Decíamos ayer que la Operación Borrell, promocionada por los políticos más veteranos, tanto del PSOE como del PP,  consistía en que Felipe VI, harto de que Pedro Sánchez le manipule como una marioneta, y de los fracasos del socialista para formar Gobierno (ya le ha fallado tres veces al monarca), le comunicara a Pedro Sánchez su decisión, como jefe del Estado, de encargarle la formación de gobierno a José Borrell, con un apoyo garantizado de PP y Ciudadanos. Un apoyo que iría encaminado, mediante una reforma constitucional recentralizadora, a pararles los pies a los separatistas vascos y catalanes.
Felipe VI sabe que los aliados de Sánchez son los que optarían por la III República. Y Sánchez también lo haría
 
El secretario general del PSOE ya ha dejado claro que ni Borrell ni la sentencia de los ERE-mucho más grave que la de Gürtel- le harán abandonar la Presidencia… ni tampoco cambiar de opinión.
También ayuda a la Operación Borrell que Felipe VI está harto de que Sánchez actúe como si, en lugar de jefe del gobierno -y en funciones- fuera el Jefe del Estado, fijando condiciones para su Gobierno y calendario para la investidura sin tan siquiera haber recibido el encargo de formarlo y, sobre todo, gestando un Ejecutivo frentepopulista que acentuará el enfrentamiento civil en toda España.
Pues bien, la respuesta de Sánchez es seguir entregando España a los dictados del Nuevo Orden Mundial (NOM), esto es, progresía en vena y mucha cristofobia, y amenazar con introducir en el Ejecutivo a independentistas y radicales varios.
Y eso que, como aseguraba un hombre de Zarzuela, amigo personal del monarca (sí los Reyes también tienen amigos), “no tengo claro si el Rey cree en la operación Borrell o sólo intenta amenazar a Sánchez para que detenga su delirio”.
El presidente en funciones amenaza con un Gobierno Frankenstein, el de la moción de censura y, eso sí, promete a Bruselas ortodoxia fiscal. O sea, radicalismo y sablazo fiscal
 
Ni por esas: Sánchez amenaza con un Gobierno Frankenstein… igualito al pacto Frankenstein que le llevó a La Moncloa, con una moción de censura aprobada y aplaudida hasta por los proetarras de Bildu.
Si hay algo que no soporta el muy narcisista Pedro Sánchez, es la critica hacia su persona y no digamos nada si esta crítica va acompañada de ironía, sarcasmo y choteo: eso no lo perdona. Así que no acudió al Congreso del Instituto de Empresa Familiar, donde hace un año los Riberas, Entrecanales, Roig, etc., le vapulearon a gusto. Ha preferido cambiarlo por su sosias, el Instituto de Empresa Familiar Europeo, que suena más internacional pero no tiene ni la mitad de relevancia, con el objetivo de tranquilizar al mundo del dinero y, al mismo tiempo, lanzar un mensaje a Zarzuela: formaré gobierno en dos semanas, con Podemos y con promesas a los indepes y, eso sí, mantendré la ortodoxia económica frente a Bruselas… que, justo en el momento de hablar Sánchez ante los empresarios “europeos” le daba un nuevo varapalo al Gobierno de España por su gasto excesivo. Es decir, por ese gasto público que se multiplicará con Pablo Iglesias como vicepresidente.  
El secretario general del PSOE ya ha dejado claro que ni Borrell ni la sentencia de los eres –mucho más grave que la de Gürtel- le harán abandonar la Presidencia… ni tampoco pactar con el PP
 
Y para que quede claro, el secretario general del PSOE ya ha dejado claro que ni Borrell ni la sentencia de los ERE -mucho más grave que la de Gürtel- le harán abandonar la Presidencia… ni tampoco cambiar el rumbo.
En plata, no aceptará la propuesta del Monarca de abandonar el proscenio para encargar la formación de Gobierno a Borrell y, además, acelerará el pacto con los Frankenstein: Podemos y demás ralea. Eso sí, desde la ‘moderación’ y para evitar la llegada de la ultraderecha.
Pero la pregunta no es esa, porque el Monarca puede encargar la formación de Gobierno a quien le venga en gana. La pregunta es si el Monarca se atreverá a seguir con una operación respaldada por los veteranos del PP y del PSOE (por los González, Guerra, Aznar, Rajoy) o no se atreverá. Tiene riesgos, como el de crear una crisis institucional que el desquiciado de Sánchez plantearía de inmediato pero también tiene riesgos el achantarse y dejar al resentido y narcisista inquilino de La Moncloa que continúe con su proyecto de Frente Popular. Por ejemplo, eso pone en riesgo la Monarquía misma. Felipe VI sabe que los aliados de Sánchez son los que optarían por la III República. Y Sánchez también lo sabe y lo tiene muy en cuenta.