Un manifestate pro Tabarnia.
Un manifestate pro Tabarnia.
Es de sentido común. El problema es que la Ley Integral de Medidas contra la Violencia de Género es, 
por sectaria e ideológica, de todo menos justa y ajustada a ningún parámetro racional.
Se ha vuelto a demostrar esta semana en un caso muy revelador relacionado conlaideología de género. 
Según lo despachado por las agencias de noticias, se habría producido una agresión mutua entre un
 hombre y una mujer.
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La que el hombre haya podido ejercer sobre la mujer, lo desconocemos. La que ha ejercido ella parece ser 
una puñalada, por la que el varón precisó atención de urgencia, una ambulancia con soporte vital básico 
y traslado al ambulatorio para ser atendido.
Sin la ideologia de género, los hechos nos dicen que dos personas adultas se han agredido mutuamente.
 Algo ciertamente preocupante de por sí. Condenable. Reprochable.
El hombre apuñalado ha sido detenido como presunto autor de un delito de violencia de género; y quien parece ser la apuñaladora queda en libertad
Sin embargo, la malhadada norma que establece la presunción de culpabilidad sobre el varón, la
  anulación de su presunción de inocencia y que es discriminatoria en la medida en que no trata
igual desde un punto de vista legal según el sexo del agresor (¡discriminación por sexo!), pone
 todo patas arriba.
Lo suyo sería que una intervención policial determinara qué procede con cada uno, según los indicios 
policiales en primera instancia y las pruebas judiciales en segunda.
Sin embargo, el hombre apuñalado ha sido detenido como presunto autor de un delito de violencia 
de género; y quien parece ser la apuñaladora queda en libertad bajo investigación por un presunto 
delito de lesiones.
Huelga decir que si ha habido agresión por uno y otro lado, ambos deben ser castigados. Y que si alguna 
de las acciones violentas han sido en defensa propia, el juez ha de tenerlo en cuenta a la hora de juzgarlo.
Pero no cabe en cabeza amueblada con un mínimo raciocinio esa disparatada desigualdad de trato al 
varón por ser varón y a la mujer por ser mujer. Es ridículo desde un punto de vista legal y de la más
 mínima lógica.
Esta es precisamente, no nos cansaremos de repetirlo, la vía por la que probablemente se inicie el 
desmontaje de estas leyes de privilegio e ideológicas: por reducción al absurdo. Son su propia mentira 
e histrionismo las que abrirán los ojo a aquellos que no lo han hecho ya por experiencia propia o de personas cercanas. 

El gran éxito de Tabarnia ha sido la ridiculización del delirio secesionista-golpista en Cataluña. Por eso 
se revela tan necesario ‘tabarnizar’ la ideología de género, ponerla frente a sus propias contradicciones 
y disparates.
Imaginen por un momento el cortocircuito legal que supondría que el hombre se declarara mujer y la
 mujer se identificara como hombre antes del juicio… Entonces ¿cómo se aplicarían las leyes? 
¿Quedaría él-ella en libertad y ella-él en prisión por violencia de género?