Condenan a dos meses de cárcel a una madre por abofetear a su hijo. Deja a los jueces gobernar el mundo y ya verás lo que ocurre.
No, no está bien darle dos bofetadas a un niño de 10 años porque se niegue a ducharse, pero la condena del juez de Pontevedra representa dos cosas:
  1. Que el Estado se entromete en la vida de la familia, ¡Cuán peligroso es eso! Y lo hace con la falta de proporción habitual. Y luego, separa al niño de su madre por seis meses: genial, campeón. Porque esa es otra, si la madre decidiera no educar a su hijo, ¿quién le iba a educar?
  2. Que Su Señoría predica la educación en libertad que, como recordaba Chesterton, no existe. Porque si a un niño le das a elegir decidirá siempre que no quiere ser educado en modo alguno. No se escandalicen, pero la educación tiene que hacerse de grado y, si no fuera posible, por fuerza. La educación escoactiva hasta que el educando pueda decidir por sí mismo. Puede que el adulto elija mal (sucede a menudo) pero el niño no es que elija bien o mal: es que no sabe lo que quiere.
Deja a los jueces gobernar el mundo y ya verás la que te espera
 
En cualquier caso, deja que los jueces gobiernen el mundo y verás qué pronto acaban con él. Entre jueces y políticos, fíjense bien lo que les digo, me quedo con los políticos, de aquí a Lima.