sábado, 7 de noviembre de 2020

La bienvenida a los verdugos

 

La bienvenida a los

 verdugos

Salvemos al Reino de España guiándonos por el modelo laico y patriótico de la República Francesa.

Salvemos al Reino de España guiándonos por el modelo laico y patriótico de la República Francesa.
Macron, en el homenaje a Samuel Paty, el profesor asesinado por un islamista. | EFE

Quienes dan la bienvenida a los verdugos son los capitostes de la Generalitat. Los verdugos a los que me refiero ahora no son los virus mortales de la covid-19, que campan a sus anchas en Cataluña mientras estos truhanes libran batallitas intestinas para dirimir quiénes se apropian del mango de la sartén… y de la llave de la caja de caudales. Aunque también sobran motivos para acusarlos de ser ellos quienes dan la bienvenida a los verdugos patógenos cuando chupan fondos que deberían destinarse al agónico sistema sanitario y los desvían para engordar a los parásitos acomodados en tres nuevas pseudoembajadas antiespañolas, en Australia, Japón y Senegal… que se suman a otras dieciséis igualmente ilegales y dilapidadoras.

Sin eufemismos

Los verdugos de los que me ocupo aquí son otros, tan fieros como los patógenos, y quienes les dan la bienvenida son los mismos jerarcas depredadores del sistema sanitario.

Hablemos claro. Los verdugos aquí bienvenidos son, como lo ha sentenciado sin eufemismos el presidente de Francia, Emmanuel Macron, los propagadores del terrorismo islámico hostil a la civilización occidental. Los mismos a quienes el consejero de Educación de la Generalitat de Cataluña, Josep Bargalló, les obsequia la oportunidad de contaminar el cerebro de los niños y jóvenes de su comunidad religiosa en las escuelas públicas. ¿Qué secta islámica seleccionará a los maestros? ¿Qué país musulmán los subvencionará? ¿Qué títulos profesionales exhibirán? Y, sobre todo, ¿quién supervisará sus enseñanzas? Bienvenidos verdugos de nuestra civilización, les dice este prohombre de Esquerra Republicana.

Con la misma estulticia con que el sanchismo-comunismo desoyó los avisos que le llegaban desde el resto de Europa sobre la amenaza de la pandemia, la carcundia de la Generalitat hace caso omiso de las advertencias sobre el peligro islámico. Ni siquiera le sirven de escarmiento las masacres que estos verdugos nacidos y criados en Ripoll perpetraron en Barcelona y Cambrils. Y dan la bienvenida a los adoctrinadores de la nueva camada.

Los pelos de punta

Los supremacistas catalanes disfrazados de republicanos aborrecen la política de los verdaderos republicanos franceses y así les va. Si salieran de su burbuja anacrónica tal vez aprenderían algo del Informe que la Inspección de Educación Nacional de Francia envió al Ministerio de Educación de su país (Valeurs Actuelles, citado en Mujeres en Red).

El panorama que pinta este informe pone los pelos de punta. Describe minuciosamente el clima que se vive en las escuelas francesas donde los alumnos provenientes de familias musulmanas se autosegregan, voluntariamente o coaccionados por sus pares, para someterse a los preceptos de la ley coránica. Lo hacen apartándose de sus compañeros tachados de infieles, bajo la mirada de un cuerpo docente que no interviene por convicción “progre”, por abulia o por miedo a ser acusado de islamófobo o a ser agredido por fanáticos fundamentalistas. El maestro Samuel Paty acaba de pagar con su vida el desafío a este hábito de pasividad cómplice.

Las más oprimidas

Las más oprimidas por el rigor de los guardianes de la fe son las niñas. Según el informe citado no son solo los padres quienes las vigilan y quienes sancionan sus presuntos pecados, sino también, y con más encono, los hermanos mayores fanatizados, que a menudo concurren a la misma escuela que ellas. Estas niñas viven sometidas a un control inquisitorial que les impone el uso del velo, la forma de vestir, el enclaustramiento y la prohibición de maquillarse y de relacionarse con varones y con infieles. Para ellas los deportes mixtos son tabú, lo mismo que las fiestas colectivas. Sus matrimonios son concertados prematuramente por sus padres, sin siquiera consultarlas. Los castigos que les imponen por sus transgresiones son, a menudo, físicos. Todo está prolijamente documentado en el informe.

No nos engañemos. Si bien la ley coránica es especialmente cruel con las niñas -y por supuesto también con las mujeres adultas-, no por ello es menos severa con los chicos. Siempre según el informe consultado, a estos les inculcan desde la más tierna infancia los deberes del guerrero musulmán y el culto de los mártires, entre los que ocupan un lugar de privilegio Osama Bin Laden y todos los caídos en misiones terroristas. Y cuando en la escuela les preguntan cuál es su nacionalidad, los nacidos en Francia contestan: “musulmán”.

Emisarios de la barbarie

Los padres musulmanes exigen que en las escuelas francesas sus hijos consuman carne halal de animales sacrificados ritualmente, y que los eximan tanto de leer a los clásicos Voltaire, Diderot o Rousseau, por ser heréticos, como de estudiar pasajes de la historia universal que puedan chocar con su formación religiosa, abordando, por ejemplo, las Cruzadas. Las reivindicaciones de estos padres son infinitas, siempre encaminadas a convertir a sus hijos en súbditos de un Estado feudal islámico blindado, dentro de Francia, contra los valores humanistas de la República.

Esto es precisamente lo que Emmanuel Macron se ha comprometido a impedir, definiéndolo como separatismo islámico. Y es lo que una banda de caciques tribales que usurpan la Generalitat -y que se creen superiores a los “gabachos” jacobinos- procuran injertar en el sistema de enseñanza catalán, para que una tropa de imanes retrógrados implanten guetos dentro de las escuelas públicas, donde cuando a los niños les pregunten cuál es su nacionalidad contesten, en catalán y árabe (prohibido el español), “musulmán”. Guetos que engrosarán el tsunami secesionista. Aunque ello implique dar la bienvenida a los verdugos emisarios de la barbarie.

Salvemos al Reino de España guiándonos por el modelo laico y patriótico de la República Francesa. Monárquicos democráticos y republicanos auténticos unidos en defensa de nuestra civilización.

PS: Nobleza obliga. Aunque siempre he criticado duramente la obsesiva campaña hispanófoba de Pilar Rahola, no puedo dejar de felicitarla por su artículo “Islam y escuela” (LV, 14/9), donde, con una extensa cita del libro Siempre han hablado por nosotras, de la valerosa pensadora contestataria hispano-marroquí Najat el Hachmi, desenmascara tanto los peligros que entraña la presencia del islamismo en las aulas como las taras de la progresía que, dice Rahola, “cuando ve a un cura sufre urticaria, y cuando ve a un imán, tiene un orgasmo”. Lástima que esa progresía tarada y el supremacismo incendiario que cuenta con el apoyo incondicional de Rahola estén confabulados para destruir España. Incluso dando la bienvenida, ambos, a los verdugos “islamofascistas” (Macron dixit), dentro y fuera de las escuelas.