Dibujo de unos lemmings metiéndose en un río.
Dibujo de unos lemmings metiéndose en un río.
Los lemmings son unos roedores que, cada cierto tiempo y cuando hay una sobrepoblación, 
comienzan a correr hacia los acantilados, se arrojan al mar y nadan hacia ninguna parte
hasta que su esfuerzo inútil les hace terminar muriendo por agotamiento ahogados en el océano.
La impresión que da es que los animalitos creen que el líder los lleva a un lugar donde se puede
 sobrevivir y que buscan más alimento o más territorio. No parecen desear el suicidio, sino
 la supervivencia en una zona donde se garanticen sus necesidades. Saben nadar y si se les
 condujera a otra costa, podrían sobrevivir. Pero lo cierto es que esa expedición está condenada
 al fracaso irremisiblemente porque el líder se dirige hacia altamar y los lemmings van cayendo 
por cansancio hasta desaparecer bajo las olas.
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Me acuerdo de esos animalillos dirigidos a la muerte para mantener el ‘status quo’ cuando detecto
 en nuestro panorama político lo que yo llamo líderes lemmings. Cierto es que las intenciones que
 se evidencian en estos líderes lemmings de cerebro humano de los que voy a hablar no son achacables
 a los primeros roedores que se tiran al mar arrastrando, tras su decisión, a millones de congéneres.
 Pero el resultado es el mismo.
Los que han seguido a los líderes lemmings poco a poco van perdiendo fuerza y ahogándose por el camino
Los líderes lemmings son esas personas, muchas veces con cierta capacidad oratoria, que analizan
 adecuadamente esa situación que desespera a muchos ciudadanos, la critican, se oponen verbalmente 
al establishment que ha generado, mantiene y amplía esa situación injustificable, encabezan la 
disidencia y disponen, o al menos así hacen pensar los resultados que obtienen, de un cierto poder 
mediático y un respaldo económico que les facilita llegar a muchos descontentos.
El liderazgo lemming (puede ser un grupo) organiza un frente contra esa situación y ese 
establishment y, poco a poco, lo va desactivando, ya sea con frenos a la acción práctica, 
con mensajes contradictorios y con lentos giros al consenso y la comprensión de los que 
han propiciado la situación de injusticia que se quiere combatir.
Los que han seguido a los líderes lemmings poco a poco van perdiendo fuerza y ahogándose
 por el camino. Unos se desaniman y abandonan la lucha desilusionados y otros compran 
la mercancía averiada del diálogo con los que están abusando y han generado la situación 
de descontento, como si se pudiera negociar con los que vulneran derechos fundamentales y 
llegar a un acuerdo de cesión de parte de ellos en vez de vulnerarnos todos.
El liderazgo lemming también detecta las voces que han descubierto su verdadero objetivo
La división está servida. Los que se sienten defraudados difícilmente van a volver a la lucha p
or temor a seguir a otro líder lemming con la consiguiente nueva desilusión. Los que se han 
vuelto tibios y dialogantes dejan de ser un problema para el establishment. Otros, son reconfortados
 con migajas de ayudas públicas. Algunos descontentos toman la dirección correcta, pero ya no
 hay fuerzas para llegar a la costa. Todo está desactivado. El movimiento de disidencia se deshac
e como un azucarillo en el agua. Ni un solo lemming sobrevive.
El liderazgo lemming que, pese a ser disidente con el establishment tiene, insisto, poder y 
dinero surgido de ese mismo establishment, también detecta las voces que han descubierto 
su verdadero objetivo, que suelen ser precisamente disidencia de verdad con toda la debilidad 
y ausencia de ayuda mediática y económica correspondiente, y se dedica a difamarlos (ultras, 
fachas, intolerantes, yunque…), acallarlos, dividirlos mediante infiltrados…hasta desactivar ese
 foco de forma que nunca llegue a contactar con la masa lemming para avisarle del viaje a ninguna 
parte al que los han lanzado. Las difamaciones y las etiquetas han funcionado desde los albores de
 la humanidad.
Esta estrategia, que he bautizado como liderazgo lemming, es más vieja que la tos y sin embargo
 tan efectiva como el primer día, ya que las masas engañadas se van renovando y se tiene mucho
 cuidado en no informarles de las antiguas y efectivas técnicas de manipulación de masas. Incluso,
 aunque  la hemos visto ya aplicada en varios casos, nos la vuelven a colar de rondón. Recordemos.
La desactivación de los frentes contra la ideología de género ha venido de la mano de personajes que han difamado a los grupos más activos
La desactivación de las víctimas del terrorismo se realizó según el programa de asociaciones
 lemmings hasta generar la división del bloque, el desconcierto de los que exigían memoria, 
dignidad y justicia; la difamación y el descrédito de los que seguían la dirección adecuada y, 
finalmente, la desaparición de toda resistencia a un plan establecido hace bastante tiempo.
La desactivación de los frentes contra la ideología de género ha venido de la mano de personajes
  que han difamado a los grupos más activos, han ralentizado toda acción y han metido palos 
en las ruedas de todo movimiento efectivo poniendo en entredicho cualquier actividad contra
 la ideología de género en tanto no hacían nada, salvo prometer futuros planes muy bien pensados.
Tan bien pensados y meditados que aún no se ha hecho nada mientras, por el camino, se
 han perdido mil batallas y varios derechos fundamentales. Lo últimos está siendo virar
 la opinión de la masa lemming hacia los planteamientos de la ideología de género y sus lobbies, 
a los que hay que comprender y aceptar, pobrecitos.
El último caso de liderazgo lemming para la desactivación de disidencia al plan establecido que
 tenemos en marcha proviene del tema independentismo catalán y tiene la misma factura clásica 
de los anteriores. Sociedad Civil Catalana es un movimiento de presumible disidencia de la escisión 
de Cataluña que desde todos, digo todos, los partidos y ámbitos del establishment se está amparando
 y empujando. Regado con millones de euros de subvención, su poder viene precisamente
 de su financiación. Ya ha hecho varias acciones de freno y redirección de los movimientos
 que grupos de ciudadanos, indignados con razón y en la buena ruta, estaban poniendo en 
marcha contra la banda organizada de los golpistas catalanes.
Sociedad Civil Catalana es un movimiento de presumible disidencia de la escisión de Cataluña que desde todos los partidos y ámbitos del establishment se está amparando y empujando
Capitalizando la disidencia más incauta, los va desactivando despacio y si ha hecho acciones
 de oposición al referéndum o la aplicación del célebre 155, ha sido porque no ha tenido más
 remedio y, de paso, lo ha utilizado para callar a las turbas que exigían justicia 
(‘Puigdemont a prisión’). Lo últimos ha sido señalar y arrinconar a los disidentes que 
no se dejan manipular, concretamente la plataforma Hablamos Español,  pese a que se
 supone que luchan por la misma causa y contra los mismos abusos
Como digo, estamos ante una nuevo caso de liderazgo lemming así que vale la pena
 informarse de todos los pasos que vaya dando SCC en la dirección de desactivar, ablandar
 el mensaje, buscar consensos y pedir diálogo con las bandas mafiosas de los separatistas,
todo ello unido a la difamación y persecución de los que no se plieguen a sus componendas.
De hecho, recomiendo dos cosas. La primera, informar a todos los incautos que sea 
posible a ver si se puede reducir el daño o evitar la desactivación de la disidencia por 
el simple medio de conocer las intenciones del lemming que nos lleva al acantilado.
La segunda, seguir todo este proceso de liderazgo lemming con extremo interés,
anotando cada noticia, actuación o declaración de SCC, porque, si acaban triunfando, 
servirá para conocer desde el principio la estrategia líder lemming y, si conseguimos
 que fracasen, nos servirá para mejorar la defensa en el próximo suicidio colectivo al 
que nos quieran empujar.