domingo, 29 de septiembre de 2019

Salvemos el planeta de los ecologistas

  • 3 de septiembre de 2019, San Gregorio Magno, San Marino.
    ¡Hola!
    ¿Me puedes ayudar? Le estoy dando vueltas a esta frase:
    “Las opciones reproductivas de una persona deben considerarse al evaluar su impacto final en el medio ambiente global.”
    ¿Quiere decir que practicar sexo agrava el cambio climático? ¿O que tener hijos perjudica el medio ambiente? ¿Es la frase de un periodista progre, de un científico o de un médico de las SS adelantado a su época?
    Han escrito esta frase académicos de varias universidades y sí, quiere decir que tener hijos perjudica el medio ambiente. Así que... librémonos de los ecologistas.
    Porque esa empieza a ser la mejor opción para preservar el futuro de la Tierra:  ¡Salvemos el Planeta de los ecologistas! 
    Tal vez recuerdes aquella frase de Clemenceau, el que fuera primer ministro durante la Tercera República francesa: 
    “La guerra es un asunto demasiado serio para dejarla en manos de los militares.”
    Pues con la preservación del Planeta sucede lo mismo: el futuro de la Tierra es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los ecologistas.

    Tener hijos perjudica en el medio ambiente

    La publicación Global Environmental Change, perteneciente a un montón de señores con cargos en universidades de todo el mundo, se define como “revista internacional revisada que publica artículos de alta calidad, teórica y empíricamente rigurosos, que promueven el conocimiento sobre las dimensiones humanas y políticas del cambio ambiental global.
    Global Environmental Change ha publicado un estudio con complicados cálculos, gráficos y ecuaciones titulado Reproduction and the carbon legacies of individuals (La reproducción y los legados de carbono de los individuos).
    Entre otras cosas, estos señores “teórica y empíricamente rigurosos” dicen lo siguiente:
    “Las emisiones adicionales de dióxido de carbono fósil que un individuo promedio causa cuando elige tener hijos. Las emisiones sumadas del descendiente de una persona, ponderados por su relación con él, pueden exceder con mucho las emisiones de por vida producido por el padre original. 
    Cada niño agrega alrededor de 9.441 toneladas métricas de dióxido de carbono al legado de carbono de una mujer promedio, que es 5.7 veces sus emisiones de por vida. 
    Las opciones reproductivas de una persona deben considerarse junto con sus actividades cotidianas al evaluar su impacto final en el medio ambiente global.
    Nuestra premisa básica es que una persona es responsable del carbono. Cada madre y cada padre es responsable de la mitad de las emisiones de su descendencia y 1/4 de las emisiones de sus nietos.” 
    Después de leer este digamos “estudio”, un lector honesto (y adecuadamente condicionado por la información climática catastrofista a la que estamos sometidos) llega a la conclusión de que tener hijos es una irresponsabilidad:
    “Claramente, las elecciones reproductivas de un individuo pueden tener efecto dramático sobre las emisiones totales de carbono en última instancia atribuible a su linaje genético. Ignorar las consecuencias de la reproducción pueden conducir a una grave subestimación del impacto a largo plazo de un individuo en el medio ambiente.” (Reproduction and the carbon legacies of individuals, publicado por Global Environmental Change
    El de Global Environmental Change no es el único estudio que promueve el suicidio demográfico con la excusa del cambio climático. En realidad este tipo de propuestas basadas en cálculos supuestamente científicos proliferan de manera alarmante. 
    Tal vez tú, Rafael, no los conozcas, como me sucedía a mi hasta hace nada, pero tienen circuitos de distribución importantes, empiezan a influir directamente sobre personas concretas y en algunos países se comparten tanto como en España los memes de Pedro Sánchez.
    “Investigadores de la Universidad de British Columbia, de Canadá, y de la Universidad de Lund, en Suecia, identificaron cuatro recomendaciones para reducir sustancialmente las emisiones anuales de cada persona.
    Una de ellas es tener ‘un hijo menos’, lo cual repercutiría en una reducción de 58.6 toneladas de CO2 por año, en promedio. Las otras tres recomendaciones son: no usar automóviles, evitar viajes en avión, comer una dieta basada en plantas.” ("He decidido no tener hijos para ayudar a combatir el cambio climático”)
    Por supuesto, las organizaciones internacionales se ponen a la cabeza de este terror climático suicida relacionando el apocalipsis planetario con los niños.
    Por su parte, los políticos promueven con descaro e irresponsabilidad el apocalipsis planetario. 
    Alexandria Ocasio-Cortez, figura ascendente del Partido Demócrata norteamericano y referente de la izquierda de Estados Unidos:
    “Hay consenso científico sobre que la vida de los niños va a ser muy difícil. Esto lleva a los jóvenes a hacerse una pregunta legítima ¿está bien tener hijos?” («Siento demasiado miedo por el cambio climático como para tener hijos»)
    España. Alba Gordó, concejala de Emergencia Climática: 
    “[Para reducir la contaminación] la responsabilidad es a la vez individual y colectiva. Individualmente se pueden hacer muchas cosas y la primera es no volar o tener menos hijos.” (“S’ha de plantejar una mobilitat sostenible, no ens en queda una altra”)
    Y tras los políticos y sus partidos y organizaciones internacionales, los medios de comunicación espolean el apocalipsis planetario y promueven el suicidio demográfico como la única consecuencia responsable:
    Unos (organizaciones internacionales, determinados gobiernos y numerosos grupos de presión) ponen la mesa y otros se tragan lo que les pongan por delante:
    “Por ejemplo, para Audrey García, una barcelonesa de 39 años, ‘no es ético tener hijos biológicos. No lo es en un mundo sobrepoblado donde falta agua y comida para muchas personas, donde estamos destruyendo el medio ambiente, donde no paramos de consumir más y más recursos’, le dijo a BBC Mundo en marzo de 2018.” ("He decidido no tener hijos para ayudar a combatir el cambio climático”)
    “Entre [las personas que entrevistamos] existe la sensación de estar atrapadas en cuestionamientos éticos muy dolorosos que las generaciones anteriores no tenían que enfrentar. Algunas se preocupan por la calidad de vida que tendrán los niños cuando las costas se inunden, los incendios forestales sean más agresivos y el clima extremo se vuelva más común. Otras son completamente conscientes de que tener un hijo es una de las acciones que más costos medioambientales tiene.
    Si no fuera por el cambio climático, dijo Allison Guy, ella dejaría de usar métodos anticonceptivos mañana mismo. Sin embargo, los pronósticos de los científicos, en caso de que no se tomen acciones inmediatas, no son ‘congruentes con una sociedad estable’, dijo Guy, de 32 años, quien trabaja en Washington. ‘No quiero traer un hijo al mundo preguntándome si será para que viva en una especie de distopía al estilo de la película Mad Max’.” (¿No tener hijos por el cambio climático? Algunas personas lo están considerando)
    Los símbolos y los referentes emblemáticos de los jóvenes, los cantantes que escuchan, los actores que admiran, las series que ven, nada ayuda a romper esta presión apocalíptica. Al contrario. Declaraciones de la cantante Miley Cyrus tras un incendio en su mansión de Malibú:
    “La Tierra está furiosa. Le hemos estado haciendo a la Tierra lo mismo que a las mujeres. Sólo tomamos y tomamos y esperamos que siga produciendo. Y está exhausta. No puede producir. Nos estamos quedando con una mierda de planeta y me rehúso a legarle algo así a mis hijos. No voy a traer otra persona al mundo. No queremos reproducirnos, porque sabemos que la Tierra no puede manejarlo,” (Frente al cambio climático, yo decido no tener hijos)
    La consecuencia de semejante campaña de desinformación es el pánico. Se trata de que la gente tenga miedo. Y del miedo nacerá la sumisión. Nada nuevo bajo el sol. Todas las tiranías han utilizado el mismo procedimiento. Aunque ahora se recurra a las redes sociales y todo se pinta como muy bonito y limpio. 
    Nos enfrentamos a una nueva faceta de la campaña de propaganda ideológica que gira en torno al climático, tal vez la importante, la que ignorábamos porque estaba oculta, el sueño de los antinatalistas: la rendición de la especie, la claudicación de lo humano.
    “Decidí que no quería tener hijos el pasado noviembre. Estoy muy preocupada por la pérdida de seres vivos, la desertificación y las inundaciones. En el futuro habrá hambruna masiva, guerra de recursos, violencia, un aumento continuo del fascismo y personas desplazadas de sus hogares. 
    Mi madre lloró pero está orgullosa porque entiende la amenaza. Mi hermana tiene una hija y me está apoyando. Mi padre dice que aún tenemos una oportunidad pero apoya mi lucha.
    El momento más difícil para mí fue cuando le dije a mi marido que no quería ser madre. Le expliqué que con toda la información de la que disponía no podía actuar como si nada.
    Descubrí que había mucha gente que sentía lo mismo.” («Siento demasiado miedo por el cambio climático como para tener hijos»)
    Dicen que lo que empieza en Estados Unidos termina sucediendo en Europa. Un estudio de Business Insider señala que casi el 40 por ciento de los norteamericanos entre 18 y 29 años consideran que el cambio climático determina la decisión de ser padres. 
    El grupo de agitación climática internacional Extinction Rebellion promueve, entre otras, la campaña BirthStrike (huelga de nacimientos) al que se están apuntando personas que han decidido no tener hijos para evitar "la crisis ecológica".

    La moda ecológica contamina

    Pero estas no son las únicas propuestas ecologistas para frenar el cambio climático que producen un efecto todavía más perjudicial.  
    A partir de 2021 las bolsas de la compra de plástico estarán prohibidas en España. A pesar de que un estudio reciente demuestra que donde esa prohibición ya está en vigor, su efecto es aumentar la contaminación. 
    Sucede que reutilizamos las bolsas de plástico de la compra (para la basura, por ejemplo) y donde ya no las hay, como en California, la venta de bolsas de plástico para la basura se ha multiplicado. 
    Y eso no es todo:
    “En 2018, un informe del Ministerio de Medio Ambiente y Alimentación de Dinamarca ya se había mostrado muy crítico con la sustitución de bolsas de plástico por las fabricadas con otros materiales. Al analizar los efectos de la producción y utilización de bolsas de algodón orgánico, llegó a la conclusión de que habría que utilizar hasta 20.000 veces una de este material para que tuviese un impacto medioambiental menor que una de plástico teniendo en cuenta indicadores muy diversos, especialmente los relacionados con el cambio climático. Si es una de papel, tendría que reutilizarse 43 veces.” (Ni de arroz ni de papel: por qué prohibir las bolsas de plástico no acabará con el problema)

    Funerales por el agua

    En Islandia ya le dedican funerales de Estado al agua congelada, incluyendo sentidos discursos, minutos de silencio y certificado de defunción. El primer caso fue el funeral oficial por un glaciar.

    Vacas contaminantes

    Hace unos pocos días Naciones Unidas nos amenazó: si comes carne, eres un maldito contaminador.
    “El consumo de carne es una de las formas más destructivas en las que dejamos una huella en el planeta. Por ejemplo, debido a la descomposición de materia orgánica, la ganadería es una de las principales fuentes de emisión de metano, un gas de efecto invernadero relativamente potente que contribuye al calentamiento global. Para hacerse una idea de su alcance basta imaginar que, si las vacas formaran un país, sería el tercero en emisiones de gases de efecto invernadero.” (Noticias ONU)
    No comamos más carne y además acabemos con las vacas asesinas. ¡Manos a la obra! El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas considera que debemos hacernos vegetarianos cuanto antes. Desde este mes ya está prohibido comer carne en lugares como la Universidad de Goldsmiths, en Reino Unido.

    El camelo ecologista

    Santa Greta del Planeta ya ha llegado a Estados Unidos tras su crucero de 15 días para no contaminar. Aquí la tenemos luchando con hercúleo esfuerzo por el futuro planetario: 
    La niña sueca en realidad es “un instrumento de los lobbies de la energía”:
    “El personaje de la niña pija verde ha sido creado por el lobby de la energía verde con un enorme respaldo económico que pone a su servicio a agentes de relaciones públicas pagados por el poderoso movimiento ecologista.
    El principal lobby aliado se llama «We don’t have time» y lo dirige Ingmar Rentzhog, el promotor en las redes de la huelga por el medio ambiente que realizó Greta en su colegio. Rentzhog, que ya había trabajado antes para el «Climate Reality Project» de Al Gore hizo que ese numerito fuera viral.
    La señorita Thunberg, a los 16 años, ha sido dedicada por sus padres a trabajar por una causa ideológica, no científica, aunque tal vez legítima. Pero me pregunto yo: ¿Qué dirían los medios de comunicación del mundo entero si un partido como el PP o el Partido Republicano norteamericano tuviera a una menor de edad defendiendo su ideología a tiempo completo ante las cámaras de televisión? 
    ¿Aceptarían que su sonrisa se desplegase en las portadas de diarios e informativos televisivos? ¿Podría una niña menor de edad trabajar para la Conferencia Episcopal Española promoviendo los valores de la fe que comparten la mayoría de los españoles?” (La niña pija verde)
    Santa Greta del Planeta es el montaje que oculta un gran negocio. O sea, mercadotecnia. Marketing: 
    “El fenómeno Greta ha involucrado a grupos de presión verdes, relaciones públicas, eco-académicos y un grupo de expertos fundado por una rica ex ministra socialdemócrata de Suecia con vínculos con las compañías de energía del país.
    Para los titanes de la energía en Suecia, como en otros lugares, salvar el planeta significa contratos gubernamentales. Los lobistas de la energía verde están utilizando tácticas de miedo populistas y una cruzada de niños para evitar a los representantes electos. Pero el destino es la tecnocracia, no la democracia; beneficio, no redistribución. Greta, una hija del capitalismo despierto, está siendo utilizada para facilitar la transición al corporativismo verde.” (‘The Times’ acusa a Greta Thunberg de ser un instrumento de los lobbies de la energía)
    Negocios verdes por un lado… y los de siempre por el otro, eso es la campaña del apocalipsis climático que estamos viviendo:

    ¿Alguna idea a la derecha, aunque sea para variar?

    Una última consideración (¡¡y muchas gracias por haber leído hasta aquí!!): ¿por qué la derecha ha dejado en manos de la izquierda la batalla verde? 
    Porque el puro negacionismo de los unos (pongamos que hablo de Vox y su “no hay cambio climático”) y el seguidismo de los otros (pongamos que del PP y su “no toquemos lo que hace la izquierda”), no constituyen programa, ni propuesta, ni tan siquiera una mínima idea con respecto a este asunto.
    Con lo cual, nuevamente la derecha mira para otro lado y cede las banderas movilizadoras a la izquierda
    ¿Ideas? ¿Argumentos que muevan a la acción? ¿Propuestas que animen a sumarse? 
    ¡Cero!

    La cita 

    “Como ya no pueden exhibir ese argumento marxista, ni prometer el cielo en este mundo con un sistema económico distinto, la izquierda abandera todas las causas que le permita tachar de inhumana a la derecha. Da igual que Chernobyl estuviera al otro lado del telón de acero, que las mafias trafiquen con los inmigrantes, que la mujer haya alcanzado sus más que inalienables derechos en las democracias burguesas que tanto odiaban.”

    Y la imagen

    ¡Que Dios nos libre de los salvapatrias y de los salvaplanetas!