 por ciento de toda la superficie nacional-, sí tiene titulares; el problema es que están muertos desde hace 100 años y los registros no se actualizaron en su momento para inscribir a sus herederos.

Como el Código Civil exige la unanimidad de los propietarios del suelo para disponer de él, es imposible actuar en esos terrenos: no se pueden desbrozar ni reforestar; no se puede organizar la entrada de ganado; no se puede aprovechar la madera; no se pueden extraer minerales; no se puede instalar un parque eólico... Lo más frecuente es que estén en una situación de abandono que aumenta el daño causado por los incendios o las plagas.

Las desamortizaciones del siglo XIX

El origen de estos montes en situación anómala, conocidos como Montes del Común, Montes de la Sociedad de Vecinos, Sociedad de Baldíos y fórmulas parecidas, está en las desamortizaciones del siglo XIX, durante el que se enajenaron unos siete millones de hectáreas forestales.

En aquella convulsa centuria, el Estado necesitaba fondos y se expropiaron tierras para sacarlas en pública subasta; el grueso pertenecía a la Iglesia, que las había acumulado siglo tras siglo, pero también las había de ayuntamientos y corporaciones locales, órdenes militares, universidades, cofradías... La desamortización que más afectó a la estructura de propiedad de los bosques fue la impulsada por Pascual Madoz, aprobada en mayo de 1855.

Pujar colectivamente para comprar el monte

Para los vecinos de los pueblos que vivían de las florestas fue un pésimo acontecimiento. El monte era básico para aquellas familias de la España rural que todos hemos visto en viejas fotos; les aportaba pastos, materiales de construcción, leña, caza... De repente, su acceso a las tierras que usaban con libertad desde hacía generaciones iba a quedar supeditado a la voluntad de los nuevos propietarios.

Y reaccionaron, hipotecando sus modestas haciendas para pujar colectivamente y adquirir los terrenos. Fue costumbre que se juntaran 30 ó 40 personas y compraran las parcelas en régimen de pro indiviso, es decir, ninguna poseía un terreno concreto, sino una participación del total. En el Catastro deberían figurar como tales y pertenecer a los actuales herederos, pero no ocurrió así.

Muchos de estos montes colectivos se inscribieron en el título genérico de montes privados, sin aclarar su auténtica condición, y algunos se dividieron según coeficientes de propiedad, probablemente derivados de antiguos repartos internos para aprovechar los recursos forestales.

Se abandona el medio rural y llega el olvido

Avanzó el siglo XX y llegó el éxodo rural: la población abandonó los campos en busca de una vida mejor en las ciudades y la situación cayó en el olvido. En la actualidad, los descendientes de los compradores originales se cuentan por decenas de miles y muchos de ellos desconocen que son copropietarios del monte.

Sólo en Soria se han localizado 400 montes de socios -con una superficie equivalente a la provincia de Guipúzcoa- que deben pertenecer a unos 120.000 herederos.

La actualización de los registros oficiales es prácticamente imposible, porque se ha roto el tracto sucesorio y, en el mejor de los casos, exige un proceso complejo y largo que no se justifica por el valor del suelo. Además, muchos títulos de propiedad se han perdido y otros papeles acreditativos, como las actas de las reuniones en las que se repartían los usos, no se ajustaban a los documentos legales de la época.

El proyecto Montes de Socios

En el año 2003, la Asociación Forestal de Soria (Asfoso), cansada del bloqueo al que les abocaba la condición jurídica del legado de sus antepasados, se dirigió al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama) y le expuso el problema.

El Magrama decidió implicarse y la Asociación obtuvo en 2010 una subvención de 732.000 euros con la que comenzó el proyecto Montes de Socios -cuyo presupuesto total fue de 813.254,45 euros-, para investigar la situación y encontrar una salida.

Así, se ha rastreado en archivos de sociedades, ayuntamientos, parroquias, álbumes familiares y cualquier lugar con documentos que permitieran identificar catastralmente los terrenos en régimen de pro indiviso. También, dentro de las posibilidades, se ha trazado un árbol genealógico desde los primeros compradores hasta sus descendientes actuales, al objeto de identificar a los legítimos propietarios.

Paralelamente, para acabar con la parálisis y el abandono obligado de los montes, se planteó que los herederos identificados pudieran constituir juntas que los gestionasen para recuperar su valor.

Reforma de la Ley de Montes

Estas juntas se convirtireron en una realidad al plasmarse en la Disposición adicional décima de la Ley 43/2003, de Montes; desde su promulgación, una Junta Gestora puede formarse con más de 10 descendientes de los condueños originales, y los beneficios que correspondan a la parte de la propiedad no esclarecida deben invertirse en la mejora del monte. Hoy hay casi 50 juntas gestoras en Soria, Asturias, Guadalajara, Zaragoza y Cáceres, que vinculan a más de 10.000 personas.

El proyecto Montes de Socios concluyó en noviembre del año pasado, tras haber recibido el Premio de Buenas Prácticas de Naciones Unidas en 2012. Sin embargo, su labor de recuperación prosigue, con menos recursos, pero aprovechando la retroalimentación obtenida con el impulso inicial.

La formación de nuevas juntas gestoras no cesa y aparecen nuevas oportunidades. Como indica Pedro Agustín Medrano, gerente de Asfoso y director del proyecto: "Nuestra idea siempre ha sido devolver la actividad a esas tierras, y si ya no hay forma de que vivan de ellas cuarenta personas, igual tres sí pueden hacerlo". Por eso se están impartiendo cursos de apicultura, turismo micológico y ornitológico, decoración natural...

Ahora hay un frente mayor en la reforma de la Ley de Montes, porque legalmente faltan cosas importantes que solucionar. Por ejemplo, hay que arbitrar un procedimiento para actualizar la titularidad de los registros y hay que establecer el régimen jurídico de las juntas gestoras.

La propuesta de reforma normativa que Asfoso ha remitido al Magrama incluye la elaboración de una Ley de Montes de Socios en dos años.

La formación de juntas gestoras es un festivo reencuentro familiar

La formación de una Junta Gestora para el monte de propiedad colectiva de un pueblo -una aldea con un puñado de habitantes permanentes- es motivo de fiesta. Significa que se ha conseguido reunir a los descendientes de los compradores originales.

En el proceso se han abierto baúles, se ha recuperado la tradición oral de los ancianos y se ha recordado a muchos seres queridos. El día de la constitución de la Junta, por lo tanto, hay que sentarse a la mesa; además, es un reencuentro familiar extenso, porque indagando en el pasado se han descubierto parentescos desconocidos.

Y cada vez que la Junta debe reunirse para decidir sobre el usufructo del bien común ocurre más o menos lo mismo, a menor escala.

Así lo refleja el documental El monte, nuestro más viejo amigo, del proyecto Montes de Socios. La participación en un proyecto común fortalece a la comunidad y abre puertas económicas a partir de la tierra que compró el tatarabuelo. 

sábado, 21 de junio de 2014

Una refundición secularizada de la monarquía (Roberto Esteban Duque)


LA FRAGILIDAD DEL BIEN

Una refundación secularizada de la monarquía


El principal fracaso del comienzo de su reinado, Majestad, tiene su origen en la negación relativa a Dios.

Ha perdido Felipe VI voluntariamente la gracia -si es que tenía alguna- cuando propone una especie de refundación secularizada de la monarquía, una comedia semejante a la que, respecto a la realeza, ofrecían en Francia en el siglo XIX los monárquicos constitucionalistas, que en su inmensa mayoría eran republicanos de corazón; “una monarquía renovada para un tiempo nuevo”, la de ateos vergonzantes que prefieren seguir guardando cerdos antes que regresar a Dios, sin ninguna indigencia religiosa que les haga añorar un hogar celeste en la tierra, y la de usurpadores del ámbito público que reconocen la primacía de la moral en la vida política pero no el fundamento de la moral en la tradición cristiana.

  Dice Felipe VI, en su Mensaje con motivo de su proclamación como nuevo Rey de España, que nuestra historia nos enseña que “los grandes avances de España se han producido cuando hemos evolucionado y nos hemos adaptado a la realidad de cada tiempo”, mirando más allá de nosotros mismos, compartiendo “una visión renovada de nuestros intereses y objetivos comunes”.

  Pero conocer el espíritu del tiempo para convertirse a él significa buscar sus causas a mayor profundidad que la de situar, como hace Su Majestad, el bienestar de España en “el conocimiento, la cultura y la educación”. No podemos contentarnos con mirar las apariencias exteriores para conocer el espíritu del tiempo, sino ir a las raíces que, como siempre en la historia del espíritu, pertenecen al estrato religioso que el Rey de España se obstina con gran error en ignorar. Porque el principal fracaso del comienzo de su reinado, Majestad, tiene su origen en la negación relativa a Dios, que es tanto -según observara C. S. Lewis- como la abolición del propio hombre.

  La monarquía, como viene siendo habitual en las democracias modernas, reniega del Evangelio y del cristianismo en nombre de la libertad, traicionando las raíces evangélicas de la democracia. ¿No irá Felipe VI más allá de la aconfesionalidad del Estado cuando se niega, sin demasiada resistencia de las diversas instituciones y asociaciones de la nación, a reconocer públicamente la profunda tradición católica de los españoles?

  Cuando el hombre no necesita a Dios se consagra a lo puramente material, a creer que el patrimonio de una nación es sólo conquista de libertades públicas y derechos sociales,  con el deber añadido de “impulsar las nuevas tecnologías, la ciencia y la investigación” como las “verdaderas encargadas de crear riqueza”, olvidando la comunidad de vínculos universalmente religiosos que constituyen los primeros lazos sociales y las mayores reservas de sentido en la vida colectiva de los pueblos.

  Necesitar sólo las bendiciones de un “humanismo ético que elimine discriminaciones, afiance el papel de la mujer y promueva la paz”, es tanto como privar al hombre de su enlace vertical, refundar la monarquía expulsando de ella la presencia de la Cruz, para reducir el bien humano a lo meramente temporal. Necesitar sólo la bendición del progreso es reconocer una religión social -porque il faut un Dieu pour le peuple, como dirá Voltaire-, pero destruir la visión tradicional cristiana de la historia, corrompiendo todo con el ridículo de querer renovarlo todo.

  Abolir la religión del escenario público es el mayor de los ridículos de un Jefe de Estado, el más peligroso de los dogmatismos creados al comienzo de su reinado. Alejar a Dios de la vida de los ciudadanos y desplazar el mundo religioso del centro de la vida social, cultural y política, es tanto como abrir un proceso contra Dios desatando al Estado completamente de la tradición cristiana, para terminar por originar un evidente conflicto: el choque entre la fidelidad al credo católico heredado y la intención constitucional y también monárquica de extirpar esas creencias con la indiferencia, la desacralización y la expulsión del Dios de los cristianos del foro público.

  Comienza así a sembrar la monarquía un Estado autosuficiente, encargada de doblar las campanas a un Dios moribundo que hace vigente el aforismo del “hombre loco”, de Nietzsche, cuando pinta el extravío del hombre que ha roto los vínculos con Dios y con el mundo religioso, estando ya felizmente abatidos. Nos harán incluso llegar a pensar que creer en Dios es señal del cobardía y falsedad,mauvaise foi de un yo que es incapaz de hacerse cargo de su propia libertad, como sentenciaraSartre.

  Felipe VI ha emprendido, lo quiera o no, una revolución silenciosa, una apostasía tácita contra la fe, la suficiencia de quien pretende que el pueblo viva sin valores vinculantes trascendentes, de disipar las raíces cristianas y el Credo católico de España. Este silencio de Dios nos llevará a una religiosidad simplemente religiosa, sin contacto con la vida inmediata, irreconocible y reducida a doctrina y práctica puramente religiosa, sin más valor que proporcionar solemnidad al nacimiento, las bodas y la muerte. La indiferencia y negación pública sobre el Nombre de Dios por parte de Felipe VI al no pronunciarse en su proclamación como Rey sobre la importancia del hecho religioso en la vida de los pueblos, contribuirá a que Dios no tenga otro valor, como señalara Rilke, que el de una “dirección para el amor”. Lo dirá también con agudeza Ratzinger: “Cuando no se entiende que el hombre se encuentra en un estado de enajenación que no es solo económico y social, sino tal que no puede remediarla con sus propios esfuerzos tampoco es ya posible comprender que necesite a Cristo Salvador”.

 

  Se inmola, Majestad, pero no en el altar del bien y de la verdad, sino en el altar del orgullo, donde de oferente y servidor se ve tornado en creador y dueño de sí mismo, en un error que se resuelve en la herejía contemporánea de negar a Dios para dejarlo atado a su cielo como Encélado a su roca, desprovisto ya el hombre de amor a lo alto y sólo ocupado en un reinado donde de los altares olvidados han hecho su morada los demonios. ¡Pobre loco!

 

La Gaceta

 

21 de junio 2014

 


 

viernes, 13 de junio de 2014

Ávila en vilo vela tras la bruma (Juan Pablo Mañueco)

 
ÁVILA EN VILO VELA TRAS LA BRUMA
                                    
  
 
 
Ávila en vilo vela tras la bruma,
que en foco cruzo y amor a cada piedra,
vuelo trae de almenas que son hiedra
y canto quieto en que mi tiempo esfuma.
 
Por solada ruta que suena y suma
siglos, ser soy que empiedra
huella suya en que medra
mi senda joven, que hoy la noche ahúma.
 
Hemos cumplido años, Ávila, y asuma
que quien te visitó con fuerza clara
y esbozo y trama y ofrendas en la mente
 
hoy vano es quiera seguir tu corriente.
Te sentó mejor tiempo que pasara.
Lucirás tras la niebla. Yo, en tu bruma.
 
Pero si vivo, risueño y dichoso
fue aquel joven al recorrerte brioso,
también hoy, al intuirte entre focos y tu poso.

Juan Pablo Mañueco

Posible causa de la "abdicación".Nos la van a meter doblada


  Posible causa de la" abdicación. Nos la van a meter doblada 

Si el nou Monarca declara una amnistia, es confirmarà aquest rumor.  

INMINENTE LEY “FELIPISTA” DE PUNTO FINAL   

Está circulando como la pólvora por los intra-pasillos y despachos de

medios informativos. El motivo “autentico” de la abdicación del Borbón  

no es otro que el pacto que alcanzaron la Casa Real-Rajoy- Rubalcaba-PP 

-PSOE de encontrar un pretexto que ponga fin a las investigaciones y  

condenas que se están produciendo con los miles de casos de corrupción  

que nos han asolado.
 

Una, sin paliativos, “Ley de Punto Final”, que apoyada en una amplia  

trompetería sobre la magnanimidad del nuevo monarca cerraría todos los  

procesos abiertos en caso como “Gurtel”, “ERES”, “Bárcenas”, “Blesa”,  

“Preferentes”, “Arena” “Noos” “Urdargarín-Infanta”, aunque  

adornándola con el cierre de sumarios de detenidos por el 22-M,  

“participantes en piquetes informativos” y “madre que quemó al violador  

de su hija”, etc. como demagogia de distracción. 

 

La cobertura informativa se apoyaría en la ley de indulto de 1977, del ahora

abdicado monarca, pero que dejaría en la calle, sin condena y de  

rositas a personajes como Fabra, Bárcenas, Camps, Crespo, Matas,  

“El Bigotes”, Lanzas, Blesa y cerrados todos los posibles procesos  

contra Aznar, Magdalena Álvarez, Chaves, Griñan…

 

Por eso el PSOE se ha mostrado tan entusiasta con la sucesión

monárquica… a pesar de “sus hondas raíces republicanas”. 

Aznar, asistente a la boda de su amigo Blesa, se mostró eufórico en la  

misma, asegurando al contrayente que todo iba a salir bien y las primeras  

declaraciones Julio Anguita tras conocerse la abdicación fueron  

referirse a una “Ley de Punto Final”. 

 

¡Oído al parche que no sólo no va a haber pan para tanto chorizo, sino  

que los chorizos y las morcillas nos vas a rodear por las calles y el aire  

que mal respiremos!

viernes, 6 de junio de 2014

¿Qué es una putada? Antonio Gala


Definición de putada por Antonio Gala

Esto no es una, son muchas putadas. 

¿QUÉ ES UNA PUTADA? .

·         Putada es comparar la jubilación de un diputado o diputada con la de una viuda.

·         Putada es que un ciudadano tenga que cotizar 35 años para percibir una jubilación y a los diputados les baste sólo con tres o con seis según el caso y que los miembros del gobierno para cobrar la pensión máxima sólo necesiten jurar el cargo.

·         Putada es que los diputados sean los únicos trabajadores (?) de este país que están exentos de tributar un tercio de su sueldo del ISR.

·         Putada es colocar en la administración a miles de asesores (léase amigotes con sueldo) que ya desearían para sí los técnicos mejor cualificados.

·         Putada es el ingente dinero destinado a sostener a los partidos, aprobados por los mismos políticos que viven de ellos.

·         Putada es que a un político no se le exija superar una mínima prueba de capacidad para ejercer su cargo (y no digamos intelectual o cultural).

·         Putada es el costo que representa para los ciudadanos, sus comidas, coches oficiales, chóferes, viajes (siempre en gran clase) y tarjetas de crédito por doquier.

·         Putada es que sus señorías tengan casi cinco meses de vacaciones al año (48 días en Navidad-enero, más 17 en Semana Santa -a pesar de que muchos de ellos se declaran laicos- más 82 días en verano).

·         Putada es que sus señorías, cuando cesan en el cargo, tengan un colchón del 80% del sueldo durante 18 meses.

·         Putada es que ex ministros, ex secretarios de estado y altos cargos de la política, cuando cesan, son los únicos ciudadanos de este país que pueden legalmente percibir dos salarios del erario público.

·         Putada es que se utilice a los medios de comunicación para transmitir a la sociedad que los funcionarios los únicos que representan un costo para el bolsillo de los ciudadanos...

·         Putada es que nos oculten sus privilegios, mientras vuelven a la sociedad contra quienes de verdad les sirven, hablando de política social y derechos sociales.

¡Qué Putada!...

Ésta debiera de ser una de esas cadenas que no se rompen, pues sólo nosotros podemos ponerle remedio a ésto.

Sería, además, una Putada que no lo reenviaras.

 

Exito gramatical. Juan José Millás

Éxito gramatical

Podemos genera, pues, una red de significados que activa la malla neuronal, como si fuera nueva

 
Podemos es la primera persona del plural del presente de indicativo del verbo poder y también la primera del plural del presente de subjuntivo del verbo podar. La palabra Podemos genera, pues, una red de significados que activa la malla neuronal, como si fuera nueva. Al aislarla, se transforma en una especie de juguete, quizá en la pieza de un mecano a completar en la cabeza de cada uno. El sujeto elíptico de Podemos es nosotros. Nosotros Podemos. ¿Podemos qué? Aquí se debe añadir el complemento que más plazca al usuario. Podemos detener los desahucios. Podemos parar los pies a los poderes financieros. Podemos aminorar las desigualdades. Podemos dotar a la política de un sentido más noble. Podemos nacionalizar la electricidad, el gas, el agua. Podemos sanear el ambiente. Podemos podar. Podemos, en fin, es una oración gramatical.
 
El PSOE se fue al carajo cuando dijo No Podemos. No podemos negar a los bancos su derecho a dejarte sin casa, ni a las eléctricas el suyo a quitarte la luz, ni a las gasísticas el de cortarte la calefacción. No podemos, “cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste”, desoír las órdenes del Ibex 35. Aquel No Podemos fundacional de Zapatero marcó el rumbo a Rajoy. No Podemos dejar de pagar la deuda, No Podemos perseguir a los defraudadores fiscales, No Podemos meter en la cárcel a nuestros amigos corruptos, No Podemos evitar que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres…
 
Estamos gobernados, en efecto, por la lógica del No Podemos (en el doble sentido de poder y podar). Una lógica desde la que una clase corrompida trabaja para sí y para los especuladores que la recogen más tarde en sus Consejos de Administración. El éxito de Podemos es por ahora de carácter sintáctico más que político. Pero la sintaxis no es mal sitio para empezar a hacer política.

Unión Europea.Miguel Ayuso: La amenaza de un nuevo totalitarismo


 

El Miércoles 4 de junio de 2014 17:38, "Agencia FARO agenciafaro@carlismo.es [FAROagencia]" <FAROagencia-noreply@yahoogroups.com> escribió:

 

 

  • UE: la amenaza de un nuevo totalitarismo. Entrevista al Prof. Miguel Ayuso

 

 

 

Nápoles, mayo/junio 2014. Entrevista que publica en su número 76 (mayo 2014) Lettera Napoletana, periódico de información de la Fundación Il Giglio (traducción de FARO):




Unión Europea. Miguel Ayuso: La amenaza de un nuevo totalitarismo

(Lettera Napoletana). El profesor Miguel Ayuso Torres, catedrático de Ciencia Política y Derecho Constitucional en la Universidad Comillas de Madrid y presidente de la Unión Internacional de Juristas Católicos, es uno de los más agudos estudiosos del Estado moderno y de su deriva totalitaria. En nombre del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II ha participado estos últimos días en Nápoles en un congreso sobre "
El Derecho natural como criterio". LN le ha dirigido algunas preguntas sobre el proyecto de construcción de la UE después de las elecciones al parlamento de Estrasburgo.

LN. El proyecto de construcción de la Unión Europea está encontrando una oposición creciente, debida al empobrecimiento de millones de personas en los países del sur de Europa provocado por el euro, pero también a la injerencia de los tecnócratas de la UE en muchos aspectos de la vida. ¿Cómo valora estas dificultades?

La tecnocracia crea eso que se llama el "déficit de democracia" de las instituciones de la UE. Incluso si pretende adoptar algunas medidas de "buen gobierno" resulta claro el engaño de la democracia totalitaria y contribuye a alejar a los ciudadanos de la participación política, que ya está debilitada en la democracia moderna aunque no anulada. Yo diría que la tecnoburocracia de la UE (en realidad una especie de criptocracia) se aleja cada vez más de la democracia moderna y plantea una serie de problemas, teóricos, prácticos y de orden técnico. Estos últimos --aunque puedan considerarse menos importantes-- no pueden descuidarse, porque interfieren en la vida de los pueblos. A partir del año 2004, fecha del fracaso del intento de poner en marcha una Constitución europea, y del sucesivo Tratado de Lisboa (2007) se han hecho más evidentes las dificultades de la UE, que la larga crisis --más financiera que económica-- que estamos atravesando ha tornado más dramáticas. Me refiero en particular a la ausencia de una identidad suficientemente homogénea e integral de la UE que sea capaz de conciliar los intereses comunes con los opuestos, sea en política exterior (¿atlantismo británico, "diferencia" francesa, o vía alemana?), sea en economía (¿estabilidad o flexibilidad?) o en los problemas de hacienda (¿hasta cuándo se debe pagar por la UE y quién cobra?). A todo esto añadamos las leyes cada vez más opresoras y esotéricas.

LN. ¿Cuáles considera que son los elementos de totaliarismo en el proyecto de la Unión Europea?

Yo diría que la época del totalitarismo no ha terminado. Algunos de los estados totalitarios desaparecieron con el final de la Segunda Guerra Mundial, pero otros se vieron reforzados, también después del segundo conflicto mundial, en los últimos decenios. Son estados totalizantes (postotalitarios), los del "Estado del bienestar" como las socialdemocracias europeas, que han creado sistemas capitalistas en la producción, socialistas en la distribución y laicistas en la moral. Se trata de un totalitarismo "light", del tipo que profetizó Tocqueville. El proyecto de construcción de la UE está empapado de este espíritu. Su tendencia totalitaria se refuerza tanto más cuanto que excluye las comunidades naturales. No debe olvidarse que el antídoto contra el totalitarismo consiste en la subordinación del poder político a una ética objetiva y el arraigo de las comunidades naturales.

LN. Los tecnócratas de la UE a menudo se encuentran enfrentados con la tradición católica de diversos países, desde el rechazo a invocar las raíces cristianas de Europa en la Constitución de la UE, a la prohibición impuesta a Andorra de emitir euros con la imagen de Cristo, o a las tentativas de apoyar la introducción o la extensión de las legislaciones abortistas en Hungría y en otras naciones. ¿Considera que para los católicos es difícil convivir con el proyecto de la Unión Europea?

La laicidad y el laicismo (en realidad se trata de dos versiones de la misma ideología) son la marca de fábrica del "proyecto de construcción europea". Como lo fueron en el pasado en el nacimiento de los estados modernos, después de las revoluciones liberales de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. Pero las naciones antiguas habían nacido cristianas, así que la Revolución tenía que borrar su origen para dejarlas huérfanas. La nueva Europa, por su parte, ya nació huérfana. La Iglesia, hasta hace algún tiempo, oponía al constitucionalismo la "constitución cristiana de los estados" o, mejor, la "res publica christiana". Ahora, por el contrario --como ya aconteció con las constituciones nacionales, entre ellas con la española-- parece contentarse con una referencia a las "raíces cristianas" o a la "herencia cristiana". Pero esto significa admitir implícitamente la muerte de los propios principios, porque no hay ninguna herencia si no hay un difunto. De hecho equivale a alinearse, tanto en el lenguaje como en la línea de acción, con las democracias cristianas.

LN. La Comisión Europea reemplaza a los gobiernos nacionales y considera interlocutores, por ejemplo para la asignación de fondos, a las regiones de Europa. Se trata de una limitación adicional de la soberanía nacional. ¿Está de acuerdo?

Los estados-nación, brotados de la Europa nacida de la Paz de Westfalia en 1648, fueron los responsables de la primera forma de globalización frente al universo pluralista de la Cristiandad. Sin embargo es preciso admitir que tienen una base moral más sólida que la de la evanescente Unión Europea. Hoy esos mismos estados nacionales son víctimas de una segunda globalización, que está en proceso. Ciertamente la nación ideológica y excluyente se contrapone a la afectiva e inclusiva, pero conserva aún algunos elementos naturales en las relaciones políticas, que el proceso de racionalización y secularización efectuado por los estados modernos va aboliendo progresivamente. Por ejemplo el concepto de ciudadanía como "patriotismo constitucional" puede convivir fácilmente en el contexto de la "construcción europea", pero menos en el contexto de una "nación". En cuanto a las regiones, su relación con la UE podría parecer en línea con el principio de subsidiariedad, pero en realidad se trata de lo contrario, es decir, se trata del vaciamiento de funciones de los estados europeos en beneficio de la UE.

LN. Las elecciones al Parlamento Europeo han registrado un fuerte avance de los partidos "eurocríticos", alguno de los cuales lleva en su programa la salida del euro. ¿Piensa que esté en peligro todo el proyecto de la UE?

Francamente no creo que el avance de los partidos críticos frente a la UE, a pesar de ser notable en las últimas elecciones, consiga bloquear el proyecto de la UE. El proyecto de "construcción europea", comenzado en la segunda posguerra mundial, se basa en el federalismo funcionalista, en el laicismo, y en el economicismo, elementos todos que se afirman en un contexto de disminución de los estados, que se da en aparente contradicción --como es típico de los períodos de crisis-- con la desnacionalización y el avance de la tecnocracia. De todos modos, lo más importante no es la arquitectura institucional con la cual se realiza el "proyecto de construcción europea", sino el "espíritu europeísta" que es la base y que está dirigido por las autorreferenciales élites pro-UE que dominan a los estados europeos y a las organizaciones internacionales.

LN. Sobre la base de la doctrina social de la Iglesia, ¿sobre qué pilares debe apoyarse un proceso de integración europea?

Los mismos principios sobre los que debe apoyarse un estado. El reconocimiento de los derechos de Dios y de la ley natural como fundamento del orden político, y el principio de subsidiariedad para regular las relaciones entre los grupos sociales y las comunidades naturales. El laicismo niega los derechos de Dios, sea en la forma llamada inclusiva del americanismo, sea en la forma excluyente del modelo francés. La Iglesia, por desgracia, ya no se enfrenta, a no ser de manera ocasional y parcial, a estas dos formas de laicismo, que se refuerzan gracias a las reivindicaciones de los "derechos humanos" y, sobre todo, de la "libertad de conciencia y de religión" que caracterizan la fase débil y de disolución de la modernidad y que anulan el orden político. Por supuesto se trata de un proceso que no se aplica sólo en las instituciones de la Unión Europea, pero en ellas es muy evidente. En cuanto al principio de subsidiariedad --más allá de hipócritas declaraciones de principios-- es desnaturalizado y reducido a una versión administrativa y a una norma de derecho público. La pérdida de soberanía nacional y la tecnocracia constituyen su contrafigura. También aquí aparece el carácter progresivamente destructivo de esta fase "débil" de la modernidad respeto de la precedente fase "fuerte". (LN76/14)