Imagen referencial.
Imagen referencial.
Decíamos ayer que la pandemia que nos azota -o, mejor, la cuarentena a la que nos tiene sometidos- tiene sus ventajas o, al menos, sus cosas aprovechables desde el punto de vista personal. Pero esta peste va a ser, sobre todo y con toda probabilidad, una ‘división de aguas’, un punto de inflexión en la deriva del mundo entero.
Contemos las bajas que habrá que contabilizar cuando termine esta guerra:
Actuall depende del apoyo de lectores como tú para seguir defendiendo la cultura de la vida, la familia y las libertades.
Haz un donativo ahora
1.- El globalismo. Nos hemos referido ya a él, pero es que está siendo muy evidente. Está muy bien ese mundo sin fronteras que nos han querido vender y que nos hemos tragado a medias, pero ha sido ver aparecer el coronachán por el horizonte y cerrar las fronteras a cal y canto. Incluso cancelas vuelos, volviendo a antes incluso de que empezara el globalismo como movimiento en serio.
No solo es práctico: es psicológicamente automático. En una verdadera crisis es cuando uno empieza a hacer serios distingos -¿discriminación?- entre los nuestros y los otros. Lo pequeño es hermoso, y en los balcones se aplaudía a España, no a la Unión Europea.
2.- Y hablando de la UE, esa es otra baja inevitable. Su mito, al menos. No digo que vayamos a renunciar inmediatamente al mercado único y todo eso. Pero la Europa patria común que nos estaban preparando a velocidad de crucero ha demostrado ser una ilusión. A Italia y a España ya le han dicho que no van a poder ayudarnos, y ha sido China -¡China!- la que está regalando material sanitario al Estado italiano. Ahí va la cacareada solidaridad europea. Ya puede Esteban González Pons cantar el Auld Lang Syne las veces que quiera, que eso tiene difícil remedio, con el Espacio Schengen convertido en un recuerdo.
¡Bienvenidos al ‘homeschooling’ impuesto a la fuerza, quién lo iba a decir, por un Gobierno de izquierdas!
3.- La educación como la conocemos. ¿Qué es, exactamente, lo que estamos pagando, si esta crisis está demostrando que se puede impartir igual a través de la red? ¡Bienvenidos al ‘homeschooling’ impuesto a la fuerza, quién lo iba a decir, por un Gobierno de izquierdas! Cuando las aguas vuelvan a su cauce, va a ser difícil olvidar todo esto, y regresar a un modelo de enseñanza que finge que las comunicaciones no se han actualizado desde el siglo XV.
4.- Y quien dice la educación, dice el trabajo. Uno no puede cultivar el campo, poner ladrillos o arreglar tuberías online. Pero es que en nuestro siglo, la mayoría de los empleos no son de este tipo, son más bien de un tipo que permite perfectamente hacerlo desde casa, ahorrando muchísimo dinero -el empleado y la empresa- y con la posibilidad de pasar más tiempo en familia. Uno de mis hijos no hace más que tener reuniones con sus jefes y compañeros sin problemas, trabajar, negociar con clientes… Todo. Eso también es algo difícil de olvidar cuando las cosas vuelvan a la normalidad.
5.- Viajes. Se va a viajar menos. De entrada, vamos a ser significativamente más pobres, con toda probabilidad. Por otra parte, lo que hemos dicho antes para el empleo y la educación vale para muchas otras cosas, y todo lo que se pueda hacer online se hará online, ahorrando tiempo, dinero y ese CO2 que echamos continuamente a la atmósfera aunque solo pueda verlo Greta Thunberg.
Cuando vienen mal dadas, poder contar con alguien con absoluta confianza puede significar la diferencia entre la vida y la muerte
6.- Sociabilidad. Eso del ‘distanciamiento social’ impuesto por las autoridades sanitarias nos va ayudar muchísimo a distinguir qué personas nos son imprescindibles -pareja, familia, ese puñado siempre reducido de amigos que merecen ese nombre- y en esas nos vamos a centrar, ahondando en las relaciones y apoyándonos más en ellas. Cuando vienen mal dadas, poder contar con alguien con absoluta confianza puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.
7.- Libre comercio internacional. No, no va a desaparecer, pero va a dejar de ser el tótem inviolable que es hoy. No dudo de que sea el sistema económico más eficaz para aumentar la riqueza, pero es que nos vamos a dar cuenta de que hay otros criterios, además del económico. El estratégico, por ejemplo. Estados Unidos, por citar un caso obvio, se está dando cuenta ahora mismo de que apenas produce nada en industria sanitaria y todo se lo compra a China, que se le está poniendo cara de enemigo y podría sacarles los higadillos a cuenta de la necesidad. Hay cosas que compensa sobradamente producir en casa, aunque resulte algo más caro, que nunca se sabe. Desmantelar la industria, nos iremos dando cuenta, no fue la mejor idea.